Juan Garabito, experto en comercializar vinos 50 años de pasión por el vino
A los 66 años, repasa su medio siglo de trabajo intenso en la bodega Humberto Canale, en Roca
El vino siempre se toma una larga siesta para crear su mejor aroma, sabor y color que todo buen conocedor sabrá apreciar después. Se dice que ese es el tiempo noble del vino, donde se nutre a si mismo en busca de su maravillosa personalidad.
Lo mismo podría decirse de Juan Garabito (66), un verdadero “expertise” (experiencia en el hacer) de vinos, que ya lleva 50 años trabajando en una de las bodegas más prestigiosas y serias del país, Humberto Canale, en Roca. ¿50 años en el mismo lugar de trabajo? Juan piensa la respuesta mientras hace girar una vez más el vino en su copa. Y lo huele. “Sí, entré a trabajar el 9 de enero del 67; tenía entonces 16 años. Mi padre era empleado de la firma”, afirma en medio de las instalaciones de la bodega, ubicada a pocos minutos del centro de la ciudad.
Recuerda que todo empezó en 1909, cuando Humberto Canale vino a la zona enviado por el gobierno de Roca. El clima, la calidad del suelo y la amplitud térmica lo convencieron de comprar 400 hectáreas. Luego viajó a Francia a comprar viñas con cepas semillón, cabernet y merlot. Al regresar y plantarlas dio origen a la vitivinicultura del Alto Valle. Alrededor de la bodega levantaron un barrio con unas 100 viviendas, todas para los empleados ; uno de ellos era el padre de Juan. “Tuve una infancia libre, tranquila y feliz en medio de las chacras, el campo y las bardas. Los hijos de los empleados andábamos entre los tractores, los camiones y las máquinas sin problemas... vivíamos y sentíamos todo lo que se hacía aquí”, recuerda.
P- ¿Y a los 16 años qué trabajo hacías en la bodega?
R- Formaba parte de la intendencia y los almacenes. Desde la intendencia había que ver y coordinar el mantenimiento de las maquinarias, los vehículos y las viviendas. Para ello, la bodega tenía sus propios albañiles más talleres: industrial, mecánico, carpintería y herrería. Y en los almacenes se hacía el acopio de materiales y repuestos que precisábamos.
En esa época a los 16 ya eras adulto. Y al estar criado en el lugar de trabajo nada me resultaba ajeno. De las 400 hectáreas iniciales se pasaron a 700, lo que transformó esto en un mundo febril, desafiante... era una época donde todo estaba por hacerse. No había tiempo que alcanzara. Llegaba a mi casa cansado, y más de una vez agobiado por equivocaciones que había cometido.
P.- ¿Qué consecuencias tenían esas equivocaciones?
R- Ante mis errores siempre recibí comprensión por parte de mis patrones, para quienes los empleados nunca fuimos un número sino un nombre y un apellido, con una vida y una historia.
En los ´70, Guillermo Barzi le pide a Juan “atacar en toda la zona el canal de botella abierta”. “¿Quéeee?” dijo Juan. Jamás había escuchado hablar del “canal de botella abierta”. Hasta entonces, la otra empresa de la firma, Canale SA –la que fabricaba bizcochos, fideos y pan dulce, entre otros productos– era la encargada de la distribución de los vinos en todo el país. A partir de ese momento, Barzi le solicita a Juan que empiece a vender los vinos a restaurantes, supermercados, vinotecas, mayoristas y minoristas desde Bahía Blanca hasta el sur del país. Así, Juan empieza a conocer el mundo gastronómico desde esa ciudad bonaerense hasta Caleta Olivia, pasando por La Pampa, Alto Valle , costa y cordillera. Este trabajo, además de la venta, le implicaba hacer cobranzas, merchandising, promoción, charlas y capacitaciones.
P- ¿Y tu familia? Porque los viajes te llevarían mucho tiempo fuera de casa.
R- No hubo día en que mi mujer no me estuviera esperando, sea la hora que sea.
Juan habla de Ester Cárdenas y se emociona. Ella era empleada de la bodega, también. Se casaron cuando él tenía 18 años y ella 21. Y tuvieron tres hijas: Gabriela, Mariela y Paola. En el 2002, a una de ellas se le desencadenó un trastorno del sistema nervioso que puso en vilo a su familia. “En ese momento, la empresa una vez más, se puso a disposición para todo lo que precisáramos”, se emociona. “Ellas se criaron igual que yo, acá en la bodega. De hecho, una de ellas trabaja ahora como administradora y tiene su casa aquí; las otros dos estudiaron Derecho. Las tres fueron muy felices en este lugar. Y si yo estaba tapado de laburo o me tocaba trabajar de noche, ellas venían a verme, o acercarme algo para comer. Y si tenía un pequeño corte en mi tarea me acercaba a verlas a casa. Podía tener una jornada extensa pero matizada con sus presencias todo el tiempo”, recupera.
