APRENDER 6 claves para descubrir un vino con tan sólo un vistazo

El apóstol del vino ESCRITO POR LUIS CONGIL

Saint Jacques de Baillou, protector de los peregrinos.

"Europa se hizo peregrinando a Compostela". Si hemos de creer a Goethe, autor de la célebre frase sobre la construcción europea,  ésta  comenzó  bebiendo vino gallego. El apóstol  Santiago condujo de su mano al vino de Galicia en su viaje por el mundo. La expansión medieval de los caldos ullaos, ribeiros y de Viveiro puede considerarse un hecho jacobeo más, y su consecuente crecimiento y buena fama internacional  deben tanto al hijo del Zebedeo y al atractivo de las indulgencias plenarias,  como a la calidad de sus uvas y al  buen hacer de sus viñadores 

En 1428, el arzobispo don Lope de Mendoza convocó el primer año santo de la historia.  Tras vaciar en Galicia su cargamento de pegrinos británicos,  varias naves inglesas retornaron a Southampton estibadas hasta los topes de toneles de vino gallego, con entre 60 y 230 por buque. Desde entonces, en un año jubilar podrían partir de esta guisa hasta cien barcos británicos (Celso Rey, "Beber, necesidad y placer", Caligrama, 2020). Esto arroja una media de unos  90.000 litros de vino de Galicia "colocado" de retorno a la pérfida Albión en las bodegas de los barcos de peregrinos en un solo año. Ahí es nada.

Esta práctica cobró tal dimension que pocos años después ,en 1440,  el propio arzobispo Lope de Mendoza tuvo que intervenir personalmente para que le fuese devuelta su carga al "mestre Richarte Armissa", capitán inglés, a quién los vecinos de A Coruña le habían "incautado" toda la bodega de su barco, el  "Catalina". El comandante inglés lo había traído a Galicia cargado de pegrinos, y no podría retornar a las islas si el  obispo no hubiese prohibido atacar a "quasquer que así uiesen en rromaria er pelegrinajee a uisitar a dito sancto apostolo" (Ferreira Priegue, 1988).

Más allá de las exportaciones y el "túnel del vino" que la propia estancia en Compostela supuso para decenas de miles de peregrinos desde aquel primer año santo, el efecto multiplicador del Xacobeo en la producción de vino en Galicia vino de mano de otro fenómeno: la multitud  de órdenes y congregaciones religiosas que se reunieron en torno a la tumba del apóstol. Y todas sedientas de vino.

Con los benedictinos del císter al frente, numerosos monasterios, encomiendas religiosas y los propios cabildos catedralicios comenzaron a buscar cómo abastecerse de los hasta dos litros de vino (hemina) diarios que se recomendaban por cada religioso. Para ello,  comenzaron a edificar, sobre todo en el Ribeiro del Avia (Ourense) verdaderas "factorías el vino",  granjas y prioratos especialilzados en la producción en masa de caldos de la mejor calidad, la base el actual mapa del  vino gallego.

De estas factorías del vino salieron millones de litros durante cinco siglos, un verdadero río de vino que desembocaba en Santiago. Buena muestra de ello son las 65 granjas, conventillos, casales y bodegas que recoge el magnífico "As arquitecturas históricas do viño" (Museo do Viño de Galicia, Xunta de Galicia, 2020) de Xosé Luis Sobrado et alt., que conforman hoy en día, en reivindicación del propio autor, "un enorme recurso enoturístico, histórico y patrimonial que merece un aprovechamiento que meta el futuro en el pasado".

Las granjas eran porciones de terreno "con bienes separados y distantes del monasterio, con tres o cuatro religiosos, un sacerdote y los demás legos o donados" regidos por un "maestro de la granja o prior". En su entorno  nacieron buena parte de los actuales pueblos del Ribeiro, y nos dejaron notabilísimos ejemplos arquitectónicos como el  "Conventiño dos frades", en Lebosende (Leiro) dependiente del cisterciense  Mosteiro de Aciveiro (Forcarei, Pontevedra), o el de la Granxa de Partovia, en O Carballiño, con un diseño fabril de la era preindustrial absolutamente ejemplar.

Mención aparte merece la Granxa de Gomariz, en Leiro, "posiblemente el mejor  ejemplo de la arquitectura rural no religiosa mejor conservado de la Península", según el propio Xosé Luis Sobrado,  levantada por el monasterio de Sobrado  dos Monxes para abastecerse de los preciados vinos que produce esta localidad, verdadero corazón del Ribeiro.

