INTERNACIONAL Científicos chilenos logran producir vinos con bajo alcohol sin sacrificar la calidad

Puntos de partida para la reconversión


El autor fija las condiciones más complejas para llevar a cabo el proceso. Destaca que hay que tener en cuenta desde el mercado y su demanda, pasando por las condiciones agroecológicas, hasta la genética varietal y el uso y manejo del agua.

En los últimos años se ha puesto de manifiesto la necesidad de cambios en nuestro viñedo. Es lo que llamamos una nueva etapa de la reconversión vitícola. En el viñedo existente, por cierto muy diverso, hay condiciones permeables al cambio y otras no. En algunos casos, adecuaciones de manejo permiten sobrellevar esta etapa; en otros, los cambios son radicales y de tal profundidad que pueden implicar la erradicación de viñedos.
La lista es larga para ambas situaciones y en muchos casos son más grises que blanco y negro, pero hay al menos cinco situaciones críticas y de algún modo casi irreversibles o que, por lo menos, van a resultar de un costo insoportable modificarlas. Mencionamos sólo algunas de las situaciones más críticas que se pueden encontrar en nuestros viñedos.
1. Un producto sin mercado. Casi un determinante central. Los ítems que siguen siempre podrán salvarse con una inversión importante aunque no siempre justificada, pero todo esfuerzo es inútil frente a esta situación. La reconversión es ineludible hacia productos con mercado. Si es participando de organizaciones integradas horizontal y verticalmente mejor aún y con opciones de mercado interno y externo.

2. Condiciones agroecológicas marginales para el cultivo de la vid. Sólo a título enunciativo menciono algunas: alto riesgo de heladas primaverales o granizo, exceso de precipitaciones estivales y/o falta de suficiente frío invernal, vientos excesivos, aguas y suelos salinos y/o sódicos, suelos con freáticas y/o capas compactas.
Revertir una o más condiciones adversas implica costos a veces imposibles de abordar. Se debe reinvertir en áreas con condiciones agroecológicas óptimas, o nunca menos que subóptimas para el cultivo de la vid. Ya sea por sus características propicias para alcanzar altos rangos de productividad o calidad, o ambas condiciones a la vez.

3. Decrepitud irrecuperable del viñedo. Si bien la vid es una especie longeva, su productividad decae con el tiempo, acelerando este proceso las condiciones de estrés por sequía, heladas y granizo o manejo irracional del viñedo. La vid en nuestro medio padece un sinnúmero de plagas y enfermedades que provocan desde la pérdida de su productividad hasta la muerte de las plantas.
Entre éstas, la filoxera, los nemátodes, las enfermedades de la madera, bacteriosis y virosis que no suelen causar la muerte de las plantas pero son fuertemente detrimentales de rendimiento y en muchos casos de la calidad. No se debe insistir con lo irrecuperable.
Entre otras prácticas debiera desaconsejarse intentar el cambio varietal mediante el injerto, (sólo es viable en viñedos jóvenes y sanos), reconvertir sistemas de conducción de parral a espaldero, enriquecer la poda confiando que con agua y nitrógeno se recupera la productividad, recurrir a costosos tratamientos de suelo para bajar la incidencia de la filoxera, nemátodes y perla de tierra, replantar viñedos con la misma genética en el mismo lugar, etc. etc.

4. Una genética varietal poco plástica para el cambio. Las variedades adoptadas en nuestros tradicionales viñedos, no han atravesado modernos procesos de selección genética ni sanitaria, por lo que fueron más o menos aptas en su momento pero no permiten, por sus limitaciones intrínsecas o heterogeneidad, alcanzar mejores performances de productividad y de calidad.

Buenas prácticas de manejo en el viñedo contribuyen a mejoras, pero pronto muestran sus limitaciones ya sea operativas o por costos muy elevados. Hoy debemos optimizar el uso de la genética. En cualquier modo o grado de reconversión, recurrir a una genética direccionada al mercado y compatible con las condiciones agroecológicas del sitio. El nivel de especialización que permite la nueva genética y un elevado status patológico, no puede ser subestimado en ningún caso, ya sean injertos, replantes o plantación nueva.

5. Uno o más factores de costo insuperables. Tan tangible que a veces parece que es la única causa de falta de rentabilidad del viñedo. El costo del agua es y será en el futuro un importante factor de exclusión. La mano de obra y en menor medida el costo de los agroquímicos, son los otros factores definitorios.
Estos últimos están atados a otros factores como son las condiciones agroclimáticas adversas o sistemas de conducción perimidos, dependientes en alto grado de un uso generoso de mano de obra, inclusive de mano de obra especializada con los incrementos de costos consecuentes. Hoy es imprescindible diseñar un viñedo que permita bajar costos. Se debe adoptar una tecnología de conducción y manejo que minimice los costos más incidentes.

El riego presurizado se vuelve imperativo, tanto por las mejoras de eficiencia de uso del agua, como por el ahorro en mano de obra. El espaldero adaptado a la cosecha mecánica y otras labores mecanizadas, como la prepoda, el desmalezado, etc. En determinadas condiciones agroecológicas se deben descartar las variedades y clones más sensibles a enfermedades fúngicas como un modo de bajar el costo de agroquímicos.
Cada uno de los ítems precedentes merecería un tratado de varias páginas sobre el tema pero en esta nota sobra con mencionarlos. Los ítems 1, 2, 4 y 5, son de plena validez para nuevos proyectos. 
Finalmente, una, dos o más de estas condiciones adversas, en el viñedo, nos deberían conducir indudablemente a la reconversión y hacerla razonadamente, de modo que sea competitiva y sustentable.

Fuente: Cristobal Sola - http://www.losandes.com.ar/article/puntos-de-partida-para-la-reconversion

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