El reventón de las copas: por qué las ferias de vino masivas son una inversión fallida (y qué hacer en su lugar) por Daniel López Roca

Es hora de hablar de un problema serio para las bodegas: las ferias masivas destinadas a consumidores. 🍷

Las ferias profesionales (con importadores, compradores y prensa) son esenciales. Allí hay agenda, negocios y personal calificado en los stands. Este modelo funciona. Su objetivo no es llenar copas, sino dialogar, entender, catar con profundidad y, muchas veces, cerrar acuerdos sobre la marcha. Esta es la función noble y esencial de la ferias profesionales.

El problema es otro: las ferias masivas para público en general, donde:

👉 Los consumidores pagan una entrada para convertirse en parte de un rebaño que participa de una cata en tempo allegro vivace.
👉 Las bodegas agotan sus presupuestos pagando stands, viajes, estadías y colaboradores… para terminar en manos de promotores temporarios (sí, esos que contrata la consultora de turno, a su vez contratada por la bodega) que no saben nada de vino.
👉 El resultado: sonrisas vacías, respuestas del tipo “voy a consultarlo”, y una experiencia, al menos, olvidable.

Es el colmo de la despersonalización: invertir para que tu marca sea una más en un listado que nadie lee, representada por quien no puede transmitir ni pasión ni conocimiento.

El consumidor ya no compra vino. Compra historias, experiencias, autenticidad. Y eso no se encuentra en un pabellón con luz fluorescente en medio de un griterío ininteligible.

🤔 ¿Cuál es la alternativa?

Hay que dejar de ser una marca perdida en un evento para lograr ser un evento con marca propia. Menos cantidad, más calidad. Menos ruido, más conexión.

💡 Propuestas que generan mayor engagement:

✅ Mini salones: Unirse 4 ó 5 bodegas relacionadas y organizar una degustación en una galería de arte, una librería de moda o cualquier sitio con alma. Es preferible 100 consumidores interesados que 1000 desconocidos.

✅ Cenas con verticales u horizontales: 20 personas, un chef y un relato vinculado a cada copa. El vino se vive, no se degusta.

✅ Programas envolventes en bodega: Talleres de blending, catas con el enólogo. El cliente no solo cata el vino, lo comprende.

✅ Alianzas cross-industrias: Actividades unidas a música, arquitectura, artes plásticas. El sector del vino necesita emerger de la burbuja.

🤔 La conclusión es evidente:

El ROI no se mide por la cantidad de copas servidas, sino por la calidad de los diálogos logrados. El futuro no está en llenar estadios, sino en lugares con sentido.

La pregunta que toda bodega debería hacerse ya no es "¿en qué ferias participamos?" sino "¿qué historia queremos contar a quienes y en qué escenario?".

🍷Porque el vino no merece una libreta. Merece un recuerdo.

 

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