La bodega abovedada de Casar do Mato, la Encomenda de Beade –de la orden conventual de San Juan de Jerusalén- o el espectacular arco de medio punto de la Adega do Coedo (Cenlle), son otros tantos ejemplos de los que glosa "As arquitecturas históricas do viño", todos ellos  con prolija descripción, instrucciones de ubicación e información web complementaria.

Museo do Viño de Galicia

En el siglo XVI, el monasterio  benedictino de San Martín Pinario (Santiago de Compostela) se convirtió, con una superficie de 2,2 hectáreas, en el mayor de todo el fecundo ecosistema religioso que en Galicia había florecido a la luz del apóstol Santiago. Nacido de la emigración forzosa de un pequeño oratorio establecido al lado de la  Corticela -destruído por orden del rey Alfonso III para ampliar la antigua basílica de Santiago- se convirtió en el verdadero núcleo de poder eclesiástico gallego.  Y claro, esta gigantesca franquicia del císter tenía que beber:  a razón de dos litros al día, multiplicado por sus más de cien ocupantes resultan...  unos sorprendentes 73.000 litros al año!

Y para garantizar este suministro, los monjes trabajaron también a lo grande. Replicaron la nobleza de formas de San Martín Pinario en un edificio de corte clásico en San Andrés de Camporredondo, Ribadavia,  creando una espléndida factoría del vino. Dotada con todas las novedades de fabriles de la época de la Ilustración (lagares en serie, circulación del vino por gravedad) garantizaron de un plumazo sus abastos de vino. Los siete huecos porticados de su fachada pasaron a formar parte para siempre del paisaje del Ribeiro.

 

Según reza la memoria del proyecto de rehabilitación del inmueble que, tras la desamortización acabaría siendo la rectoral de Santo André de Camporrendondo, "el edificio muestra su singularidad en su arquitectura clasicista (siglos XVII-XVIII), pensada y construida para su uso como bodega de elaboración del vino y como bodega de conservación de los caldos, que reúne unos elementos constructivos -como la bodega-cueva- únicos en el Ribeiro y en Galicia".

Entre 2017 y 2018, con un presupuesto de 793.189 euros respaldado por los planes Feder de conservación del patrimonio de la Unión Europea, y con un respetuoso proyecto de acuerdo a la Ley 5/2016 de 4 de mayo del Patrimonio Cultural de Galicia, que lo sometía al régimen de protección que esta ley establece para los bienes declarados de interés cultural, la Xunta de Galicia acometió el proyecto de musealización.  Esta inversión se sumó a los más 1,3 millones de euros los invertidos en la rehabilitación del notable inmueble neoclásico.

El 19 de julio de 2019, con la inauguración oficial del Museo do Viño de Galicia por el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, culminaba un proceso de décadas, que había comenzado con una primera cesión   -posteriormente ampliada hasta 2043- de la rectoral de Santo Andrés por parte del Obispado de Ourense.  Gracias al aliento y al empuje de innumerables personalidades de la "sociedad civil del vino" de Galicia, que impulsaron la idea de un gran museo desde finales del siglo XX, y al esforzado y meticuloso trabajo de los responsables y profesionales de la Consellería de Cultura, especialmente del espacio hermano del Museo Etnolóxico de Ribadavia, el Museo do Viño de Galicia vio finalmente la luz.

Con la finalidad de "convertirse en un  referente en el ámbito de la etno-antropología" y de describir  "la historia del fenómeno cultural vitivinícola", el museo  trabaja de manera coordinada y complementaria con el Museo Etnolóxico de Ribadavia. Sus contenidos definen la historia de la vinicultura en Galicia, con colecciones permanentes de  herramientas, escritos, instrumentos técnicos, contedores y, en sus ocho salas, elementos que desarrollan el conocimiento del cultivo, los ciclos de la cosecha o piezas significativas relacionadas con cada denominación de origen gallega.

Una visita y un viaje por la historia que son imprescindibles para los amantes el vino, igual que el Camino de Santiago lo es para conocer la historia y la idiosincrasia de Galicia, pero también, parafraseando a Goethe, para saber que, efectivamente,  Europa se hizo bebiendo vino gallego.

Salud, y viejas historias. Con vino.

Un artículo de Luis Congil

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