Una embajadora de Catamarca en el mundo

Fuente: elesquiu.com
La Justina“El vino representa para mí un insight donde puedo encontrar lo más genuino de las personas, que son los aromas, los sabores y lo natural en un producto y en una botella”, asegura Justina Fedullo con una naturalidad en su expresión que asombra. Es que esta joven catamarqueña de 31 años ha logrado nada más y nada menos que tener su propia bodega: “Wine & Services”. Radicada en Buenos Aires, se dedica además al Comercio Exterior y asegura que sus conocimientos del idioma le abrieron muchas puertas. Justina pasó una etapa importante de su vida en Boston, Nueva York y a los 14 años realizo un intercambio de estudio en Londres.

El nombre de la bodega es un homenaje a su tatarabuela, Justina Cubas, hija de José Cubas, gobernador de la provincia de Catamarca (1836-1941). “La historia de ella también me impresionó y tuvo mucho que ver con todo lo que es La Justina, un tierra adentro que reivindica los valores y principios, fundamentalmente de los jóvenes, y el nombre Justina, tiene un peso muy fuerte en mi vida. Todo lo que yo logré, lo hice siempre recordándome que había nacido en Catamarca”, afirma.

-¿Cuéntame un poco cómo llegaste a ser una catamarqueña que triunfa en Buenos Aires y sobre todo en la industria del vino?
-Siempre tuve la necesidad de volver a mis raíces. Este proyecto surgió después de haber estado exportando para varias empresas y bodegas de las provincias de Mendoza y San Juan, eso generó que quisiera tener mi propia marca de vinos. También me interesó el laboreo de la tierra que implica la uva y la etapa de producción hasta que llega el vino a una botella; todo eso me apasiona. Fue precisamente esa etapa de elaboración del vino que me llamó la atención desde muy chica, porque mi padre era abogado de Nueva California y lo acompañaba mucho. Desde niña jugaba en los viñedos y además viví y padecí lo que fueron las heladas, todo eso me marcó mucho a los 11 años. En 1997 nos mudamos a Buenos Aires, con poca adaptación de mi parte, y fui creciendo. El tema es que uno necesita sentirse lleno. Soy una persona que se maneja en base a las pasiones.

-¿Cómo fue esa experiencia de vivir en Londres siendo tan chica?
-Fue una gran experiencia; en realidad se dio por un intercambio de estudio, mi padre siempre nos incentivó en el conocimiento del idioma y la computación. Recuerdo que siempre nos decía: ‘Es el mundo que se viene’. Y tuvo mucha razón. Me costó bastante porque para mí otro país era Buenos Aires. Pero fue todo un crecimiento, además un símbolo de que ya era grande. Pero eso me abrió puertas importantes, que a veces no lo puedo creer gracias al idioma.
El día de la entrevista con El Esquiú.com, Justina estaba participando de una reunión de negocios en Cancillería, buscando alentar inversiones para la producción del Arándonos, junto a 50 exponentes del sector en el país y en el mundo. Justina estaba ahí, aportando lo suyo.

-¿Cuándo salió el primer vino de La Justina?
-La primera tirada fue en 2009, con una partida limitada a Estados Unidos, que es donde estamos exportando y donde estamos cerrando exclusividad con tres importadores de Atlanta, Chicago y Nueva York. El año que viene le venderemos a Panamá y Puerto Rico. El 30 de noviembre, el Consulado de Brasil me invitó a participar del 4º Encuentro de Vinos y Productos Gourmet de Argentina, donde voy con mi vino, que fue seleccionado por su calidad; es un vino boutique que tiene tres fermentaciones, eso significa que una vez que fue seleccionado inmediatamente va al frigorífico para que mantenga en todo su exponencial, todo el fruto en sí, sin ser elaborado. La Crianza se realiza en Barricas de roble Francés y Americano, buscando la amalgama perfecta entre el vino y los compuestos cedidos por la madera de roble. Es un vino que fue muy bien recibido por las personas que no saben mucho de vino y también por las personas que conocen de vino; lo saben exquisito. Es muy rico y gentil y para todos los tipos de paladares. Además tiene tres premios: el Robert Parker, Vinandino- 2009 y el Argentina Wine Awards-2010.


-Hay todo un circuito del vino, pero debe haber pocas mujeres a cargo de una bodega…
-Es todo un desafío, la verdad que a veces es difícil y protesto mucho con las formas de los argentinos, siento que a veces somos una sociedad inmadura, a la que le cuesta el compromiso y poner un horario para una reunión y cumplirlo, que a veces no se puede ver más allá, que se conforma con no aprender y que no se especializa muchas veces, pero es mi país y es mi provincia. Sin embargo, a pesar de ello me siento embajadora de mi provincia y teniendo tantos contactos en el exterior, yo decido hacer cosas para acá, porque aún tengo en claro que desde mi punto de contacto, desde mi lugar, sí puedo cambiar algo. Es un gran desafío, tengo a veces muchas frustraciones, nadie se puede imaginar lo que me cuesta estar en Buenos Aires y lidiar contra el estigma que tenemos los argentinos de chamulleros, de aquellos que hablan mucho y hacen poco. Afuera muchas veces dicen que en Argentina hay muchos vivos que tienen un conocimiento periférico de algo, pero que sin embargo te pueden dar una clase magistral de un tema que ni siquiera escucharon. Lidiar contra eso me cuesta mucho…

-Te gustaría volver a Catamarca en algún el momento…
-Cuando me preguntan dónde queda Catamarca, yo les digo Catamarca queda en Argentina; para mí el país es Catamarca. Por eso estoy hablando con Mariano Molas y otras personas para poder comenzar a distribuir mi vino en Catamarca. La marca del vino es de identidad catamarqueña, somos personas nobles, lo que soy no es mi vino, se lo debo al lugar en el que nací.
Justina tiene ejemplos de emprendedores en su familia. “Mi tío, el ingeniero Eduardo Pastoriza, mi padre y mi abuelo son mi guía, por la honestidad, el esfuerzo el sacrificio. Mi padre siempre me dijo ‘sin conocimiento nunca vas a tener poder en nada, en ninguna conversación, en ningún trabajo, en nada. Por eso ellos son mis ejemplos y ayudaron a forjar mi camino. Además siempre me fui rodeando de gente que quería hacer las cosas diferentes y que piensa que todo es responsabilidad de cada uno, y que no siempre la culpa la tienen los demás o los políticos de que a uno le vaya mal”.

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