La cosecha más baja de la última década Un replanteo de fondo para gran cantidad de bodegas en Argentina
Con la cosecha casi finalizada los números son muy magros. Es que en la década nunca se descendió por debajo de casi 22 millones de quintales y este año apenas superará los 17 millones. Esto generará sin dudas un replanteo muy profundo de las estrategias empresarias tanto de corto como de largo plazo.
Los algo más de 17 millones de quintales de la cosecha 2016 se ubican un 28% por debajo de la 2015 y un 35% menos que el promedio de la década. Cuando los agrónomos más informados del sector recorrían en octubre del año pasado todo el país buscando uva y tratando de anticiparse al impacto del Niño haciendo acuerdos que les permitieran morigerar el impacto tanto en precio como en cantidad y calidad de la uva estaban lejos de suponer que sería de tal magnitud la merma.
Hoy la realidad se encargó de disipar los stocks de vinos acumulados que tanto preocupaban a fines de 2015 y que impulsaron un operativo de compra de vinos que anunció el mismo Mauricio Macri en una finca cercana al aeropuerto. La meteorología también disipó la discusión del porcentaje a mosto que todos los años forma parte de los acontecimientos de vendimia.

Pero no a todos les fue igual
Esta caída está altamente concentrada en Mendoza y en especial en la zona Este. Mientras que a nivel provincial la disminución se acerca al 40% en los departamentos más afectados y con la mayor producción nacional de uvas se ubica en el 49%. En contrapartida, la cosecha 2016 de San Juan está superando en casi 4% la del año anterior. Tampoco le fue tan bien a las localidades norteñas. Cafayate, la más importante, presentó una merma superior al 36% mientras que en el sur patagónico tuvieron una caída relativamente moderada si se la compara con el promedio nacional.
Esto último produjo un gran movimiento del mercado de uvas y luego de vinos a granel desde el sur argentino hacia Mendoza.

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Claramente reaccionaron los precios
La serie histórica del precio promedio de la uva Malbec en moneda constante de marzo de 2016 es elocuente. Se había llegado en 2015 casi al mínimo histórico lo cual había convertido a las inversiones en viñedos en inviables. Con 100 o 120 quintales de producción lo ingresos brutos de la explotación del varietal emblema apenas rondaban lo 64 mil pesos por hectárea, lejos, muy lejos de los 80 o 90 mil necesarios para cubrir costos. Y estamos hablando de la variedad estrella cuya demanda es la que menos se ha afectado en los últimos años de fuerte inflación del mercado doméstico y una caída considerable de la exportación.

