Pronóstico de producción

La cosecha de uvas no augura rentabilidad para los productores

Con el último pronóstico de cosecha del INV la situación del sector está lejos de encontrar un equilibrio de largo plazo. La rentabilidad global es negativa y ni los varietales de alta gama pueden esperar precios que logren sustentabilidad de largo plazo.
Javier Merino
jmerino@areadelvino.com

MEDANOS ORGANICO
Esta semana se difundió un nuevo pronóstico de cosecha global que la ubica algo por encima de la de 2014 y aunque las condiciones climáticas son inestables y puede haber correcciones a la baja los números anticipan que la situación de excedentes que aqueja hoy a la industria está lejos de resolverse por causas naturales. El pronóstico coincide con el promedio de los últimos 15 años y esta producción se enfrenta a condiciones de demanda de vinos declinante.





La vitivinicultura argentina viene de un proceso de cuatro años con una facturación global en declinación por factores externos que la afectan especialmente. La demanda nacional de vinos luego de varios años de un suave crecimiento de su facturación -consecuencia de una transformación interna del consumo que mantuvo los niveles por habitante pero cambió fuertemente su mix hacia vinos de mayor precio- tuvo en 2014 una gran caída, como la mayoría de los bienes de consumo masivo, y disminuyó la facturación global casi un 16% en moneda constante. Menor ingreso de la población y elevados niveles de inflación afectaron seriamente la demanda de vinos.

En el frente externo, la situación del sector viene declinando desde 2009, año en el que se lograron los mayores niveles de ingresos. Luego, un tipo de cambio cuya evolución nominal estuvo por debajo de la inflación hizo perder importantes volúmenes de envíos al exterior (más de 2,5 millones de cajas) en las franjas de precios más bajas y menos competitivas. Es así que la menor demanda de vinos impactó negativamente en los precios de la materia prima, tanto de uva como de vino de traslado.



Un cambio en la demanda de vinos
En los últimos 8 años la venta total de vinos argentinos ha crecido a una tasa del 0,7% anual en valor (medido en moneda constante) mientras que ha descendido un 5,4% anual en volumen. Así, los vinos de más alto precio han tenido una evolución favorable en facturación y volumen mientras que para la base de la pirámide la situación ha sido exactamente la contraria. Por ello, la acumulación de varios años de este fenómeno ha resultado tan impactante en la generación de stocks de vinos que hoy tienen poca salida tanto en el mercado doméstico como en la exportación. Si los pronósticos de producción se cumplen seguirán quedando excedentes de estos vinos y aunque la asistencia de fondos estatales tienda a morigerar su impacto no tendrá consecuencias en el largo plazo pues se trata de un fenómeno de caída estructural de la demanda que no es acompañada con una reestructuración de la oferta.

Ya en 2014 el valor bruto de la producción por hectárea promedió para todo el país y para todas las variedades los 43 mil pesos y tocó así el mínimo de la década y los pronósticos para 2015 no difieren sustancialmente. El promedio de los años 2005 a 2009 fue de 54 mil pesos, período que puede ser considerado relativamente normal en cuanto a demanda de vinos y contexto macroeconómico; es decir un 25% por encima de los valores actuales.

Si se observa la evolución en moneda constante del precio de la uva o del vino de traslado a lo largo de la década nos ubicamos en el mínimo histórico, independiente si se trate de una de las uvas más cotizadas como es el Malbec o las de menor precio como son las rosadas cuyo destino es el vino básico. Claramente estamos frente a una conjunción de factores externos al sector como es la caída de demanda de ciertos vinos y un contexto macroeconómico nacional agresivo que condiciona su crecimiento en el corto plazo. A esto se agrega, en el caso de la exportación, el aumento de rivalidad esperado en algunos mercados como el norteamericano donde los vinos europeos se harán más competitivos como consecuencia de la apreciación del dólar frente al euro.





La caída de rentabilidad
La combinación de todos los factores mencionados se pone de manifiesto en la rentabilidad de producción de uvas para vinificar. Si tomamos el valor de la producción por hectárea frente a los costos de producción para el caso del Malbec podemos sacar conclusiones para el resto de las variedades. En la temporada 2014 el ingreso promedio por hectárea de Malbec alcanzó una cifra de 43.200 pesos frente a costos de 40.800 pesos. Es decir que dejó un excedente de 2.400 pesos por hectárea lo que obviamente no puede mantener la inversión del viñedo. Estos números son un promedio y hay regiones que fueron algo más excedentarios pero también hay varias que fueron deficitarias.

Claramente, si el varietal estrella de la Argentina no es sustentable en el largo plazo menos lo serán una gran cantidad de variedades y regiones que están muy por debajo. De persistir los factores que afectan negativamente al sector los reclamos ya no serán por los excedentes de vinos de baja colocación sino que se expandirá al total. Sin perjuicio de ello, si cambian las situaciones de contexto macroeconómico, la vitivinicultura argentina tiene un futuro muy atractivo lo cual no implica que no deban realizarse ajustes estructurales en superficie plantada de materias primas cuyos productos no tienen mercado o su demanda continúa cayendo. 

Javier Merino
jmerino@areadelvino.com

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