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“Panza llena, corazón contento” es uno de los dichos más
conocidos en nuestro país. ¿Será porque la comida genera recuerdos y
reúne a personas queridas alrededor de una mesa? o ¿porque a través de
la comida se cuentan y transmiten historias? Si buscamos una única
respuesta correcta al por qué, seguramente fracasemos en el intento. En
el afán de comprender cómo se llega a obtener un corazón contento a
través de la comida, es que decidimos charlar con grandes del mundo de
la gastronomía para que nos cuenten su experiencia.
Hace más de veinte años que Filo es un referente de cocina italo-veneciana. Su dueño e inventor es Deni Dbiaggi,
un italiano que recorrió varias ciudades del mundo antes de instalarse
en Argentina y convertirse en pionero, gracias a las comidas que
aprendió de su madre desde los cinco años de edad. Para él, tener un
restaurante es como invitar todos los días a comer gente a tu casa.
“Comer es un acto de amor, cuando alguien va a tu hogar te
preocupas porque esté todo limpio, ordenado, que la comida esté a
tiempo, que sea sabrosa, estás de buen humor para recibir a estas
personas que querés en tu propia casa. Querés que todo salga bien para
que ellos disfruten de un buen momento. Tener un restaurante es invitar a
comer a personas diferentes todos los días”, explica con un acento
italiano que se transmite a través del teléfono.
La misma opinión tiene Paula Comparatore, dueña y chef de El Federal
desde el 2000, madre de un hijo y veterinaria como profesión previa.
“Hay que preocuparse y ocuparse constantemente de transmitir lo que uno
quiere hacer llegar teniendo en cuenta lo que cliente también busca. La
realidad es que cuando alguien sale a comer está bien predispuesto y de
buen humor porque se está dando un gusto. Ser aquel que da la
posibilidad de pasar un buen momento es algo especial y para lograrlo de
la mejor manera hay que estar siempre alerta”, cuenta desde su
restaurante en donde pasa gran parte de su día.
Muchos coincidimos en que el hecho de poder brindarle un
buen momento a una persona es algo más que agradable, sin embargo, tener
un restaurante es mucho más que eso. Es saber combinar, mezclar y batir
hasta lograr el punto perfecto entre el negocio y la pasión. Por eso, Ricardo Maidana, empresario de la construcción y de la gastronomía y, encargado de salvar al Palacio de la Papa Frita explica que, como en cualquier negocio que uno debe dirigir, el desafío está en adaptarse y renovarse constantemente.
“Vivimos en un país en donde no hay previsibilidad en las
actividades económicas, entonces lo único que te permite tener algo
seguridad a futuro es invertir en lo que uno sabe. Es necesario conocer
el producto, el mercado. Tener en claro que es lo que uno quiere ofrecer
y si es compatible con el tiempo y el lugar en donde uno está”,
asegura.
Su desafío, al hacerse cargo de un restaurante con tanta historia fue diferente al que tuvieron, por ejemplo, Paula o Deni.
“Yo me encontré con un lugar que estaba triste. Esa era la situación,
así que el objetivo fue volver a darle el valor que tenía hace cincuenta
años como ícono de la cocina. No tuvimos que cambiar el producto porque
el éxito ya lo tenía. Más allá de que el producto estaba descuidado, lo
más importante fue estar en contacto y darle seguridad y alegría a la
gente que trabaja en cada local”, cuenta sobre cómo fue su experiencia
como actual dueño de los Palacios de la Papa Frita.
Si hay algo en lo que todos coinciden es que la gente que
trabaja en el restaurante es una parte esencial del buen funcionamiento.
“Si hay alguien que está mal, de mal humor o le pasa algo es preferible
que se vaya a su casa porque sino la comida no se está haciendo con
amor y no sale perfectamente bien”, afirma Deni. Y agrega: “Hay
que saber que lo que uno está ofreciendo está perfectamente bien.
Porque lo que está medianamente bien hecho, al mismo tiempo está
medianamente mal hecho y eso es inaceptable para poder seguir en
vigencia luego de veinte años”, explica el dueño de Filo.
El hecho de tener un restaurante conlleva más responsabilidades de lo que uno puede imaginarse: para Paula hay que estar siempre alerta y para Ricardo es importante tener en cuenta que hay que estar siempre en todos los detalles. Aldo Graziani
lo define así: “Cuando sos dueño de un lugar ves la película desde otro
lado. Tenés a más de treinta personas que dependen de vos
financieramente, por ejemplo; eso es una gran presión. Es una sucesión
de detalles permanentemente y todos se ponen en juego en el salón, en
cada turno. Si sale todo bien al día siguiente ya no importa porque hay
otra función. Es empezar de nuevo todos los días”, relata el dueño de Aldo´s, Bebop Club y Casa Cruz.
La responsabilidad al tener un restaurante atraviesa muchos
más campos que el manejo y la administración del mismo. “Uno tiene que
tener en claro qué tipo de vida quiere. Si buscas estar en tu casa a las
diez de la noche o ser la que espera a tu marido, entonces tal vez
tener un restaurante no sea la mejor opción. Uno tiene que ser primero
coherente con el estilo de vida que quiere tener. Tenés que tener
realemente muchas ganas y estar dispuesto, por ejemplo, a quedarte enero
y febrero en la ciudad”, cuenta Paula.
En la misma línea está Aldo: “hay que saber que
los días en que la mayoría de la gente descansa, viernes, sábado y
domingo son los días que uno más trabaja. Que las fechas festivas y
tradicionales son muy movidas y que no hay feriados”, resume.
Con tantas cuestiones develadas sobre el mundo de la
gastronomía era inevitable no pedirles a estos grandes de la cocina una
recomendación para aquellos que, a pesar de saber los desafíos y
vaivenes de este negocio, están seguros de que esta es su vocación.
“Hay que plantearse qué tipo de vida uno quiere tener y ser
lógico y consecuente con lo elegido. Con lo que uno quiere mostrar y
transmitir. Hay que tener mucha vocación de servicio, reinvertarse y
adaptarse constantemente. Es importante ponerse objetivos claros y
fijos, aspirar a lo que realmente uno puede hacer y estar al tanto de lo
que el mercado busca y quiere”.
Paula Comparatore
“Necesitas querer al lugar que estás armando y confiar en
que lo que estás haciendo es lo mejor que tenés para dar. Y que
efectivamente sea así. La confianza es muy importante durante los
primeros años en donde la inversión fue fuerte y hay que recuperarse.
También es importante no comerse la ficción de este mundo. Hay que ser
realista”.
Aldo Graziani
“Mi única recomendación es mostrar sin ninguna palidez lo
que uno sabe hacer. Lo único que uno puede hacer es mostrar lo que uno
quiere transmitir y sabe como hacerlo. Porque sino no podés ser libre de
lo que querés hacer. Tiene que mantener su ética y el pensamiento que
uno tiene sobre qué es la buena comida y la buena mesa y nunca
traicionarse. La administración del restaurante se va aprendiendo, pero
el espíritu del lugar tiene que ser claro”.
Deni Dbiaggi
“Tener responsabilidad y compromiso. Amar lo que uno está
haciendo, porque cuando uno ama, cuida lo que hace. Y después trabajar,
trabajar, trabajar y trabajar. Con seriedad y consistencia. Es algo muy
repetido como eslogan, pero muy pocas veces es cumplido y por eso
justamente muchos emprendedores fracasan”.
Ricardo Maidana
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