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16/04/11
Fuente: Diario UNO | Anabel González.
En Rivadavia y 9 de Julio, lo que hoy es el microcentro mendocino, se crió la uva francesa de la Quinta Normal, plantada por el galo Michel Aimé Pouget en la huerta de esa escuela agrícola. Si un turista detuviera a un mendocino en plena peatonal Sarmiento de Ciudad y le preguntara: “¿Dónde fueron plantadas la primeras cepas de Malbec?”, el provinciano respondería que en Maipú, Luján de Cuyo o tal vez el Valle de Uco. Pero no. Fue allí, en pleno centro, donde se hincó sus raíces la primera planta de uva Malbec que nació en suelo argentino.
Para ser más precisos, a una cuadra de la Peatonal y a dos de lo que hoy es la plaza Independencia. En 1853, el francés Michel Aimé Pouget, director de la Quinta Normal (escuela agrícola que estaba sobre la calle San Nicolás, hoy San Martín), trajo varios ejemplares de vides galas que plantó en la huerta de la escuela.
El lugar era “la inmediación de la actual esquina de Rivadavia y 9 de Julio”, cuenta el ingeniero agrónomo Francisco Alejandro Melis, quien investiga y colecciona la historia de la Quinta Agronómica de Mendoza.
Entre aquellas vides que Pouget trajo de Francia venían el Pinot Noir, el Cabernet y el Malbec, confirmó Eusebio Blanco en un testimonio que escribió en 1883, después de entrevistar al francés.
El bodeguero Carlos González Videla multiplicó aquellas cepas francesas en Panquehua (Las Heras) y allí fundó la bodega homónima, que es una de las más antiguas de Mendoza.
Muerte del Malbec
A fines de la década del ‘60, el Malbec era líder entre los varietales argentinos. Llegaron a haber casi 50.000 hectáreas plantadas (el departamento de Maipú tiene 61,7 hectáreas).
El ingeniero Alberto Alcalde, del INTA, ya había traído de Europa una colección con 500 variedades de cepas distintas. La base de aquel estudio ampelográfico (la forma de las hojas, las hojas y los racimos) tan amplio permitió diferenciar clases de vides que ya existían en Mendoza, pero que no tenían nombre.
Durante una de las crisis de la vitivinicultura, en los años ‘80 hubo una fuerte erradicación del Malbec. En su remplazo, los viticultores plantaron cepas de uvas comunes, que tienen menor calidad enológica pero mayor rendimiento. Esto se debe a que la variedad francesa tiende a “correrse” más de lo normal. Es decir que presenta granos muy pequeños entre los grandes.
Resurrección del Malbec
Un evento que organizó el INTA hace 11 años marcó una bisagra en la historia del vino. El Encuentro con el Malbec 2000 tuvo lugar en la estación experimental de Luján.
Mientras la mayoría de los bodegueros volcaban sus inversiones a otros varietales, como el Cabernet, los científicos agrarios quisieron “promocionar el Malbec como vino emblemático de la Argentina, relacionándolo con una imagen que lo caracterizara, acercar su cultura al consumidor y posibilitar el contacto entre los asistentes para intercambios técnicos y comerciales”, cuenta Silvia Avagnina, una de las impulsoras del evento junto a Carlos Catania, Raúl del Monte y Daniel Fontagnol.
Avagnina agrega: “El evento reunió a más de 300 personas en un ambiente de agradable camaradería en el parque de la Estación Experimental Agropecuaria Mendoza del INTA. A escasos metros de su colección de vides Malbec se degustaron 58 Malbec argentinos provenientes de 41 bodegas y dos Malbec de Cahors, Francia, presentados por un especialista de esa región”.
Además hubo un concurso sobre la imagen del Malbec argentino, con la intención de que las bodegas utilizaran una estampilla en las botellas de vinos Malbec. También se hizo una recopilación de poesías y cuentos sobre el varietal.
Con el concurso bianual Malbec al Mundo, la Asociación de Profesionales en Enología y Alimentos de Argentina tomó la posta de aquel encuentro.
Y 158 años después de la primera cepa plantada en Mendoza, sus descendientes dan que hablar en el mercado internacional del vino. A tal punto, que este domingo será declarado el 17 de abril como Día Mundial del Malbec.
