| | | | | | El crecimiento que ha experimentado el Torrontés en los últimos años
es innegable, no sólo por el salto en cuanto a volúmenes comercializados
-especialmente fuera del país- sino también por la evolución que ha
tenido en cuanto a la calidad.
Sin dudas, el primer factor fue
una consecuencia de la segunda variable: al lograrse vinos más elegantes
y bebibles, el mundo se fue abriendo a esta cepa blanca que se ha
constituido en todo un símbolo para la vitivinicultura argentina.
Alejandro
Nesman, enólogo de la bodega que Piattelli Vineyards posee en Cafayate,
destacó en diálogo con iProfesional que actualmente ya no hay dudas
acerca de su origen: "El ADN del Torrontés indica que sus progenitores
son la Criolla Chica y el Moscatel de Alejandría. El cruzamiento
genético entre estas dos cepas ocurrió en forma espontánea durante el
largo período colonial".
El enólogo recordó que hace décadas, los
Torrontés eran vinos excesivamente aromáticos, muy intensos, hasta
perfumados, "pero carecían de elegancia y equilibrio en boca, sobre todo
porque no tenían acidez y resultaban muy amargos".
Sin embargo,
de la mano de un trabajo metódico -tanto en bodega como en los viñedos-,
los ejemplares que se están elaborando en la Argentina "son mucho más
equilibrados y sin gustos amargos", indicó Nesman.
Fue de la
mano de esta modernización en la que avanzaron las bodegas -que permitió
alumbrar ejemplares mucho más amables y de perfil internacional- que el
Torrontés dejó de ser un vino "local" para llegar a los principales
mercados del mundo.
Así, de realizarse exportaciones marginales,
se pasó a un crecimiento sostenido en el nivel de envíos, una tendencia
que, en gran medida, se pudo dar sólo bajo el paraguas que propició el
fenómeno del Malbec, la gran punta de lanza de la vitivinicultura
nacional en el exterior.
Para las bodegas, la posibilidad de
comunicar las características que desarrollaba una cepa tinta como el
Malbec en los diferentes terruños y, además, mostrarle a los
consumidores del exterior las cualidades de una variedad blanca única,
conformaba una estrategia sólida.
Ya en 2005, por ejemplo, cuando
se consolidaba el furor del Malbec en plazas estratégicas como Estados
Unidos, las ventas al mundo de Torrontés alcanzaron los 4,7 millones de
litros.
El récord llegó en 2012, cuando las bodegas concretaron
exportaciones por casi 10 millones de litros, lo que equivalía a unas
35.600 botellas despachadas por día.
Sin embargo, la pérdida de
competitividad cambiaria, en un contexto en el que los principales
países productores se fueron volviendo cada vez más agresivos en
términos comerciales, impusieron una difícil realidad para las empresas
nacionales.
En ese contexto, las exportaciones generales cayeron y
el Torrontés no pudo escapar de la tendencia: en 2014, los envíos
treparon hasta los 9 millones de litros, ubicándose por encima de los
registros de un difícil 2013, pero aún por debajo del récord.

En
términos de divisas, las ventas al exterior mostraron una tónica
similar: los u$s24 millones registrados en 2014 implicaron una caída del
12% respecto al pico histórico, alcanzado en 2011, según datos del
Observatorio Vitivinícola Argentino.

