Salón de Vino de Altura: una crónica
Fuente: Vinarquía
Apuntamos a mantener la esencia del Torrontés. Ya quedan
pocos me digo, ese final amarguito de muchos clásicos Torrontés del
Norte pareciera que se va perdiendo. No sé si es para bien o para mal,
están abriendo el vino a un público mayor, gana en elegancia y lo hace
parecer más serio.
Mi familia se dedica a otra cosa. El viñedo era [un sueño/una locura/un emprendimiento] de mi viejo. Los
corchetes son míos, no es algo que les haya preguntado a todos, pero
varios lo comentaron. Tal vez habla del presente de la vitivinicultura
salteña. Un presente que inevitablemente se une al pasado. Y así hay
viñedos añosos de los que se desconoce su composición y el corte que
sale de esos vinos es un misterio. Pero es parte de la gracia, mal que
le pese a los tecnócratas.
Un tipo se acerca a las chicas de un stand con un intento de
sonrisa seductora, pero se nota que ya perdió la compostura. Empieza
uno de esos largos monólogos circulares de los borrachos, una de las
promotoras mira para otro lado, nerviosa, como pidiendo ayuda. La
representante de la bodega lo despide elegantemente. Si alguno se pone pesado mándenlo conmigo, y agrega para mí: esto no es nada… y eso que es de prensa y está acostumbrado a eventos así.
De entrada los vinos te impactan, uno los conoce, pero no los toma todos los días. Y te impactan con su bravura. Nuestro terruño es así, produce vinos intensos. ¡Encima algunos los trajeron recién embotellados!
En el fondo sabemos que el NOA da vinos diferentes, me hablarán de
la tierra, del clima, de la altura, pero yo sé que la cosa va por otro
lado: por el carácter, por el espíritu rebelde, valiente y arraigado de
su gente. No por nada dijo Güemes: Yo no tengo más que gauchos honrados y valientes, con éstos los espero, a Usted, a su ejército y a cuantos mande la España. Eran otros tiempos, pero el espíritu no se pierde.
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