Bebidas alcohólicas sin alcohol ¿incongruencia?

Esto nos podría recordar al dilema que hay con las hamburguesas veganas con aspecto, textura y sabor a carne. ¿Para que quieres que se parezca a carne si no quieres comer carne? Aparte, para que todo eso sea así vas a necesitar algunos procesos complejos, sin hablar del precio. Yo no opino. Ahí lo dejo.

Pues con las bebidas sin alcohol pasa un poco lo mismo. O no. Una de las primeras fue la cerveza sin alcohol y ya no nos acordamos. Está tan instaurada en el mercado que nadie se extraña de la infinidad de variedades sin alcohol, ya sea industrial o artesana (de estas últimas menos). La primera en hacerlo en España fue Ambar, sin duda una visionaria de las posibilidades.

Tabla de contenido alcohólico de las cervezas. Fuente: OCU

En el caso del vino, fue el Natureo de Familia Torres, que desalcoholizó el primer vino en España. Después han aparecido más como los producidos por Aldea o los Win de Matarromera.

Y aunque parezca que no estén en el mercado y no tengan éxito, los vinos sin alcohol se van vendiendo y, esto nos dice algo. Que no es tan descabellado.

Ahora la televisión nos está bombardeando con destilados ligth (por el alcohol, no por las calorías) como la ginebra Beefeater con un 20% de alcohol o en lo que se refiere al whisky, el Ballentines, pero, si os fijáis en la etiqueta no aparece el nombre ginebra o whisky. En la Tanqueray 0.0 pasa lo mismo, tampoco pone ginebra. En marcas menos conocidas como Vera o Lyre's, pues tampoco. Incluso la ya introducida marca Seedlip no puede utilizar palabras como ron, vodka, whisky, ginebra o tequila.

Y sí. Hay "copias" sin alcohol de todas esas bebidas espirituosas. De hecho, hay muchas más. Muy utilizadas en los mocktails o cocteles sin alcohol. Todo esto, pensado para aquellos o aquellas que no quieren poner alcohol en su cuerpo, pero con el mismo sabor... ¿Seguro?

Aquí es donde entramos en un verdadero conflicto organoléptico ya que, si alguien se entretiene en probar original y copia al mismo tiempo, ya sea con hielo, o sin hielo (que la temperatura influye), o combinado con algún refresco como por ejemplo la tónica, observareis las enormes diferencias. Pero, esto no se trata de hacer apología del alcohol, ni mucho menos. Se trata de lo fácil que nuestra percepción se ve fácilmente "engañada" con modelos de etiquetas asociadas, tipos de botellas o presentaciones.

Señoras y Señores, la polémica, está servida. Hagan sus apuestas.

Javier Campo
Sumiller y escritor de vinos

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