Y
el arranque del 2015 tampoco arroja cambios significativos: tras el
agravamiento de la pérdida de competitividad, en un contexto en el que
las monedas de países competidores -como el peso chileno- se fueron
devaluando, las exportaciones de vino embotellado volvieron a caer en el
primer bimestre. Y el Torrontés volvió a quedar preso de la coyuntura
cambiaria.
¿Una variedad "incomprendida"?
Sin
embargo, al analizar la opinión de los críticos internacionales, se
observa que la errática performance del Torrontés en los mercados
externos no obedece únicamente al valor del dólar, sino que respondería
también a un problema más preocupante: la cepa estrella, que es única
por la forma en que surgió, también sería difícil de interpretar por los
paladares del exterior.
Esta es una de las conclusiones que
arrojó la última edición del Argentina Wine Awards, el certamen que cada
año se organiza en Mendoza y en el que se premian a los mejores
ejemplares de exportación.
En la última edición, que se
desarrolló en febrero pasado, el jurado estuvo conformado exclusivamente
por profesionales mujeres, tanto de la Argentina como del exterior. Y
en los sucesivos paneles de análisis que se ofrecieron, la conclusión
que dejaron las expertas generó preocupación entre los bodegueros.
Las
profesionales no se mostraron impresionadas por las características de
la cepa blanca. Por el contrario, aseguraron que era tiempo de potenciar
otras variedades y hasta hicieron un llamado a dejar de insistir con el
Torrontés.
Por ejemplo, Shari Mogk Edwards, responsable del
departamento de marketing de LCBO, la mayor tienda de vinos de Canadá,
fue muy directa al respecto: "Necesitan reemplazar al Torrontés por el
Sauvignon Blanc".
Por su parte, Annete Scarfe, Master of Wine y
consultora experta en el mercado de Hong Kong y Singapur, tampoco fue
muy contemplativa con esta cepa: "Al Torrontés no se lo entiende".
En
tanto, la periodista estadounidense Susan Kostrzewa, afirmó que "el
Torrontés es un gran vino, pero es un estilo que tiene problemas en el
mercado de EE.UU.".
A la hora de entender por qué esta variedad
tan representativa de la vitivinicultura nacional está encontrando
dificultades para conquistar a los paladares del mundo, la sommelier
Marina Beltrame aseguró a iProfesional que "uno de los grandes
atractivos de los vinos, ya sea rosados, blancos, tintos o espumantes,
es la acidez. Porque la acidez te arma un vino. Y el Torrontés,
justamente, es una de las cepas que tiene menor acidez. Y esto es algo
que al paladar internacional le cuesta mucho asimilar".
"En lo
personal, me encanta el Torrontés, pero entiendo que en el mundo tienen
otro registro y no se enamoraron de la variedad", concluyó la experta.
A
diferencia de lo que ocurre con las exportaciones, los despachos al
mercado interno vienen en franco ascenso, a punto tal que en 2014 el
Torrontés totalizó 12,8 millones de litros, marcando un nivel récord
para los últimos años -sin considerar los registros de hace décadas,
cuando en la Argentina se consumían 90 litros per capita-.

Claro
que la mirada un tanto escéptica de los gurúes -especialmente de los
del exterior- contrasta con la confianza que siguen mostrando los
bodegueros y enólogos locales, para quienes lo mejor está por venir.
Ignacio
Velasco, gerente general de Finca Quara -una de las bodegas referentes
en materia de Torrontés- destacó que "en el mercado interno, esta cepa
ya tiene su espacio, por lo tanto, el potencial de crecimiento a futuro
será más acotado y dependerá de la evolución del contexto general".
En
tanto, en el plano externo, el directivo reconoció que "el hecho de ser
una variedad no sólo con características particulares, sino también que
es cultivada solamente en la Argentina y, por lo tanto, es menos
conocida a nivel mundial, hace que se requiera de un mayor tiempo para
lograr aceptación en los mercados internacionales".
Sin embargo, consideró que "en mundo, el potencial que tiene sigue siendo muy positivo".
"En
nuestro caso particular, las mayores distinciones que hemos obtenido a
lo largo del último año, fueron gracias al Quara Torrontés,
especialmente en el mercado americano", completó.
Por su parte,
Nesman no ocultó su entusiasmo: "En lo personal espero que en la próxima
década el Torrontés sea reconocido en todo el mundo y alcance la fama
del Chardonnay, el Sauvignon Blanc o el Pinot Grigio".
Lejos de
tratarse de una mera cuestión de deseos, el enólogo afirmó que hoy está
la materia prima y el know how necesarios para que esto ocurra: "En la
Argentina se está trabajando para que el Torrontés no sea sólo una moda.
Para que se transforme en un vino clásico e internacional".
© Por Juan Diego Wasilevsky - Editor Vinos & Bodegas iProfesional -  | | | | | | | | | | | | |
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