Restaurantes a Puertas Cerradas
No son tendencia ni tampoco una innovación en el mundo
gastronómico. De hecho, hace más de cinco años que funcionan en
diferentes ciudad es del mundo, incluida Buenos Aires. Sin embargo, hay
muchos que todavía no han vivido este tipo de experiencia y no conocen
acerca de la dinámica. Sea por tradicionalistas o bien porque nunca lo
consideraron como opción a la hora de salir, los restaurantes a puertas cerradas ofrecen distintos elementos que no se encuentran en otros sitios.
El principal atributo de estos lugares es
que uno va a comer a la casa del chef que es quien te abre la puerta, te
cuenta sobre los platos que vas a comer y te despide. Por supuesto que
en todos hay ayudantes de cocina, camareros y/o recepcionistas también,
ya que los dueños de este tipo de restaurantes apuestan fuerte a la
atención personalizada que se puede brindar en un espacio en donde hay
como mucho quince mesas.
Un ejemplo de esta atención individual es Toro777,
un espacio para catorce comensales ubicado en Villa Crespo. Allí te
recibe Christian y te cocina Guillermo. Entre las premisas de este
restaurante a puertas cerradas se encuentra el ambiente íntimo y
relajado. Por eso, si el clima acompaña, te invitan a llegar a eso de
las 21:30 hs. para arrancar la noche con un tragos la terraza.
Cuando estés por elegir a cuál de todos vas a ir, es
preferible tener bien pensado qué es lo que querés comer ya que es su
mayoría no tienen una amplia carta para seleccionar plato sino, un menú
armado de antemano. Existen los que ofrecen dos opciones para cada paso y
los que tienen una propuesta más cerrada para la comida. De todas
formas, los menús cambian mes a mes o semanalmente. Así que, si no te
interesa la oferta gastronómica de esa ocación podés reservarlo para ir
en otro momento.
Por ejemplo en Paladar Buenos Aires, en donde sus dueños Pablo e Ivana -el chef, ella sommelier- preparan un menú de cinco pasos que se va modificando cada semana.
Más allá de las dinámicas más básicas de funcionamiento de
este tipo de restaurantes, todos tienen ideas totalmente diferentes,
desde la cocina hasta el ambiente.
Otro caso es Dantón Cuisin,
un pequeño restaurante liderado por el chef Fernando Santos. Acá el
concepto es romántico y simple: paredes blancas con cuadros que decoran
el espacio muy agradablemente, espacios amplios y muy tranquilo.
Atención hiper personalizada -ya que hay cuatro mesas- y el chef recorre
cada una describiendo cada plato. Ideal para ir en pareja y disfrutar
de algo totalmente diferente con platos muy elaborados.
En la vereda opuesta -en cuanto al concepto- se encuentra Almacén Secreto Club.
Una casa del barrio de Colegiales en donde sus dueñas invitan a quienes
quieran festejar un cumpleaños, aniversario, bautismo, reuniones de
trabajo u otro evento de una forma original, a hacerlo allí. Tienen un
amplio jardín para pasar las noches al aire libre y una galería de arte,
que funciona como recepción. Además tienen una carta abierta -de platos
tradicionales y algunas osadías- en vez de menú fijo, como la mayoría.
Todos los visitantes de este tipo de oferta gastronómica
coinciden en un punto: la atención siempre es diligente, amable y
agradable en la mayoría de los lugares. Un aspecto que en los
restaurantes tradicionales algunas veces es descuidado y provoca frases
como “no vuelvo más”.
Algo a tener en cuenta. La mayoría de los espacios a
puertas cerradas tienen un precio promedio de entre $250 y $300 por
persona -hay más caros, por supuesto, pero son los menos- en donde se
comen menúes de hasta cinco pasos con platos gourmet, bien
caseros y preparados atención y detalle. Estos valores son los mismos
que se suelen manejar en un restaurante habitual por menúes de dos
pasos.
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