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El mundo de las botellas


Protegen al vino y aguardan ser descorchadas. Sin embargo hay mucho para conocer de las botellas y su historia.

Por Alejandro Iglesias

La góndola ofrece diversos formatos, colores y tamaños de botellas. Cualquier consumidor distraído podría interpretar que se trata de un recurso comercial o del marketing que aplican las bodegas, sin embargo el asunto es más complejo. Si siempre te llamaron la atención los diferentes tipos de botellas hoy te comentamos algunas curiosidades del recipiente del vino más popular.

Por qué vidrio. Si bien no hay un fecha exacta para determinar cuando el vino comenzó a almacenarse en vidrio, la fecha podría ubicarse entre los siglos XVII y XVIII, hasta ese entonces los frascos de vidrios eran preciadas pertenencias de las aristocracia ya que contenían solo esencias, perfumes y medicinas y para el vino se utilizaban vasijas y jarras de barro o barricas de roble. Con el tiempo, la posibilidad de producir envases de vidrio en serie permitió probarlo con el vino y el resultado fue tan bueno que se impuso en primer lugar por su apariencia y por asegurar sanidad y asepsia.

El color. La finalidad de la botella es contener el vino y protegerlo, no solo del oxigeno sino también de los aromas del hábitat y de los rayos UV, enemigos silenciosos del vino. es por esto que se acude a tonos verdosos o marrones para que estos rayos reboten y disminuir su incidencia sobre el vino.  

¿Por qué 750 cm3? Esta es una de las preguntas más frecuentes entre los enófilos. Para entender esto conviene hacer un breve repaso histórico del recipiente. Según registros, los romanos fueron los primeros en preocuparse en cómo fraccionar el vino. No solo para el trasporte, también para el consumo. Esta bebida era uno de los víveres de sus tropas, y la recién diaria por soldado era de 700 cm3 que medían con garras que servían directamente de sus ánforas, recipiente utilizado por siglos para el traslado y almacenamiento. Esa primer medida fue utilizada más tarde para las primeras comercializaciones. Sin embargo, las confusiones comenzarían a partir del siglo XVIII cuándo las botellas de vidrio comenzaron a producirse en serie hasta convertirse en el recipiente ideal para el vino. En un principio se dijo que 750 cm3 era la capacidad pulmonar de los sopladores de vidrio encargados de la confección de las botellas, pero este dato siempre fue algo dudoso. Durante los últimos años se comprobó que este volumen se impuso durante el siglo XIX a partir de la comercialización del vino embotellado. Esta medida, equivalente a un quinto de galón, de acuerdo al sistema de medidas británico, permite obtener 300 botellas de una barrica de 225 litros, cifras que permiten administrar en forma exacta la bebida. Además, esta capacidad es ideal para el almacenamiento y manipulación.   

Tamaños. Existen al menos unos diez tamaños de botellas de vino disponibles en el mercado. Desde las monodosis de 187 centímetros cúbicos hasta envases de veintiún litros. Detrás de estos formatos hay una explicación técnica a favor de las medidas más grandes. Como se dijo en varias ocasiones, el principal enemigo del vino es el oxígeno y es por esto que la industria vínica invierte en tapones que aseguren protegerlo de este gas. Sin embargo, el oxígeno se abre camino a través de los micro poros de los tapones de corcho natural para lelgar al vino y colaborar en su evolución y maduración. En este sentido, las botellas oversized, como se las conoce en inglés, ofrecen una relación entre el volumen de vino y el diámetro del corcho inferior a la de una botella regular, por lo tanto la influencia del oxígeno es menor y mucho más lenta. De modo que una de estas grandes botellas asegura una mejor maduración y longevidad para el vino.

Lo bueno viene en frasco grande. Si bien la botella regular es la que más conocemos y algunas de ellas pueden valer miles de dólares, si se trata de una oversized no solo el tamaño aumenta, también el valor. Las bodegas suelen destinar partidas limitadas de sus vinos a estas grandes botellas que se convierten en objeto de deseo de coleccionistas y selectos paladares. Es por esto que son siempre escasas y muy costosas, de hecho una de las botellas más cara de la historia fue una Melchor, 18 litros y 25 kilogramos, de Cheval Blanc 2006, una edición muy curiosa por la que se pagó una suma desconocida hasta el momento.

Los tamaños más preciados. La escalada en el tamaño de las botellas comienza con las magnum cuyo contenido es el equivalente a dos botellas regulares, es decir, un litro y medio. La Jeroboam, también conocida como doble magnum, contiene tres litros y la Matusalén duplica esta capacidad. Luego siguen las Baltazar con 12 litros y Nabucodonosor que contiene quince. Si bien existen medidas que llegan a los 30 litros, el límite generalmente es Melchor con dieciocho litros que equivale a unas 144 copas. Una medida ideal para una fiesta.

Un mundo de formas. Los dos formatos más habituales son Burdeos, clásica botella de hombros marcados y cuello alto, y Borgoña, coniforme y sin hombros. La explicación detrás de esto aseguran que se debe a la intensión de las dos regiones icónicas de la vitivinicultura francesa por diferenciarse en épocas donde no existían las etiquetas. Además, los vinos de Burdeos por su composición y estilo siempre se destinaron a la crianza y en sus hombros suelen descansar los sedimentos al momento del servicio. Por su parte, los vinos de Borgoña elaborados principalmente con Pinot Noir a no acumular tanto sedimento no necesitan de hombros marcados. De todos modos, el tema de las borras hoy se resuelve con decantador. A estos dos formatos se suman las alsacianas, coniformes y esbeltas cuyos vinos son siempre blancos y de cepas como Riesling, Gewürztraminer o Sylvaner. La caramañola, botella baja de formato redondeado y plano, se extendió con los vinos de Franconia, Alemania, y luego con algunos vinos populares de Latinoamérica. Por último cabe destacar el formato de las botellas de champagne que además demandan de un vidrio más grueso para resistir la presión del gas carbónico y un pico especial donde asegurar el bozal que contiene al corcho.

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