De la cancha a la bodega
Fuente: La Voz | Nicolás Marchetti.
Héctor
Jairala fue preparador físico de alta competencia y ejecutivo de una
firma internacional. Hoy comanda, junto a su esposa, la bodega Jairala
Oller de Ischilín. Héctor Jairala es un cordobés que un día viajó a
Buenos Aires sin saber que iba a ser el preparador físico del Huracán de
Menotti, del Racing y del River de Ángel Labruna, de la selección
nacional de hockey y de boxeadores de la talla de Ringo Bonavena, entre
otros.
Todo eso vivió de un día para el otro. Pasó de hospedarse en una pensión a viajar por todo el mundo en aviones privados (cuando trabajó para Adidas y debía resolver todo en poco tiempo, desde el aire o en hoteles cinco estrellas). Pero un día se cansó del ritmo que él mismo se imponía y decidió cambiar y volver a Córdoba, siempre junto a su esposa, Beatriz Oller.
“En su momento, Héctor no quería saber nada con volver, pero hubo un acontecimiento que le cambió la vida”, dice Beatriz, quien señala que, en enero 1997, conocieron la zona porque llegaron para visitar a un familiar que se había accidentado con un caballo.
“A los dos meses de haber conocido Ischilín –pintoresco asentamiento que formó parte del Camino Real al Alto Perú–, nos compramos el terreno y veníamos cada 15 días”, agrega Oller, quien recuerda la cara de asombro que puso Héctor cuando vio por primera vez el verde valle del norte cordobés.
Por esos días, venían cada dos semanas pero no sabían qué iban a hacer. Pensaban y pensaban. Un día, de casualidad, descubrieron el mundo del vino conversando con “un gringo” de Colonia Caroya y, en octubre del 1997, compraron la primera planta en un vivero de Italia.
Así se instalaron en una hermosa casona de 1894, ubicada al lado de la bodega, perfectamente acondicionada. Plantaron Merlot, Cabernet Sauvignon y Chardonnay, y hoy ya producen 25 mil botellas al año, con tecnología italiana, barricas de roble americano y francés.
Y ganaron dos importantes premios: Medalla de Oro y Plata en catas nacionales de San Juan en 2009 y 2011.
Manos a la obra
La bodega comenzó su producción en 2004, vendiendo las uvas a productores de Colonia Caroya. La primera cosecha para elaboración propia recién fue en 2007, cuando por fin estuvo lista la bodega.
“Desde un primer momento la idea fue hacer vinos de alta calidad, es lo único que nos importa, demostrar que en Córdoba se pueden hacer grandes vinos”, repite Héctor, quien entre la charla de vinos siempre cuenta –a pedido– alguna anécdota de cuando era preparador físico de grandes ídolos del deporte argentino.
En la bodega (que lleva el nombre de los propietarios), ahora están probando un vino base para empezar a elaborar su propio espumante. Además, se plantaron recientemente algunas plantas de Sauvignon Blanc, para que empiecen a adaptarse a la zona.
“Si de algo estamos orgullosos –dice Héctor–, es de ser una de las pocas bodegas cordobesas que tiene sus propios viñedos. Tenemos nuestras 10 hectáreas y las cuidamos como oro”, sintetiza. Todo el proceso de vitivinificación se lleva a cabo en el mismo lugar, con lo cual se asegura el control de calidad en todas las etapas del proceso.
Ahora, el verde paisaje de Ischilín tiene, además de su plaza y su centenario algarrobo, una preciosa posada rural (La Rosada), una escuela, el museo de Fernando Fader y la bodega Jairala Oller, que también realiza visitas guiadas como la que hicimos nosotros.
Se la puede conocer todos los días con previa reserva. Allí, Héctor Jairala y Beatriz Oller invitan a recorrer sus viñedos, su bodega y su cava, con degustación incluida de sus variedades Merlot, Cabernet Sauvignon y Chardonnay.
Estar entre miles de botellas al resguardo del sol, degustar los vinos de los tanques o de las barricas y descorchar alguna de esas para comer un cabrito de la zona, preparado con maestría en el horno de barro que levantó el propio Héctor con sus manos, es una gran experiencia enogastronómica.
