Vino y Literatura I
Fuente: Vinarquía Blog | Ariel Rodríguez.
Raúl Barón Biza había caído preso por su cercanía con el Coronel Atilio Cattáneo, que junto a un grupo de radicales intentaba derrocar al gobierno de Agustín P. Justo en 1932. En su libro “Porqué me hice revolucionario”, el escritor y millonario argentino confiesa que para mantener su estilo de vida apeló a la corrupción del Servicio Penitenciario y:
En mi celda llegué a batir un récord: bajo mi cama, y entre los prontuarios, en cierto momento existía según inventario una botella de Pommery, varias de discreto Medoc y dos de Fine Napoleón de 40 años, que guardábamos celosamente para el 24 de diciembre a la noche.
Este fragmento nos muestra cómo vivía la alta burguesía porteña de
principios de siglo. Pero más allá de eso, volví a pensar en la ya
nombrada relación literatura-vino o literatura-alcohol. Y también me dí
cuenta de lo trillado del tema: hay una serie de poemas al vino (como
los consabidos sonetos de Borges al noble brebaje o lo que escribió
Neruda) que ya están muy quemados, muy vistos. Empecé a pensar entonces
en los otros textos, esos que no se repiten irremediablemente por toda
la web, y emprendí mi búsqueda.
Lamentablemente, la búsqueda me llevó al lado feo de las bebidas:
el alcoholismo. Escritores como Ernest Hemingway, William Faulkner,
Edgar Allan Poe, Truman Capote, Malcolm Lowry, Dylan Thomas o el
argentino Abelardo Castillo, sucumbieron ante la adicción.
De Poe sabemos que murió entre delirios producidos por el alcohol;
Dylan Thomas, el genial poeta galés, muere tras al menos 18 vasos de
whisky (“he bebido 18 vasos de Whisky, creo que es todo un record”,
fueron sus últimas palabras); Capote, mezclaba sus psicofármacos con
bebidas alcohólicas ( “Soy alcohólico. Soy drogadicto. Soy homosexual.
Soy un genio”, dijo); Francis Scott Fitzgerald pasó de bon vivant a borrachín y murió de un infarto, alcoholizado. La lista es larga y triste.
No es la idea entristecerlos ni dejar ningún mensaje moral.
Volviendo a la idea inicial de esta entrada, me propuse una nueva
busca, lejos de los consabidos poemas repetidos.
Y me encontré algunas joyitas en la biblioteca. ¡Para leer con atención y disfrutar!
Renanas (noche renana) (I) - Guillaume Apollinaire (1880-1918)
Mi vaso está lleno de un vino tembloroso como una llama
escuchad la canción lenta de un marinero
que cuenta haber visto siete mujeres bajo la Luna
peinar sus cabellos verdes y largos hasta sus pies
De pie cantad más alto bailad en raudo corro
que no oiga más el canto de los marineros
y acercarme todas las mozas rubias
de mirada inmóvil y recogidas trenzas
El Rin está borracho donde se reflejan viñas
todo el oro nocturno y tiembla en sus aguas
la voz no cesa nunca de cantar
a esas hadas de cabellera verde que encantan el estío
Mi vaso se ha quebrado como una brusca risa
Es un bar que queda cerca de la estación de ferrocarril, ha cambiado de dueño seis veces en un año. pasó de bar top-less a restaurante chino, después a mejicano y luego a varias cosas más, pero a mí me gustaba sentarme allí a mirar el reloj de la estación por una puerta lateral que siempre dejan entornada, es un bar bastante aceptable: no hay mujeres que molesten, sólo un grupo de comedores de mandioca y jugadores del volante que me dejan en paz. están siempre allí sentados viendo la aburrida retransmisión de un partido de algo en la tele, se está mejor en el cuarto de uno, por supuesto, pero hemos aprendido con los años de trinque que si bebes solo entre cuatro paredes, las cuatro paredes no sólo te destruyen sino que les ayudan a ELLOS a destruirte. No hay por qué darles victorias fáciles. Saber mantener el equilibrio justo entre soledad y gente, ésa es la clave, ésa es la táctica, para no acabar en el manicomio.
Rubayatt (frags.) - Omar Jayyam (1048-1131)
Todos saben que jamás murmuré una oración.
Todos saben también que jamás traté de disimular mis defectos.
Ignoro si existen una Justicia y una Misericordia.
Si las hay, estoy en paz, porque siempre fui sincero.
¿Qué vale más? ¿Examinar nuestra conciencia sentados en una taberna
o posternarnos en una mezquita con el alma ausente?
No me preocupa saber si tenemos un Dios
ni el destino que nos reserva.
(…)
Puesto que ignoras lo que te reserva el mañana, esfuérzate por ser feliz hoy.
Toma un cántaro de vino, siéntate a la luz de la Luna
y bebe pensando en que mañana
quizá la Luna te busque inútilmente.
(…)
¿Cuándo nací? ¿Cuándo moriré?
Nadie recuerda el día de su nacimiento ni es capaz de prever el de su muerte.
¡Ven dócil bienamada!
Quiero olvidar en la embriaguez el dolor de nuestra ignorancia
(…)
¡Bebe vino! Lograrás la vida eterna.
El vino es el único capaz de restituirte la juventud.
¡Divina estación de las rosas, del vino y de los buenos amigos!
¡Goza del instante fugitivo de tu vida!
(…)
Escucho decir que los amantes del vino serán condenados.
No existen verdades comprobadas, pero hay mentiras evidentes.
Si quienes aman el vino y el amor van al Infierno,
vacio tiene que estar el Paraíso.
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