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Bajo el encanto de los Valles Calchaquíes, la
Vendimia Solidaria propone a los turistas cosechar uvas, mezclar cepas y
probar los mejores vinos de la región.
Una vez en el pueblo, predominan las casas de techos bajos y la
arquitectura colonial. La plaza principal está rodeada de restaurantes
típicos donde se pueden comer tamales, humitas y las infaltables
empanadas salteñas, con papa y salsa a base de tomate y pimienta de
cayena. Frente a ella, la Catedral, que data de 1890 y 1895, conserva
una imagen de Nuestra Señora del Rosario, que está sentada y que los
locales llaman “La Sentadita”. La Última Pulpería, un salón antiguo
donde se vende todo tipo de quesos y especias, y las ferias de
artesanías, donde se pueden comprar tejidos autóctonos, le dan el
detalle pintoresco que convoca a turistas de toda la región.
Vino propio. En esta zona de Salta, el clima es
árido y ofrece días cálidos, noches frías y una gran amplitud térmica,
ideal para la vitivinicultura. Es por eso que es común ver pequeños
viñedos en los patios de las casas. Muchos de los habitantes cosechan en
sus propios terrenos para luego hacer vino patero y venderlo a los
turistas. Pero el gran atractivo de Cafayate son sus históricas bodegas y
sus vinos de altura. En pleno pueblo se encuentran las fincas más
tradicionales.
El primer destino es la Bodega El Porvenir de Cafayate, ubicada a
pocos kilómetros del centro de la ciudad. Allí, el calor de la tarde no
les impide a unas 15 personas cosechar sus propios racimos de torrontés
y llenar unas gamelas mientras Mariano Quiroga Adamo, el viticultor de
la casa, explica el proceso. No son cosecheros, son turistas en busca de
nuevos sabores. La novedosa actividad forma parte de la Vendimia
Solidaria que realiza desde el año pasado la Fundación Cafayate y que
busca recaudar fondos para aunar las necesidades del sector público y
privado. Entre los turistas hay salteños, tucumanos, porteños y una
francesa que quiere abrir un emprendimiento de producción de vinos en su
país.
“Nunca en mi vida había cosechado”, se entusiasma un hombre de 40
años mientras corta un racimo de uvas justo desde su tallo. Algunos ríen
y otros se apuran a llenar el balde en una competencia imaginaria. A la
cosecha en el viñedo le sigue una degustación de un torrontés “goloso”,
un Malbec dulce y un Tannat intenso, acompañados de empanadas de carne
cortadas a cuchillo con papa y choripanes con lechuga y tomate, en la
hermosa finca del lugar.
En la bodega de Finca Quara se realizan visitas guiadas y una
actividad poco común. Los turistas tienen la chance de cortar los vinos,
mezclar las diferentes cepas y probar lo que realizaron. “Nunca había
hecho así”, se ríe una salteña, mientras agarra un copón en el que
colocó 30% Malbec, 30% Tannat y 40% de Cabernet Sauvignon. Muchos ríen y
el vino relaja. Más tarde, todos disfrutan de carnes de la zona,
acompañadas con ensaladas y berenjenas al escabeche. Todo en una mesa
alargada en uno de los patios internos de una casona de estilo
renacentista que linda con la bodega y se ubica al pie de los cerros. Un
auténtico monumento arquitectónico y una de las construcciones más
antiguas de la región. “Nosotros nos enteramos casi de casualidad, pero
nos encantan este tipo de cosas”, detallan dos hermanos de Salta
capital, que se escaparon el fin de semana junto a sus parejas para
disfrutar de un poco de vino.
En la Bodega Vasija Secreta, la más antigua del valle, también se
pueden encontrar actividades diferentes. Aquí, a aquellos turistas que
quieran aprender a cosechar se los lleva a los viñedos en un remolque
sin techo que tiene bancos de madera atornillados y que es guiado por un
pequeño tractor. En el viñedo, hombres de más de 60 años, jóvenes y
hasta unas turistas alemanas se animan a probar las uvas dulces y claras
que crecen entre unas flores violetas que en el lugar todos llaman
“enredaderas” y se las considera un yuyo. Gabriel, uno de los
cosecheros, explica cómo es su trabajo diario y todos escuchan. En un
día normal asegura que puede llenar entre 6 y 8 gamelas por hora y unas
100 en una jornada de 8 horas. Por cada gamela al cosechador se le da
una ficha que varía de valor dependiendo si las uvas son para vino
blanco o para vino tinto y que luego cambian por dinero.
En La Estancia de Cafayate, un club de campo de 550 hectáreas que
integra golf y caballos, se puede almorzar al aire libre entre sus 72
hectáreas de viñedos distribuidos en forma de parral y espaldero. El
lugar se destaca por su espectacular vista a los cerros andinos, pero
también por poseer un exclusivo club house, una cancha de polo, campos
de pastura para caballos y una cancha de golf de 18 hoyos. “Esta una
experiencia muy interesante”, se alegra una coqueta señora tucumana, que
disfruta del atardecer, mientras toma una copa de torrontés y una
fuerte brisa comienza sentirse. Hace calor pero hace días que el sol no
sale de entre las nubes. El cerro Chuscha se impone desde la cordillera
andina. Con sus nevadas es el responsable de brindarle agua a la
población y de alimentar los viñedos más tradicionales del país.
Fuente: http://7dias.infonews.com/2015/03/21/7dias-191191-experiencia-cafayate.php
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