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En su columna habitual Anabella Alcuaz nos trae un tema central eje del actual debate en la industria del vino: la huella hídricaMucho se habla del cambio climático y todo indica que el tema se ha instalado y ha pasado a ser incuestionable. El concepto de calidad que el consumidor tradicional tenía de un producto ha cambiado. Hoy en día, la concepción de excelencia de un producto no se queda solo en su valor intrínseco si no que evalúa también la calidad ambiental que lo rodea.
La industria vitivinícola muestra signos de ser consciente del rol que le toca cumplir como una de las actividades agrícolas de más sofisticación y prestigio, a la cual otros sectores miran como ejemplo de desarrollo, acceso a mercados y comunicación de sus productos.
Entre los desafíos que empieza a enfrentar la vitivinicultura se encuentra la disponibilidad de agua, ya sea debido a la reducción de las precipitaciones por el cambio climático, el aumento de las temperaturas y el aumento de la radiación solar en muchos lugares.
En general los especialistas afirman que estas cuestiones generarán presiones adicionales sobre los recursos hídricos y Argentina no estará exenta de esa realidad. Hay muchas bodegas que certifican la huella de carbono midiendo las emisiones de este gas de efecto invernadero que rodean a la producción y venta de un vino. Por estas mismas razones, la medición de la huella de agua es también de creciente importancia y hay varias bodegas que están incorporando la gestión de este recurso en el proceso de producción. En tal sentido, la especialista, Ingeniera Química Bárbara Civit (investigadora del CONICET) sostiene que la huella hídrica es la más recientemente definida y se refiere al cálculo del volumen total de agua consumida o contaminada para producir un bien.
La industria vitícola está trabajando en la reducción del uso del agua, su captura y reutilización. La elaboración de un vino genera grandes cantidades de agua residuales, especialmente a través de la limpieza de maquinarias, suelos e instalaciones. Todos estos efluentes deben ser depurados hasta poder ser vertidos al alcantarillado o cauce público, y así reducir su impacto ambiental. Otra de las medidas a tener en cuenta es la gestión de los suelos vitícolas, que podría pensarse como una cuestión inseparable a la hora de hablar de sustentabilidad. Es necesario mantener los suelos cubiertos y así aumentar la materia orgánica y almacenar el carbono atmosférico. Al mejorar estructura del suelo se puede aumentar la capacidad de retención de agua que esta manera puede almacenarse.
En la Argentina existe el foro argentino por la vitivinicultura sustentable (FIAVIS), un ente multidisciplinario que procura generar prácticas que aseguren la sustentabilidad de la industria vitivinícola del país. Este ente aspira a generar conciencia tanto en la sociedad como en la industria vinícola acerca de cómo implementar políticas de desarrollo sustentable.
Para finalizar, me gustaría compartir una reflexión de un gran enólogo español, Miguel Torres, de Bodegas Miguel Torres, quién ha sido pionero en sus bodegas españolas y chilenas, en la implementación de prácticas sustentables. "Todo esto será posible, pero debe existir una voluntad común. Si no es así, la tarea será mucho más difícil. En definitiva, la gran pregunta que nos podemos hacer es: ¿Qué les diremos a nuestros hijos o a nuestros nietos cuando nos pregunten qué pasó a principios del siglo XXI? ¿Qué hicimos para solucionar las cosas cuando fuimos conscientes del problema? Ojalá que les podamos explicar que nos movimos, que hicimos todo lo posible y que, por eso, el planeta pudo seguir siendo un planeta verde y agradable de ser habitado.”
Anabella Alcuaz es Gerente de Patagonia Vinos, una empresa comercializadora de vinos en la Patagonia y vinoteca de la ciudad de Bariloche. Graduada en Londres del Diploma en Comercialización y Distribución de Vinos, y Educadora Certificada del WSET -Wine and Spirits Education Trust-, profesora de C.A.V.E (Centro Argentino de Vinos y Espirituosas).
Entre los desafíos que empieza a enfrentar la vitivinicultura se encuentra la disponibilidad de agua, ya sea debido a la reducción de las precipitaciones por el cambio climático, el aumento de las temperaturas y el aumento de la radiación solar en muchos lugares.
En general los especialistas afirman que estas cuestiones generarán presiones adicionales sobre los recursos hídricos y Argentina no estará exenta de esa realidad. Hay muchas bodegas que certifican la huella de carbono midiendo las emisiones de este gas de efecto invernadero que rodean a la producción y venta de un vino. Por estas mismas razones, la medición de la huella de agua es también de creciente importancia y hay varias bodegas que están incorporando la gestión de este recurso en el proceso de producción. En tal sentido, la especialista, Ingeniera Química Bárbara Civit (investigadora del CONICET) sostiene que la huella hídrica es la más recientemente definida y se refiere al cálculo del volumen total de agua consumida o contaminada para producir un bien.
La industria vitícola está trabajando en la reducción del uso del agua, su captura y reutilización. La elaboración de un vino genera grandes cantidades de agua residuales, especialmente a través de la limpieza de maquinarias, suelos e instalaciones. Todos estos efluentes deben ser depurados hasta poder ser vertidos al alcantarillado o cauce público, y así reducir su impacto ambiental. Otra de las medidas a tener en cuenta es la gestión de los suelos vitícolas, que podría pensarse como una cuestión inseparable a la hora de hablar de sustentabilidad. Es necesario mantener los suelos cubiertos y así aumentar la materia orgánica y almacenar el carbono atmosférico. Al mejorar estructura del suelo se puede aumentar la capacidad de retención de agua que esta manera puede almacenarse.
En la Argentina existe el foro argentino por la vitivinicultura sustentable (FIAVIS), un ente multidisciplinario que procura generar prácticas que aseguren la sustentabilidad de la industria vitivinícola del país. Este ente aspira a generar conciencia tanto en la sociedad como en la industria vinícola acerca de cómo implementar políticas de desarrollo sustentable.
Para finalizar, me gustaría compartir una reflexión de un gran enólogo español, Miguel Torres, de Bodegas Miguel Torres, quién ha sido pionero en sus bodegas españolas y chilenas, en la implementación de prácticas sustentables. "Todo esto será posible, pero debe existir una voluntad común. Si no es así, la tarea será mucho más difícil. En definitiva, la gran pregunta que nos podemos hacer es: ¿Qué les diremos a nuestros hijos o a nuestros nietos cuando nos pregunten qué pasó a principios del siglo XXI? ¿Qué hicimos para solucionar las cosas cuando fuimos conscientes del problema? Ojalá que les podamos explicar que nos movimos, que hicimos todo lo posible y que, por eso, el planeta pudo seguir siendo un planeta verde y agradable de ser habitado.”
Anabella Alcuaz es Gerente de Patagonia Vinos, una empresa comercializadora de vinos en la Patagonia y vinoteca de la ciudad de Bariloche. Graduada en Londres del Diploma en Comercialización y Distribución de Vinos, y Educadora Certificada del WSET -Wine and Spirits Education Trust-, profesora de C.A.V.E (Centro Argentino de Vinos y Espirituosas).
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