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La fabricación de los tapones de corcho natural para cerrar las botellas de vino comienza en el campo, en el alcornocal. Los silvicultores e ingenieros forestales deben cuidarlos de una forma sostenible con el medio ambiente, que después favorecerá la calidad del producto final.
En Bodegas Comenge, al igual que en nuestros viñedos y vinos realizamos unas prácticas totalmente respetuosas con el ecosistema, cuidamos que nuestros proveedores también tengan la misma filosofía.La industria corchera contamina muy poco, los corchos son fácilmente reciclables y son los tapones que menos impacto tienen sobre el medio, ayudan a reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera y, por lo tanto, el efecto invernadero.
El proceso de elaboración comienza con la llamada ‘saca’, es decir, quitar la corteza de los alcornoques. La saca se realiza cada nueve años, que es el tiempo en el que los árboles vuelven a regenerar una corteza de calidad. Las planchas de corteza de alcornoque se obtienen a mano, normalmente de la parte de arriba del árbol hacia abajo; aunque si éste es muy grande, normalmente se sacan en las dos direcciones.
Una vez obtenidas las planchas, los ‘juntadores’ hacen una primera selección de las mismas para decidir cuáles irán destinadas a la fabricación de tapones y cuáles a otros objetos (las más pequeñas o finas).
Cuando las planchas llegan a la corchera, se apilan en fardos durante unos seis meses con el fin que las cortezas vayan perdiendo humedad y su savia. Las planchas de corcho de por sí no tienen elasticidad, por eso se cuecen durante una hora una vez transcurridos esos meses. De esta forma, también ganan en espesor, suavidad y pierden densidad. A continuación se dejan secar, se apilan en fardos más pequeños y vuelven a ser cocidos para que sean aún más elásticos.
Después de unas dos o tres semanas de reposo, las planchas se aplanan y cogen consistencia. Es entonces cuando se lleva a cabo el corte o sección de las planchas según el tamaño del los corchos que se necesiten fabricar. A lo largo de todo el proceso, las corcheras hacen exhaustivos controles de calidad en función de factores como la densidad, el grosor, la elasticidad o la suavidad.
Con las planchas perfectamente cortadas se perforan los cilindros atendiendo al grosor y longitud de los tapones demandados. En entonces cuando la mano del hombre o, mejor dicho, la vista, vuelven a ser una parte fundamental. Los corchos pasan por una mesa donde un equipo humano vuelve a seleccionar los tapones según sus calidades.
Llegamos ya casi al final del proceso de fabricación, cuando los tapones de corcho natural son lavados, desinfectados y secados. A continuación se marcan con el sello de la bodega correspondiente y se embalan siempre teniendo en cuenta la trazabilidad.
Es muy importante, tanto para la corchera como para los clientes que usan tapones de corcho natural, que durante todo el proceso de obtención y fabricación se extremen las medidas de control para evitar la posible formación de la temida molécula de TCA (de la que hemos hablado en un post anterior) y por tanto que el “gusto a tapón” se transmita al vino.
Queremos dar las gracias a uno de los proveedores de corcho con los que trabajamos desde hace años, Cork Supply, por facilitarnos las imágenes para este artículo pero, sobre todo, por ayudarnos a conseguir la excelencia en los vinos de Bodegas Comenge.
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