INTERNACIONAL Científicos chilenos logran producir vinos con bajo alcohol sin sacrificar la calidad

Hidromiel

Aunque haya perdido la popularidad que supo tener, nada le quita a la hidromiel el privilegio de haber sido la bebida más elegida de la humanidad por miles de años.


Antes que el vino, antes que la cerveza, antes que cualquier otra bebida alcohólica hoy conocida, estaba la hidromiel. Los registros más antiguos datan del 7000 a.C. en China. Fue consumida en todo el mundo, desde el actual territorio indio – la primera mención a esta bebida está en el Rig Veda, el más viejo de los textos sagrados hinduistas –,  pasando por Europa – se dice que era la preferida de Julio César –,  hasta América, donde una variante era consumida por los mayas.  Jugó un rol importante en varias culturas, como las nórdicas, y fue parte importante de la vida cotidiana a lo largo de muchos siglos. Si bien hoy no goza de la popularidad del pasado,  hubo una época en que la hidromiel era la reina indiscutible.

No se sabe cuándo ni cómo empezó a prepararse, pero los ingredientes  de esta bebida fermentada son más bien básicos: agua y miel. En su forma más primitiva, para prepararla basta hervir la mezcla y ponerla al sol en un recipiente durante varios meses. Luego se empezaron a utilizar levaduras para acelerar el proceso.

Varias mitologías le adjudicaron grandes poderes o simbolismos. Para los nórdicos, era sagrada. Se dice que el dios Odín no tomaba otra cosa, y era de rigor mandarse cuantiosos tragos antes de ir a la guerra. También era bastante corriente que se bebiera de los cráneos de los enemigos derrotados. Tan popular era, que de hecho los reyes vikingos y anglosajones residían en grandes construcciones llamadas “Salones de Hidromiel”, donde siempre había un fuego encendido y se recibía a los guerreros con cuernos de hidromiel. Adeás, estaba relacionada a la creación poética, como expresa el mito del Hidromiel de la Poesía, una bebida legendaria preparada con la sangre del sabio Kvasir que daba dotes para las letras a cualquiera que la probara.

En Centroamérica se preparaba el Balché, que aún hoy se bebe en ciertas partes de México y Guatemala, que no es otra cosa que una hidromiel con el agregado de corteza del árbol de balché. Emborracharse con Balché era imitar a los dioses, pues ellos se habían embriagado primero. Los españoles, al ver que era de uso sagrado, quisieron prohibir el Balché, al tiempo que imponían el cristianismo, pero al parecer se los convenció de que el Balché tenía beneficios para la salud.

En la literatura también hay numerosas menciones a la hidromiel. En el poema épico anónimo “Beowulf” se describen las costumbres nórdicas, mientras que otras obras que toman estas mitologías como referencia, desde “El Señor de los Anillos”, de J.R.R. Tolkien hasta Harry Potter, de J.K. Rowling, tienen menciones a esta bebida, además de la ahora popular “Canción de Hielo y Fuego” (adaptada a televisión con el nombre Juego de Tronos), de George R. R. Martin.

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