APRENDER El vino en el Imperio Romano
El vino era esencial en la vida cotidiana de la sociedad romana, consumido por todos los estratos. Formaba parte fundamental de su dieta, aportando calorías y nutrientes vitales, y desempeñaba un rol crucial en las ceremonias religiosas.
Aunque en Roma todos bebían vino, no todos disfrutaban del mismo tipo. Para los esclavos y las clases más humildes, existía el "lora", un vino humilde elaborado a partir de los hollejos ya prensados. También consumían acetum (vinagre de vino) y posca, una mezcla refrescante de vinagre reducido con agua y macerado con especias. Una curiosidad fascinante es que estos vinos incluso podían usarse como moneda de cambio en ciertas transacciones, especialmente entre los grupos que los consumían.
En cuanto a preferencias, los vinos blancos eran generalmente apreciados por las clases altas romanas, mientras que los tintos eran más comunes entre las clases bajas. Para endulzar, se elaboraban vinos con pasas y miel, y los especiados se conseguían macerando el vino con hierbas y especias para obtener perfiles aromáticos complejos.
En aquel entonces, lo que hoy conocemos como Italia era denominada "Enotria" —la tierra del vino— en honor a su arraigada cultura vinícola y al cultivo de la vid que se extendía por toda la península. La vendimia se realizaba en otoño, y la fermentación tenía lugar en ánforas de barro. Posteriormente, el vino resultante se almacenaba en odres de cuero o más ánforas, hasta que, con el tiempo, se popularizaron las barricas de roble, utilizadas también para el transporte.
El vino, como he mencionado, era parte intrínseca del día a día romano. No solo se disfrutaba en las comidas, sino también en las famosas "bacanales" y en las animadas tabernas. Definitivamente, el vino estaba tan arraigado en la cultura romana que, sin su legado, es probable que hoy no representara lo mismo para muchos de nosotros.
¡Salud y buen vino!
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