De visita
Para reservar visitas guiadas a la bodega, comunicarse al 156-795294 o escribir al e-mail: info@jairalaoller.com.ar. Se puede ver el video de los propietarios en: www.jairalaoller.com.ar.
Todo eso vivió de un día para el otro. Pasó de hospedarse en una pensión a viajar por todo el mundo en aviones privados (cuando trabajó para Adidas y debía resolver todo en poco tiempo, desde el aire o en hoteles cinco estrellas). Pero un día se cansó del ritmo que él mismo se imponía y decidió cambiar y volver a Córdoba, siempre junto a su esposa, Beatriz Oller.
“En su momento, Héctor no quería saber nada con volver, pero hubo un acontecimiento que le cambió la vida”, dice Beatriz, quien señala que, en enero 1997, conocieron la zona porque llegaron para visitar a un familiar que se había accidentado con un caballo.
“A los dos meses de haber conocido Ischilín –pintoresco asentamiento que formó parte del Camino Real al Alto Perú–, nos compramos el terreno y veníamos cada 15 días”, agrega Oller, quien recuerda la cara de asombro que puso Héctor cuando vio por primera vez el verde valle del norte cordobés.
Por esos días, venían cada dos semanas pero no sabían qué iban a hacer. Pensaban y pensaban. Un día, de casualidad, descubrieron el mundo del vino conversando con “un gringo” de Colonia Caroya y, en octubre del 1997, compraron la primera planta en un vivero de Italia.
Así se instalaron en una hermosa casona de 1894, ubicada al lado de la bodega, perfectamente acondicionada. Plantaron Merlot, Cabernet Sauvignon y Chardonnay, y hoy ya producen 25 mil botellas al año, con tecnología italiana, barricas de roble americano y francés.
Y ganaron dos importantes premios: Medalla de Oro y Plata en catas nacionales de San Juan en 2009 y 2011.
Manos a la obra
La bodega comenzó su producción en 2004, vendiendo las uvas a productores de Colonia Caroya. La primera cosecha para elaboración propia recién fue en 2007, cuando por fin estuvo lista la bodega.
“Desde un primer momento la idea fue hacer vinos de alta calidad, es lo único que nos importa, demostrar que en Córdoba se pueden hacer grandes vinos”, repite Héctor, quien entre la charla de vinos siempre cuenta –a pedido– alguna anécdota de cuando era preparador físico de grandes ídolos del deporte argentino.
En la bodega (que lleva el nombre de los propietarios), ahora están probando un vino base para empezar a elaborar su propio espumante. Además, se plantaron recientemente algunas plantas de Sauvignon Blanc, para que empiecen a adaptarse a la zona.
“Si de algo estamos orgullosos –dice Héctor–, es de ser una de las pocas bodegas cordobesas que tiene sus propios viñedos. Tenemos nuestras 10 hectáreas y las cuidamos como oro”, sintetiza. Todo el proceso de vitivinificación se lleva a cabo en el mismo lugar, con lo cual se asegura el control de calidad en todas las etapas del proceso.
Ahora, el verde paisaje de Ischilín tiene, además de su plaza y su centenario algarrobo, una preciosa posada rural (La Rosada), una escuela, el museo de Fernando Fader y la bodega Jairala Oller, que también realiza visitas guiadas como la que hicimos nosotros.
Se la puede conocer todos los días con previa reserva. Allí, Héctor Jairala y Beatriz Oller invitan a recorrer sus viñedos, su bodega y su cava, con degustación incluida de sus variedades Merlot, Cabernet Sauvignon y Chardonnay.
Estar entre miles de botellas al resguardo del sol, degustar los vinos de los tanques o de las barricas y descorchar alguna de esas para comer un cabrito de la zona, preparado con maestría en el horno de barro que levantó el propio Héctor con sus manos, es una gran experiencia enogastronómica.
De visita
Para reservar visitas guiadas a la bodega, comunicarse al 156-795294 o escribir al e-mail: info@jairalaoller.com.ar. Se puede ver el video de los propietarios en: www.jairalaoller.com.ar.
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