La vuelta del viejo y querido Moscato
Fuente: Diario Los Andes | Luis Fermosel.
Cuando se habla de vino, los bodegueros rechazan el término “moda” y prefieren priorizar la palabra “tendencia”. Dicen que la “moda” termina en el corto plazo, mientras la “tendencia” se mantiene en el tiempo y, en muchos de los casos, en crecimiento constante.
Tomando como base esa apreciación, podemos señalar que existe una “tendencia” en el consumidor, destinada a recuperar el moscato con un hecho más que interesante: el consumo ha tenido un crecimiento espectacular en Estados Unidos en los dos últimos años, a punto tal que se han multiplicado las exportaciones de la Argentina hacia ese país.
Ante tal situación, el INV está a punto de dar a conocer una resolución para la definición e identificación de ese tipo de vino, a los efectos de adaptarla a las normas internacionales.
El moscato fue la bebida tradicional de los antiguos bodegones y pizzerías de la Capital Federal. Sin embargo, tal como sucedió en Europa (donde la denominación es mouscat), la cerveza lo desplazó en un hecho poco menos que incomprensible en razón de que se suplantaba una bebida dulce por una amarga.
De todos modos y de acuerdo con lo que afirman los propios bodegueros, en los últimos años se ha producido una tendencia creciente a volver hacia aquel viejo esquema y quizás el hecho más evidente surge con el tema “Moscato, pizza y fainá” del grupo Memphis La Blusera, que habla de la bebida que pide la gente para acompañar a la pizza a la salida de los cines de la calle Lavalle o de los teatros de calle Corrientes. También lo destaca el escritor Pietro Sorba, en su libro Historia de los bodegones.
Donde también se ha incrementado, en este caso en forma exponencial el consumo de moscato, es en Estados Unidos. Según se afirma, un famoso músico rapero compuso una canción en la que hablaba de ese tipo de vinos y los jóvenes se prendieron de inmediato.
“Es un vino dulce, agradable, fácil de tomar y por eso cayó muy bien en la juventud”, dijo Carlos Crotta, al retornar de un viaje hacia ese país, agregando que “lo consumen jóvenes entre 20 y 24 años, que fueron los tradicionales consumidores de las bebidas colas. Todas las estimaciones indican que va a seguir creciendo ese consumo y por ello muchos argentinos hemos puesto la mira en ese mercado”.
Muchos han ingresado con la marca propia argentina y otros a través de vino a granel, con “marcas blancas”, en las que se indica la procedencia. Según se afirma, una bodega mendocina exportó más de 17 millones de litros de moscato hacia Estados Unidos en el último año y, por falta de stock, no pudo cumplir con los 30 millones de litros que le habían pedido.
Jorge Riccitelli, enólogo de Norton, señaló que el moscato que se consume en Estados Unidos es diferente al de la Argentina.
“Aquí (en nuestro país) se seguía el método tradicional, que consiste en un “encabezado” con alcohol al vino. Ahora, cuando el mosto está fermentando, se corta la fermentación por medio del frío cuando el vino contiene entre 60 y 80 gramos de azúcar y 9 a 10 grados de alcohol. Se obtiene así un vino dulce, delicado, de excelente color y fácil de tomar”, dijo.
Esos diferentes métodos de elaboración determinan que mientras en Estados Unidos el moscato es de color amarillo verdoso muy vivaz, en la Argentina sea más oscuro y con mayor contenido de alcohol.
Otro aspecto importante radica en el hecho de que, así como Gran Bretaña marca tendencia en Europa respecto de los vinos, Estados Unidos lo hace en América. Sólo cabe recordar que el país del norte “impuso” el merlot a través de la serie Falcon Crest y luego el pinot noir a través de la película Entre Copas.
Fue Estados Unidos quien impuso el varietal por sobre las denominaciones de origen y también allí “explotó” y tomó trascendencia la famosa “paradoja francesa” (decía que los franceses tenían menos problemas cardíacos que los americanos por el consumo de vino), lo que estableció un golpe importante con el vino y la salud. Es factible, entonces, que ahora también “exporte” la tendencia hacia el consumo de vinos suaves y dulces, como el moscato, entre los jóvenes.
Frente a ese nuevo panorama, en el Instituto Nacional de Vitivinicultura están consultando y estudiando la posibilidad de dar a conocer una resolución, estableciendo las pautas que debe contener un vino moscato, para adaptarlo a las exigencias internacionales.
Se establecería que el vino debe ser elaborado con uvas moscatel (existen cuatro variedades de ese cepaje), destacando la fuente que en Mendoza existen entre 7 y 8 mil hectáreas de moscatel.
Para muchos actores de la industria, ese incremento en el consumo de moscato, tanto en el mercado interno como en las exportaciones constituyen el motivo principal por el cual la uva moscatel tuvo un muy buen precio en esta última cosecha.
Dos temas
Otros dos temas para el final del comentario. El primero, existe una seria preocupación ante la priorización, por razones de competitividad, del envío de vino malbec a granel hacia Estados Unidos, una situación que afecta la mano de obra en nuestro país, en razón de que el valor agregado queda en Estados Unidos y no en la Argentina.
“No sólo se está afectando a los trabajadores vitivinícolas, sino que el problema recae sobre las industrias que proveen los insumos”, destacó una fuente consultada.
El tema restante, la preocupación que han hecho llegar muchos productores porque las bodegas les han alargado los plazos de pago a 6, 10 ó 12 meses.
“Somos nosotros los que estamos pagando los platos rotos de los problemas de la industria”, dijo un productor, quien agregó que “creemos que algunos están sobre exagerando la crisis y nosotros, que reconvertimos, que intentamos adaptarnos a lo que exigen los mercados nos estamos convirtiendo en productores marginales. Ahora los problemas recaen sobre nosotros, mientras les ha ido bien a quienes tienen uvas blancas o aquellas que van derivadas a mosto. “Creemos que esto tiene que cambiar”, concluyeron.
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