“Ahora que estoy jubilado –y que sigo en la empresa– y reviso todo lo hecho, siento que no perdí lo que siempre me acompañó: la pasión por la vida y la alegría de trabajar. No solo sobrevivimos a crisis económicas sino también a temporales de lluvia y granizo, a heladas fulminantes. Siento que todo valió la pena”.
“Juan es una gran persona”, afirma Guillermo Barzi, al consultársele por separado. “Siempre estuvo muy unido a su mujer, quien lo mima y acompaña permanentemente. Sus hijas lo han cuidado muy celosamente.
Laboralmente se inició muy chico en la empresa , acompañando a su padre cuando armaban y clavaban cajones Standard para peras. Rápidamente creció demostrando inquietudes y responsabilidad. Se interesó por todo, estudió y analizó cada cosa que debía hacer y tuvo la prudencia y humildad para consultar, mirar y compartir. Supo escuchar y aprender a discernir. Era el primero en llegar a las 6 –incluso a veces más temprano –. Es una parte fundamental de nuestra empresa”, afirma el presidente de Humberto Canale SA.
Por su parte, el director comercial Guillermo Barzi hijo, bisnieto del fundador Humberto Canale, afirma: “A Juan lo conozco desde que nací y hoy tengo la gran satisfacción de trabajar diariamente con él. Es muy lindo ver cómo contagia su gran carisma y pasión por todo lo que hace. Mira siempre el futuro con gran optimismo. Pero, por sobre todas las cosas, es una gran persona”.
P- ¿Qué aprendiste del vino?
R- Me enseñó a alcanzar la paciencia para saber esperar. Lograr del fruto los resultados que queremos obtener. Que es una materia viva que hay que respetar y cuidar mucho. Pasión en el momento de compartirlo con la gente que querés. Me generó un entorno social con clientes y consumidores .
P- ¿Con qué vino te identificás?
R- Con el merlot. Tiene mucha personalidad; es abierto, potente, sencillo y con mucho carácter. Y ahora empecé a inclinarme por el cabernet franc, que goza de una longevidad interesante en botella, por la luz particular que tiene. Se entrega con amistad. Se me parece (ríe).
Fuente: http://www.rionegro.com.ar/roca/50-anos-de-pasion-por-el-vino-EG923017
Lo mismo podría decirse de Juan Garabito (66), un verdadero “expertise” (experiencia en el hacer) de vinos, que ya lleva 50 años trabajando en una de las bodegas más prestigiosas y serias del país, Humberto Canale, en Roca. ¿50 años en el mismo lugar de trabajo? Juan piensa la respuesta mientras hace girar una vez más el vino en su copa. Y lo huele. “Sí, entré a trabajar el 9 de enero del 67; tenía entonces 16 años. Mi padre era empleado de la firma”, afirma en medio de las instalaciones de la bodega, ubicada a pocos minutos del centro de la ciudad.
Recuerda que todo empezó en 1909, cuando Humberto Canale vino a la zona enviado por el gobierno de Roca. El clima, la calidad del suelo y la amplitud térmica lo convencieron de comprar 400 hectáreas. Luego viajó a Francia a comprar viñas con cepas semillón, cabernet y merlot. Al regresar y plantarlas dio origen a la vitivinicultura del Alto Valle. Alrededor de la bodega levantaron un barrio con unas 100 viviendas, todas para los empleados ; uno de ellos era el padre de Juan. “Tuve una infancia libre, tranquila y feliz en medio de las chacras, el campo y las bardas. Los hijos de los empleados andábamos entre los tractores, los camiones y las máquinas sin problemas... vivíamos y sentíamos todo lo que se hacía aquí”, recuerda.
P- ¿Y a los 16 años qué trabajo hacías en la bodega?
R- Formaba parte de la intendencia y los almacenes. Desde la intendencia había que ver y coordinar el mantenimiento de las maquinarias, los vehículos y las viviendas. Para ello, la bodega tenía sus propios albañiles más talleres: industrial, mecánico, carpintería y herrería. Y en los almacenes se hacía el acopio de materiales y repuestos que precisábamos.
En esa época a los 16 ya eras adulto. Y al estar criado en el lugar de trabajo nada me resultaba ajeno. De las 400 hectáreas iniciales se pasaron a 700, lo que transformó esto en un mundo febril, desafiante... era una época donde todo estaba por hacerse. No había tiempo que alcanzara. Llegaba a mi casa cansado, y más de una vez agobiado por equivocaciones que había cometido.
