Palabras vacías


Fuente: Vinorama Chile | Patricio Tapia.
GR[1]No es la primera vez que lo escucho o que me lo preguntan colegas del rubro periodístico: ¿qué pasa con esos nombres que le ponen por allí a sus vinos? ¿Qué es eso de Gran Reserva o de Reserva Especial o de Single Vineyard si el viñedo en cuestión tiene trescientas hectáreas?
Hay muchas cosas que hacer por estos lados en lo que al vino se refiere. Muchas de ellas relacionadas con el viñedo o con la enología, pero también –y quizás las más importantes- están conectadas con enganchar con el consumidor, sin mentirle, sin confundirlo, sin apropiarse de términos rimbombante, por ejemplo, que hagan parecer al vino más de lo que en realidad es.
Es hora, creo yo de sincerar las cosas. De los 1.100 vinos que probé para el Descorchados Argentina, 165 tenían la palabra Reserva o Gran Reserva (y sus derivados en francés o en inglés). No es mucho. En Chile, en cambio, de los 1.300 vinos que probé, 454 tenían esas denominaciones. Más de un tercio.

Sí, más de un tercio de palabras que no significan nada, nombres de fantasía. Y, sí, alguien me puede decir que un “reserva” es un vino superior a un “varietal” porque viene de mejores uvas y puede (ojo, “puede”) tener madera, pero la verdad es que el productor puede ponerle “super gran reserva” a un vino cuyas uvas ha comprado por dos pesos. Y nadie está en su derecho a decir ni pío.
En Rioja, la ley dice que si un vino imprime en su etiqueta la palabra “reserva” debe tener al menos un año en barricas de roble y dos años de guarda en botella antes de salir al mercado. En Chile, la misma palabra “Reserva” significa, y cito a la ley: “Mención reservada para vinos que tienen una graduación alcohólica de al menos 0,5 grado superior al mínimo legal (nota: el mínimo legal es 11,5) constituyendo un producto de características organolépticas distintivas y propias, que podrá ser objeto de tratamiento con madera.” Es decir, no dice nada.

He escuchado hablar a miembros de la industria sobre lo bueno que es esta libertad en el Nuevo Mundo; aquí podemos hacer prácticamente lo que queramos; plantar lo que queramos, vinificar esas uvas cómo queramos, vender ese vino cuando queramos y, también, llamarlo como queramos. El punto es que esas palabras tienen un significado establecido en el exterior, un significado al que Italia y España le atribuyen un sentido muy especial. Y entonces, yo como consumidor estoy en todo mi derecho a pedir explicaciones y también a sentirme confundido. “Así es que en España Reserva significa esto y en Chile no significa nada?”
Por otro lado, no tengo nada contra los nombres de fantasía, siempre y cuando no llamen a confundir. Single Vineyard, por ejemplo. Es una bonita idea, no? 69 de los 1.300 vinos que probé en el Descorchados llevan ese nombre en Chile. En Argentina, son 27. Sin embargo, el punto es que uno conecta un vino de viñedo con un viñedo más bien pequeño, uniforme en su suelo, en su topografía y no en grandes extensiones de viñas con muchos rincones por descubrir.

Se debe tener cuidado. Hay que tener respeto por el consumidor. No vaya a pensar que nuestros vinos no son todo lo serios que nosotros proclamamos.

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