APRENDER ¿Cómo conservar una botella de vino cerrada? ¿Y cuándo ya se abrió la botella?

Matías Michelini, el rebelde del vino argentino



El enólogo, referencia obligada en la nueva generación de productores gauchos, estará en Expovinos Colombia. 
Hay otra Argentina en términos de vino. Una dimensión bastante diferente de la que se conoce en Colombia. Una Argentina más fresca, más divertida y más innovadora. Y si alguien quiere descubrirla, el nombre de Matías Michelini es una referencia obligada. Este revolucionario del vino es de lejos el productor más interesante que viene a la onceava edición de Expovinos, que comienza el miércoles. EL TIEMPO conversó con él.

Sus vinos muestran una nueva Argentina. ¿Cuándo y por qué empezó a caminar por este sendero?


Tras varios años de hacer vinos me di cuenta de que la mayoría de las bodegas estaban haciendo los mismos vinos, los vinos que demandaba el mercado, y que esos vinos no tenían casi ningún diferencial con los que se hacían en otras partes del mundo. Había una estandarización. Y yo veía que Argentina tenía muchas cosas por desarrollar.

¿En qué momento se produce ese punto de quiebre en el cual usted y otros enólogos empiezan a rebelarse contra la "dictadura del mercado"?

Es muy reciente. No tiene 10 años. Y de lo que se trata es de buscar nuestra propia identidad. Por eso hoy estamos concentrados en una exploración muy intensiva de los terruños. La idea es hacer vinos que hablen de un lugar y de una región, y que la personalidad de esos vinos no se maquille para satisfacer a un mercado. Y ese es el contexto en el que se enmarca mi proyecto personal, Passionate Wines, que nace en el 2009.

¿Cuál es el vino más transgresor que hace hoy en su bodega?

Son varios, pero tal vez el más transgresor es el Torrontés Brutal, que es un vino naranja (orange wine), del cual hago unas 4.000 botellas. Un vino blanco, pero fermentado como si fuera un tinto, con su piel y con sus semillas. Intenso en aromas, algo rústico en boca, pero con mucha estructura: muy parecido a los vinos que hacían los abuelos de torrontés en las casas cuando yo era niño. Creo que es el primer vino naranja en Suramérica, lo hago desde el 2011.

En esta línea, ¿qué está pasando hoy con el malbec, el estandarte del vino argentino?

Hoy ha quedado atrás esa idea de hacer todos los malbec de una forma más o menos parecida, y hay una fuerte corriente desarrollando todas las posibilidades que puede ofrecer el malbec según su origen –si viene del norte, de Mendoza o de la Patagonia–, y trabajando con los tipos de suelo y la altura. Factores todos que han ampliado los horizontes del malbec y que nos tienen descubriendo sus múltiples rostros. La idea hoy es que el malbec hable cada vez más del terruño del cual proviene.

¿Y hay vida en Argentina más allá del malbec?

Claro que sí. En Argentina, para no hablar del torrontés, la bonarda o los pinot noir de la Patagonia, que son temas conocidos, hoy hay un regreso al semillón, que fue el vino blanco que nos distinguió por años. Hay varios enólogos haciendo vinos de semillón con viñas muy viejas que quedaron de los años 70, cuando se arrancó la mayoría.

¿Qué proyecto le quita el sueño?

Varios. Uno de ellos es un pequeño viñedo a 2.000 metros de altura, en el Valle de Uco, donde vamos a producir chardonnay y pinot noir sin riego. Confiamos en que la nieve que cae en el invierno y la humedad que retiene el suelo nos evite el riego. Y eso tiene su gracia, porque el 100 por ciento de los vinos de Argentina necesitan irrigación.

¿Algún otro proyecto?

Estamos construyendo mi bodega, que será ecológica: operará por gravedad, será subterránea y no usará electricidad. Y también estoy trabajando en un proyecto para hacer vinos en Perú con uvas que hasta ahora solo se usaban para hacer pisco. Un trabajo en la misma línea de buscar la identidad del vino latinoamericano: en vez de hacer cabernet sauvignon o merlot, vamos a trabajar con variedades que están fuertemente arraigadas en el territorio peruano.

¿Qué prefiere: los "blends" o los varietales?

Hoy la mayoría de los vinos que estoy trabajando son blends, pero blends desde el viñedo. Me explico: no es que elaboremos por separado para luego hacer un corte, sino que el vino viene mezclado desde el viñedo. Tenemos viñedos donde hay, por ejemplo, malbec y cabernet franc, y las uvas se cosechan juntas y se fermentan juntas. Pienso que en ciertos terruños no es una sola variedad la que nos va a dar el mejor vino, sino la conjunción de dos o tres. Así que estamos planteando viñedos con variedades mezcladas, como riesling con sauvignon blanc.

¿Qué es lo que más disfruta del vino?


Beberlo, que es sin duda la mejor parte (risas). Hacer vino está lleno de desafíos y esos desafíos son los que te mantienen vivo, con ilusión, atento y lleno de energía.

¿Le molesta la etiqueta de ‘rebelde del vino argentino’?

Me llena de orgullo. Y es mejor que lo que me decían antes, cuando me llamaban "el verde Michelini".

Cuéntenos esa historia…

Hace años que vengo cosechando antes que el resto, más verde, buscando mayor frescura, mejorar acidez natural, mayor tensión, mayor nervio, pero esto, para el estilo que se llevaba antes en Argentina, de vinos muy maduros muy corpulentos, era algo muy raro. Por eso me llamaban ‘el verde Michelini’. Y me llegaron a tratar hasta de cobarde, por no esperar hasta la maduración óptima, que implica sus riesgos. Por eso hice un vino que se llama "Verdes cobardes" (risas). Lo interesante es que al final del camino, y después estar muchos años en una vía alternativa, hoy muchos enólogos, incluyendo enólogos muy prestigiosos, de bodegas muy grandes, están hoy siguiendo el camino que yo empecé varios años atrás. Y me siento orgulloso de eso.

Para alguien que esté interesado en descubrir esa nueva Argentina, ¿qué nombres hay que seguir?

Hay que mirar a Sebastián Zuccardi, que siempre está innovando y haciendo vinos increíbles, superinteresantes, buscando la identidad del lugar. Está, por supuesto, Alejandro Vigil, el enólogo jefe de Catena, que es otro amigo. Y claro, mis hermanos, que están todos en el vino: Gerardo, con su proyecto Gen del Alma, y Juan Pablo, mi hermano más chico, que está al frente de Zorzal Wines, la bodega donde comenzó todo y que sigo asesorando.

¿Y esta pasión por el vino de dónde la heredaron?

Claramente viene de mi abuelo italiano, que era productor de vinos en Italia, y cuando llegó a Argentina, en los años 40, plantó su viñedo de malbec en Maipú.

¿Cómo ve el futuro del vino argentino?

Veo un futuro increíble, maravilloso. Creo que hay mucho por descubrir, pero ya se han dado pasos muy sólidos. Es una industria muy fuerte, que trabaja unida y creo que el hecho de que las grandes bodegas ya estén trabajando en el camino de la identidad propia nos augura un espléndido porvenir.

Fuente: http://www.eltiempo.com/entretenimiento/gastronomia/matias-michelini-invitado-a-expovinos/16617977
VÍCTOR MANUEL VARGAS SILVA
Editor de Domingo
En Twitter: @vicvar2

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