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Disfrutar de un vino en un restaurante demanda estar atento a ciertos aspectos que hoy te contaremos.
Muchos comensales entran en pánico a la hora de ordenar una botella de vino en un restaurante. Sienten que pueden elegir un vino inadecuado para el menú, no saben si vale la pena pagar lo que figura en carta y hasta temen que la botella no lleguen en buenas condiciones. Estas preocupaciones son históricas, incluso hoy que los consumidores cada día saben más de vinos. Es por esto que recomendamos atender estas diez consignas para que la próxima vez que abramos una carta de vinos no nos transpiren las manos.
Pedir sugerencias. Todo restaurante desarrolla su carta de vinos de acuerdo al menú que ofrece. Por esto mismo, es recomendable consultar si en la carta existen los "elegidos del sommelier" o alguna selección especial. Incluso preguntar si hay menú maridado o auspiciado por alguna bodega, tendencia en ascenso que puede permitir disfrutar más de una etiqueta a precios promocionales.
Opción por copa. Si en la mesa no todos beben vino siempre alguien se queda con ganas de una copa. Para esto es ideal ir a restaurantes con oferta por copa, una alternativa para descubrir etiquetas nuevas o darse el gusto de saborear algún vino cuyo valor por botella puede ser muy elevado para el bolsillo.
Elegir el menú antes que el vino. Cuando visitamos un restaurante generalmente lo hacemos motivados por la propuesta gastronómica. Difícilmente elijamos dónde comer solo por la carta de vinos. Entonces es importante prestar atención al estilo de cocina, las preparaciones, ingredientes y cocciones para dar con el vino más indicado. Para esto es bueno consultar al camarero o sommelier las características de los platos y despejar cualquier duda.
Observar que comerá el resto de la mesa. La diversidad de vinos que ofrece hoy el mercado asegura un buen maridaje para cualquier plato. Por lo tanto, no hay que desalentarse si alguno de los compañeros de mesa pide un plato muy diferente al nuestro, siempre hay etiquetas versátiles que pueden compartirse. Será cuestión de consultar características de los platos y cuáles pueden ser los aspectos en común.
Prestar atención a la añada. El tiempo juega de manera muy diferente para cada vino y es por esto que el año de elaboración es determinante para ellos. Principalmente para los blancos. Salvo que se trate de un restaurante especializado en cosechas antiguas, lo ideal es asegurarse que disponen de añadas recientes y frescas. Por ejemplo, puede ser un riesgo ordenar un vino blanco con varios años en botella. Y si algún tinto añejo nos llama la atención no esta de más indagar cómo y dónde conservan las botellas.
El vino debe llegar a la mesa antes que la comida. Los platos salen de la cocina para ser consumidos de inmediato. Si el vino no ha sido servido cuando los platos llegan a la mesa el tiempo que demora el descorche y que sirvan las copas puede arruinar los sabores diseñados por el cocinero. Aunque parezca absurdo es un error muy común en varios restaurantes.
Corroborar etiqueta. Si bien para algunos resulta curioso que los sommeliers y camareros reciten el nombre, varietal y cosecha del vino una vez que lo acercan a la mesa, esto es un paso muy importante al vale la pena prestar atención. Se trata del momento en que el comensal debe confirmar que se trata del vino que pidió. Una vez aceptada la botella será tarde para arrepentimientos o devoluciones. Es por esto que hay que estar atento a este momento.
Controlar la temperatura. El tiempo que dura una cena o almuerzo nunca alcanza para enfriar una botella de vino. Quizás tampoco para templarla si llega demasiado fría. Así que tocar la botella para chequear la temperatura antes que la descorchen no está nunca de más. Incluso hay que reclamar la frapera si es que no la traen cuando el vino lo demanda. Que la temperatura del vino no sea la correcta puede arruinar la comida y la velada.
Exigir copas adecuadas. No hay que tener temor de pedir un cambio de copas si las que están en la mesa no son las ideales o presentan alguna falla o defecto. Como sabemos hay copas para vinos blancos, tintos y espumosos diseñadas para optimizar cada sorbo y un restaurante debe contar con ellas. Incluso ante cada cambio de vino o botella corresponde que lleguen nuevas copas.
¿Catar el vino? Es parte del protocolo de servicio que sirvan una pequeña medida para corroborar que el vino esta óptimo para ser bebido. Solo debemos probarlo y si todo está en orden el camarero o sommelier completará las copas de la mesa. Ahora, no todos saben cómo chequear la sanidad del vino, en esos casos lo ideal es confiar en el conocimiento de la gente a cargo del servicio quienes siempre huelen el corcho o incluso pueden testear el vino para constatar que la botella no presenta defectos.
¿Cuándo puedo pedir que me cambien la botella? La respuesta a esta pregunta siempre genera polémica. Básicamente por que cada ocasión es diferente así como cada botella. Los códigos del servicio establecen que el comensal puede solicitar que le cambien o repongan la botella solo cuándo el vino presenta algún defecto. Para evitar cualquier posible mal trago quiénes se encargan del descorche huelen el corcho e inspeccionan el vino antes de servirlo. Ahora, nadie es perfecto y este control puede fallar, en este caso el cliente puede demandar el cambio. Pero nunca un restaurante estará obligado a reponer una botella por que al comensal no le guste el vino o sienta que no fue la mejor selección. Es justamente por esto que previo al descorche se confirma que la botella es la elegida.
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