APRENDER Vino naranja y no, no está hecho de naranjas
La maceración con hollejos convierte un blanco común en un vino con carácter y taninos
El vino naranja está muy en tendencia en el mundo del vino, pero antes de dejarnos llevar por la moda, es importante entender de qué se trata y cómo se elabora
Muchos sommeliers utilizan el término "vino naranja" para referirse a vinos blancos que se dejan en contacto con los hollejos (las pieles de la uva). Ese contacto es lo que les aporta ese tono anaranjado tan particular. Pero vayamos desde el principio.
El vino blanco, por lo general, se prensa inmediatamente después de la cosecha, sin contacto con las pieles. Por eso su color suele ser tan claro o transparente. Claro que existen excepciones con un poco más de color, lo cual dependerá de los procesos posteriores, como la fermentación en barrica, la crianza sobre lías, la crianza en madera, entre otros factores que también aportan complejidad y tonalidad al vino.
Sin embargo, la tendencia del vino naranja ha ido ganando cada vez más fuerza. Este tipo de vino, aunque visualmente se ve anaranjado, en realidad parte de uvas blancas que se dejan fermentar con sus pieles. Ese es el detalle clave que lo diferencia de un vino blanco tradicional, y suele estar indicado en la etiqueta como "vino naranja"
Su color es muy característico. Además del tono naranja (sin contener naranjas, por supuesto), suele ser un vino sin filtrar, lo que le da un aspecto turbio y la presencia de sedimentos. Por ello, en muchos casos también se considera un vino de baja intervención.
En boca, estos vinos se comportan más como un tinto: tienen una tanicidad notable debido a la maceración con las pieles, y en nariz pueden ofrecer una amplia gama de aromas, dependiendo de la variedad de uva utilizada. Al ser un vino blanco con estructura de tinto, sus posibilidades de maridaje son sumamente versátiles.
Kiandra Mercedes, CEO Zaquewines.
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