Fuente: Diario UNO | Anabel González.
En Rivadavia y 9 de Julio, lo que hoy es el microcentro mendocino, se crió la uva francesa de la Quinta Normal, plantada por el galo Michel Aimé Pouget en la huerta de esa escuela agrícola. Si un turista detuviera a un mendocino en plena peatonal Sarmiento de Ciudad y le preguntara: “¿Dónde fueron plantadas la primeras cepas de Malbec?”, el provinciano respondería que en Maipú, Luján de Cuyo o tal vez el Valle de Uco. Pero no. Fue allí, en pleno centro, donde se hincó sus raíces la primera planta de uva Malbec que nació en suelo argentino.
Para ser más precisos, a una cuadra de la Peatonal y a dos de lo que hoy es la plaza Independencia. En 1853, el francés Michel Aimé Pouget, director de la Quinta Normal (escuela agrícola que estaba sobre la calle San Nicolás, hoy San Martín), trajo varios ejemplares de vides galas que plantó en la huerta de la escuela.
El lugar era “la inmediación de la actual esquina de Rivadavia y 9 de Julio”, cuenta el ingeniero agrónomo Francisco Alejandro Melis, quien investiga y colecciona la historia de la Quinta Agronómica de Mendoza.
Entre aquellas vides que Pouget trajo de Francia venían el Pinot Noir, el Cabernet y el Malbec, confirmó Eusebio Blanco en un testimonio que escribió en 1883, después de entrevistar al francés.
El bodeguero Carlos González Videla multiplicó aquellas cepas francesas en Panquehua (Las Heras) y allí fundó la bodega homónima, que es una de las más antiguas de Mendoza.
Muerte del Malbec
A fines de la década del ‘60, el Malbec era líder entre los varietales argentinos. Llegaron a haber casi 50.000 hectáreas plantadas (el departamento de Maipú tiene 61,7 hectáreas).
El ingeniero Alberto Alcalde, del INTA, ya había traído de Europa una colección con 500 variedades de cepas distintas. La base de aquel estudio ampelográfico (la forma de las hojas, las hojas y los racimos) tan amplio permitió diferenciar clases de vides que ya existían en Mendoza, pero que no tenían nombre.
Durante una de las crisis de la vitivinicultura, en los años ‘80 hubo una fuerte erradicación del Malbec. En su remplazo, los viticultores plantaron cepas de uvas comunes, que tienen menor calidad enológica pero mayor rendimiento. Esto se debe a que la variedad francesa tiende a “correrse” más de lo normal. Es decir que presenta granos muy pequeños entre los grandes.
Resurrección del Malbec
Un evento que organizó el INTA hace 11 años marcó una bisagra en la historia del vino. El Encuentro con el Malbec 2000 tuvo lugar en la estación experimental de Luján.
Mientras la mayoría de los bodegueros volcaban sus inversiones a otros varietales, como el Cabernet, los científicos agrarios quisieron “promocionar el Malbec como vino emblemático de la Argentina, relacionándolo con una imagen que lo caracterizara, acercar su cultura al consumidor y posibilitar el contacto entre los asistentes para intercambios técnicos y comerciales”, cuenta Silvia Avagnina, una de las impulsoras del evento junto a Carlos Catania, Raúl del Monte y Daniel Fontagnol.
Avagnina agrega: “El evento reunió a más de 300 personas en un ambiente de agradable camaradería en el parque de la Estación Experimental Agropecuaria Mendoza del INTA. A escasos metros de su colección de vides Malbec se degustaron 58 Malbec argentinos provenientes de 41 bodegas y dos Malbec de Cahors, Francia, presentados por un especialista de esa región”.
Además hubo un concurso sobre la imagen del Malbec argentino, con la intención de que las bodegas utilizaran una estampilla en las botellas de vinos Malbec. También se hizo una recopilación de poesías y cuentos sobre el varietal.
Con el concurso bianual Malbec al Mundo, la Asociación de Profesionales en Enología y Alimentos de Argentina tomó la posta de aquel encuentro.
Y 158 años después de la primera cepa plantada en Mendoza, sus descendientes dan que hablar en el mercado internacional del vino. A tal punto, que este domingo será declarado el 17 de abril como Día Mundial del Malbec.
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