La despensa de semillas que salvará a la humanidad


En un archipiélago de Noruega, a 1300 kilómetros del Polo Norte, yace un búnker que podría volverse de vital importancia en caso de que se destruyeran los cultivos fundamentales del planeta.

¿Si se derritieran por completo los polos? ¿Si estallara una guerra nuclear? ¿Si un meteorito cayera sobre la tierra y nos hiciera desaparecer como a los dinosaurios? ¿Qué pasaría con los cultivos, con la comida? A no desesperar: en caso de que una tragedia de este tipo tuviera lugar, hay un banco de semillas escondido en el corazón del Ártico para ayudarnos a empezar de nuevo.

En lo alto de una montaña ártica azotada por el viento, a pocos kilómetros de la localidad de Longyearbyen, en la isla noruega de Spitsbergen, una enorme estructura se erige en medio de la nieve. Allí, detrás de una puerta de acero, se encuentra el Banco Mundial de Semillas de Svalbard, una despensa destinada a garantizar la supervivencia de las plantas más preciadas del mundo.
Savlabard es el nombre del archipiélago que, de hecho, constituye la primera barrera para acceder al bunker, que está a 1.300 kilómetros del Polo Norte. Y aunque hay muchos vuelos desde Noruega y las aventuras árticas están creciendo en popularidad, la población es mínima y el turismo masivo aún no ha llegado a estas latitudes. 


Una vez superados los obstáculos naturales, para acceder a este escondite no hace falta mucha tecnología, sino una simple llave que abre una puerta de acero común y corriente. Adentro, una fila de cascos de seguridad que hay que utilizar para acceder a la segunda puerta que, a su vez, conduce a un túnel cubierto de concreto que desciende suavemente hacia las profundidades de la montaña, donde la temperatura es de 4 grados bajo cero.

Para llegar a la "catedral", una vasta caverna que conduce a las despensas propiamente dichas, hay que superar otra puerta, incrustada en el hielo. Tras ella, el aire se mantiene a 18 grados bajo cero.

La despensa tiene hileras de estantes y cada uno está repleto de grandes contenedores de plástico; en su interior hay pequeños paquetes con semillas. Son 865.871 paquetes que representan más de 5.000 especies y cerca de la mitad de los cultivos de alimentos más importantes del mundo. Hay semillas de África, Asia, América, e inclusive, hay cajas de Corea del Norte.

Un centro regional de investigación sobre agricultura en áreas secas tenía su sede en Alepo, Siria. Los cortes de electricidad y la guerra civil hicieron imposible el trabajo de esta institución. Así fue como las semillas iniciaron un largo camino hasta llegar al búnker.



La mayoría de los países tienen sus propias reservas de variedades de plantas clave y el banco es solo un respaldo de esas semillas. Este lugar cobra más relevancia para los países cuyos bancos de semillas se encuentran constamente amenazados por inundaciones o donde la agricultura industrial ha reducido tanto la variedad genética que las plagas podrían ser catastróficas. También para los lugares en donde las proyecciones de cambio climático lucen amenazantes para los suministros de alimentos.

UN BÚNKER EN ACCIÓN
Pocos días atrás -y mucho antes de lo que nadie hubiese anticipado- la bóveda cumplió por primera vez con su objetivo primordial: algunas de las semillas sirias fueron retiradas de sus gélidos estantes para ser usadas en Medio Oriente: 128 cajas de un total de 350 originalmente enviadas desde Alepo atravesaron el túnel lleno de puertas para viajar al Líbano y a Marruecos.

Estas semillas vienen de plantas cultivadas en zonas donde surgió la agricultura, en la llamada "medialuna fértil" y ahora serán plantadas para duplicarse. Pronto habrá agricultores en Medio Oriente cuyas futuras cosechas podrán producir mayores rendimientos o plantas más resistentes a las sequías, todo gracias a los paquetes de semillas que un día fueron almacenadas en un búnker seguro en la ladera de una solitaria montaña del remoto Ártico.



Esta arca de Noé de la semillas es administrada por el gobierno norvegese (que financió su construcción), el Global Crop Diversity Trust (integrado por la FAO -Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura- y el Nordic Genetic Resource Center (cento de estudios nacido y apoyado por los países del norte de Europa). El concepto detrás de este proyecto es simple: si se destruyeran los cultivos del mundo, sobre todo los de alimentos clave, se podrá contar con las muestras de ellos y volver a empezar a cultivarlos. 

Por esta razón, la entrada está a 130 metros por sobre el nivel del mar, una altura muy por encima de las proyecciones más negativas en torno a cuánto puede aumentar el nivel de los océanos si se derriten por completo las capas de hielo polar en los próximos siglos. Y al estar enclavado en medio de las rocas, el refugio hace que las semillas sean también inmunes a la guerra: Svalbard está muy lejos de cualquier conflicto militar, pero incluso si uno explota en el Ártico y una bomba aterrizara allí, no podría en teoría destruir el banco.

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