Si lo que se habla en el mercado se convalida en los próximos meses cuando se cierren los contratos de compra de uva, el sector volverá a valores que se observaron en las temporadas 2010 y 2011, es decir alrededor de 1.500 pesos por quintal. Sin embargo, las condiciones son muy distintas. En aquel momento, las exportaciones argentinas estaban en alza, el tipo de cambio era de unos 17 pesos a valores de hoy, es decir un 15% mayor y el mundo salía de la crisis de 2008 y compraba más vino que hoy. Además, el Malbec estaba en su momento de esplendor a nivel internacional. Parte del crecimiento del precio de la uva se debió a la escasez de uvas tintas y parte a una demanda robusta, mientras que hoy este último factor no está y la merma de cosecha es la principal razón.
Los buenos precios de la temporada tampoco serán tan auspiciosos para los productores primarios pues la caída de rendimientos sólo disminuirá gastos de cosecha pero el resto de gastos fijos del año deberán ser afrontados con poca producción para vender.
Un replanteo profundo
Las muy malas condiciones económicas de los últimos años recayeron en gran medida en el precio de la uva. Como varias veces hemos señalado, la materia prima no tiene usos alternativos en la economía y cuando cae la demanda de vinos y suben otros costos, como los logísticos, de insumos o laborales, el impacto se amplifica sobre la materia prima. No es menos cierto que la escasez de cosecha levanta los precios fuertemente, como demuestra la actual temporada.
En los dos últimos años, según se desprende de los informes de la División Vinos del Banco Supervielle el Margen Bruto de las bodegas creció aunque lo hizo a expensas de un menor precio de la uva que llevó a muchos productores por debajo de la línea de financiamiento operativo de la actividad y lo que es más preocupante no mantuvieron un ritmo de inversión de reposición del capital invertido y mucho menos su ampliación.
Esto genera un gran desafío en los próximos años. Si las condiciones económicas mejoran y las bodegas proyectan una expansión de sus ventas tendrán en el abastecimiento de materias primas una dificultad estructural que demorará cierto tiempo en corregirse. Las bodegas más grandes tendrán un “tironeo” entre los ejecutivos de marketing y los de producción. Los primeros exigirán más fondos para posicionar las marcas en mercados cada vez más saturados tanto en el mercado doméstico como en el exterior. En el otro extremo, los ejecutivos de producción querrán ampliar el presupuesto de inversión especialmente en viñedos para disminuir su riesgo de abastecimiento. Allí estará la discusión y lamentablemente se hará en un contexto de todavía baja disponibilidad de fondos de inversión. Esta problemática será sin lugar a dudas más aguda en las empresas de menor envergadura cuya apuesta a la calidad es más fuerte.
Hoy la realidad se encargó de disipar los stocks de vinos acumulados que tanto preocupaban a fines de 2015 y que impulsaron un operativo de compra de vinos que anunció el mismo Mauricio Macri en una finca cercana al aeropuerto. La meteorología también disipó la discusión del porcentaje a mosto que todos los años forma parte de los acontecimientos de vendimia.
Pero no a todos les fue igual
Esta caída está altamente concentrada en Mendoza y en especial en la zona Este. Mientras que a nivel provincial la disminución se acerca al 40% en los departamentos más afectados y con la mayor producción nacional de uvas se ubica en el 49%. En contrapartida, la cosecha 2016 de San Juan está superando en casi 4% la del año anterior. Tampoco le fue tan bien a las localidades norteñas. Cafayate, la más importante, presentó una merma superior al 36% mientras que en el sur patagónico tuvieron una caída relativamente moderada si se la compara con el promedio nacional.
Esto último produjo un gran movimiento del mercado de uvas y luego de vinos a granel desde el sur argentino hacia Mendoza.
Claramente reaccionaron los precios
La serie histórica del precio promedio de la uva Malbec en moneda constante de marzo de 2016 es elocuente. Se había llegado en 2015 casi al mínimo histórico lo cual había convertido a las inversiones en viñedos en inviables. Con 100 o 120 quintales de producción lo ingresos brutos de la explotación del varietal emblema apenas rondaban lo 64 mil pesos por hectárea, lejos, muy lejos de los 80 o 90 mil necesarios para cubrir costos. Y estamos hablando de la variedad estrella cuya demanda es la que menos se ha afectado en los últimos años de fuerte inflación del mercado doméstico y una caída considerable de la exportación.
Si lo que se habla en el mercado se convalida en los próximos meses cuando se cierren los contratos de compra de uva, el sector volverá a valores que se observaron en las temporadas 2010 y 2011, es decir alrededor de 1.500 pesos por quintal. Sin embargo, las condiciones son muy distintas. En aquel momento, las exportaciones argentinas estaban en alza, el tipo de cambio era de unos 17 pesos a valores de hoy, es decir un 15% mayor y el mundo salía de la crisis de 2008 y compraba más vino que hoy. Además, el Malbec estaba en su momento de esplendor a nivel internacional. Parte del crecimiento del precio de la uva se debió a la escasez de uvas tintas y parte a una demanda robusta, mientras que hoy este último factor no está y la merma de cosecha es la principal razón.
Los buenos precios de la temporada tampoco serán tan auspiciosos para los productores primarios pues la caída de rendimientos sólo disminuirá gastos de cosecha pero el resto de gastos fijos del año deberán ser afrontados con poca producción para vender.
Un replanteo profundo
Las muy malas condiciones económicas de los últimos años recayeron en gran medida en el precio de la uva. Como varias veces hemos señalado, la materia prima no tiene usos alternativos en la economía y cuando cae la demanda de vinos y suben otros costos, como los logísticos, de insumos o laborales, el impacto se amplifica sobre la materia prima. No es menos cierto que la escasez de cosecha levanta los precios fuertemente, como demuestra la actual temporada.
En los dos últimos años, según se desprende de los informes de la División Vinos del Banco Supervielle el Margen Bruto de las bodegas creció aunque lo hizo a expensas de un menor precio de la uva que llevó a muchos productores por debajo de la línea de financiamiento operativo de la actividad y lo que es más preocupante no mantuvieron un ritmo de inversión de reposición del capital invertido y mucho menos su ampliación.
Esto genera un gran desafío en los próximos años. Si las condiciones económicas mejoran y las bodegas proyectan una expansión de sus ventas tendrán en el abastecimiento de materias primas una dificultad estructural que demorará cierto tiempo en corregirse. Las bodegas más grandes tendrán un “tironeo” entre los ejecutivos de marketing y los de producción. Los primeros exigirán más fondos para posicionar las marcas en mercados cada vez más saturados tanto en el mercado doméstico como en el exterior. En el otro extremo, los ejecutivos de producción querrán ampliar el presupuesto de inversión especialmente en viñedos para disminuir su riesgo de abastecimiento. Allí estará la discusión y lamentablemente se hará en un contexto de todavía baja disponibilidad de fondos de inversión. Esta problemática será sin lugar a dudas más aguda en las empresas de menor envergadura cuya apuesta a la calidad es más fuerte.
Javier Merino
jmerino@areadelvino.com
jmerino@areadelvino.com
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