P.- ¿Qué consecuencias tenían esas equivocaciones?
R- Ante mis errores siempre recibí comprensión por parte de mis patrones, para quienes los empleados nunca fuimos un número sino un nombre y un apellido, con una vida y una historia.
En los ´70, Guillermo Barzi le pide a Juan “atacar en toda la zona el canal de botella abierta”. “¿Quéeee?” dijo Juan. Jamás había escuchado hablar del “canal de botella abierta”. Hasta entonces, la otra empresa de la firma, Canale SA –la que fabricaba bizcochos, fideos y pan dulce, entre otros productos– era la encargada de la distribución de los vinos en todo el país. A partir de ese momento, Barzi le solicita a Juan que empiece a vender los vinos a restaurantes, supermercados, vinotecas, mayoristas y minoristas desde Bahía Blanca hasta el sur del país. Así, Juan empieza a conocer el mundo gastronómico desde esa ciudad bonaerense hasta Caleta Olivia, pasando por La Pampa, Alto Valle , costa y cordillera. Este trabajo, además de la venta, le implicaba hacer cobranzas, merchandising, promoción, charlas y capacitaciones.
P- ¿Y tu familia? Porque los viajes te llevarían mucho tiempo fuera de casa.
R- No hubo día en que mi mujer no me estuviera esperando, sea la hora que sea.
Juan habla de Ester Cárdenas y se emociona. Ella era empleada de la bodega, también. Se casaron cuando él tenía 18 años y ella 21. Y tuvieron tres hijas: Gabriela, Mariela y Paola. En el 2002, a una de ellas se le desencadenó un trastorno del sistema nervioso que puso en vilo a su familia. “En ese momento, la empresa una vez más, se puso a disposición para todo lo que precisáramos”, se emociona. “Ellas se criaron igual que yo, acá en la bodega. De hecho, una de ellas trabaja ahora como administradora y tiene su casa aquí; las otros dos estudiaron Derecho. Las tres fueron muy felices en este lugar. Y si yo estaba tapado de laburo o me tocaba trabajar de noche, ellas venían a verme, o acercarme algo para comer. Y si tenía un pequeño corte en mi tarea me acercaba a verlas a casa. Podía tener una jornada extensa pero matizada con sus presencias todo el tiempo”, recupera.
“Ahora que estoy jubilado –y que sigo en la empresa– y reviso todo lo hecho, siento que no perdí lo que siempre me acompañó: la pasión por la vida y la alegría de trabajar. No solo sobrevivimos a crisis económicas sino también a temporales de lluvia y granizo, a heladas fulminantes. Siento que todo valió la pena”.
“Juan es una gran persona”, afirma Guillermo Barzi, al consultársele por separado. “Siempre estuvo muy unido a su mujer, quien lo mima y acompaña permanentemente. Sus hijas lo han cuidado muy celosamente.
Laboralmente se inició muy chico en la empresa , acompañando a su padre cuando armaban y clavaban cajones Standard para peras. Rápidamente creció demostrando inquietudes y responsabilidad. Se interesó por todo, estudió y analizó cada cosa que debía hacer y tuvo la prudencia y humildad para consultar, mirar y compartir. Supo escuchar y aprender a discernir. Era el primero en llegar a las 6 –incluso a veces más temprano –. Es una parte fundamental de nuestra empresa”, afirma el presidente de Humberto Canale SA.
Por su parte, el director comercial Guillermo Barzi hijo, bisnieto del fundador Humberto Canale, afirma: “A Juan lo conozco desde que nací y hoy tengo la gran satisfacción de trabajar diariamente con él. Es muy lindo ver cómo contagia su gran carisma y pasión por todo lo que hace. Mira siempre el futuro con gran optimismo. Pero, por sobre todas las cosas, es una gran persona”.
P- ¿Qué aprendiste del vino?
R- Me enseñó a alcanzar la paciencia para saber esperar. Lograr del fruto los resultados que queremos obtener. Que es una materia viva que hay que respetar y cuidar mucho. Pasión en el momento de compartirlo con la gente que querés. Me generó un entorno social con clientes y consumidores .
P- ¿Con qué vino te identificás?
R- Con el merlot. Tiene mucha personalidad; es abierto, potente, sencillo y con mucho carácter. Y ahora empecé a inclinarme por el cabernet franc, que goza de una longevidad interesante en botella, por la luz particular que tiene. Se entrega con amistad. Se me parece (ríe).
Fuente: http://www.rionegro.com.ar/roca/50-anos-de-pasion-por-el-vino-EG923017
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