Hoy todos somos Malbec
En fin. Para mí el Malbec se mueve entre la suerte, el glamour , la creatividad y la generosidad de Argentina. Suerte, porque algunos países como Chile con toda su seriedad en el trabajo, hicieron mucho sin conseguir nada que se parezca a un varietal emblema, a un rompehielos como sí tuvo la fortuna de tener Argentina. Generosidad, porque un vino tan amable, dócil, perfecto, redondo, aromático y colorido sólo puede surgir de algo que es bueno en sí. El suelo y el clima, el terroir argentino funciona como óvulo y esperma.
Glamour, sí, porque con todas sus aristas, imprevisiones, vuelcos económicos y sistema político esquizoide, este es un país que atrae, que gusta, que tiene sex appeal. Inversores y bebedores por igual lo encuentran irresistible.
Creatividad. Basta con ver lo que hacen algunos enólogos! Son estrellas. Genios, locos, buscadores, juegan como niños a buscar el elíxir perfecto para encerrar al genio en la botella. En ellos la creatividad no tiene límites, no todavía.
Hoy al mirar esta industria a veces nos preguntamos cómo se logró en poco más de 10 años que las viñas tuvieran tan buenos resultados, que se generara un sector tan especializado, que se construyeran majestuosas bodegas, que Argentina fuera reconocida en el mundo por sus vinos, por sus paisajes, por su cultura. El Malbec es en gran parte la respuesta a esta pregunta.
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