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El origen calórico del vino procede fundamentalmente de los hidratos de carbono liberados durante la fermentación del mismo
La respuesta "fácil" al título de este artículo es de aproximadamente 125 calorías por copa de vino. No obstante, existe cierta variabilidad en función de si se trata de un vino tinto, vino blanco, vino dulce, vino espumoso, etc
El rango típico en las cartas de conteo de calorías sitúa al vino entre 100 a 150 Kcal. por cada 15 cl. de vino, lo supone una quinta parte de una botella de vino estándard, equivalente a una copa de vino. La misma cantidad de calorías que contienen dos manzanas, un vaso de cerveza, o un vaso de leche entera.
El origen calórico del vino procede fundamentalmente de los hidratos de carbono liberados durante la fermentación del mismo. En general, las bebidas fermentadas contienen un alto contenido de carbohidratos (fructosa y glucosa) procedentes de las uvas (en el caso del vino) y de los granos de cereal (en el caso de la cerveza). Durante el proceso de fermentación, las levaduras comen los hidratos de carbono (azúcares) y liberan alcohol y CO2 (gas carbónico). Los azúcares residuales, es decir el azucar que no se ha fermentado, es el que contribuye al principal aporte de carbohidratos del vino.
Por todo ello, cuanto menor sea el contenido de azúcar residual en un vino, es decir cuánto más seco sea un vino, más "light" será. Por contra, los vinos dulces y abocados presentarán un mayor aporte calórico al contener mayor cantidad de azúcar.
Cabe destacar que en el caso de las bebidas destiladas (aguardientes, vodka, ron, whisky, etc), si se toman solas, no contienen nada de carbohidratos.
Ahora bien ¿Engordan las calorías contenidas en el vino? Según los últimos estudios NO. Es más, en dosis moderadas, puede contribuir a la pérdida de peso.
Es cierto que un vaso de vino tinto nos aporta entre 100 y 150 calorías, sin embargo la forma en que el organismo las procesa puede hacer que esas calorías se conviertan inmediatamente en energía, sin almacenar ni un miligramo de grasa en el tejido adiposo, incluso ayudando a eliminar la ya acumulada.
Algunos estudios recientes han demostrado que el alcohol aumenta el apetito y en algunas personas puede incrementar su metabolismo basal (calorías que quema el organismo sin hacer nada) entre 300-400 calorías más al día cuando se bebe con moderación, generando la habitual sensación de hambre después de consumir este tipo de bebidas.
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