APRENDER 6 claves para descubrir un vino con tan sólo un vistazo

Vinos ABC: el año importa Por Alejandro Iglesias


Al comprar un vino generalmente prestamos atención a la bodega o al varietal y no a la cosecha, un dato vital.


El año de elaboración de un vino puede aportar información muy importante para el comprador. Si bien por un lado delata la antigüedad de la botella también permite diferenciar los buenos años de lo malos. Y este último es un dato que puede asegurarnos un descorche de antología o uno para el olvido. Sucede que las características de la cosecha se miden por varios factores que determinan la calidad final de los vinos. Entre estos factores los más determinantes son los climáticos y a continuación explicamos por qué.

Años mejores que otros. El mundo del vino es complejo. Cada país, cada región y cada viñedo deben afrontar al año diferentes contingencias climáticas que definen el destino de los vinos. Es por esto que se habla que algunas cosechas son mejores que otras. Ninguna región del mundo tiene asegurado el clima ideal, incluso las zonas con condiciones regulares pueden sufrir una mala cosecha. Entre los factores a considerar para determinar la calidad del año se encuentran las lluvias, el calor, el frío, granizo y heladas.

Las lluvias. Si bien las vides se alimentan principalmente de agua, es importante que lo hagan de modo adecuado. Por esto mismo, las regiones secas donde el riego es controlado aseguran siempre calidad para sus vinos. Pero ninguna región se salva de un año lluvioso y ante esto muy poco puede hacer el hombre. Las plantas se alimentarán como decida la naturaleza y serán fundamentales las curaciones preventivas y labores para evitar enfermedades en el viñedo. La abundancia de agua también suele retrasar la madurez ya que a los frutos les cuesta concentrar aromas y sabores. Cada precipitación obliga a dilatar la vendimia aunque esto no puede ser eterno y se corre el riesgo de no alcanzar buen grado alcohólico. Ahora, si la situación se controla seguramente los vinos del año se destaquen por ser ligeros y de bajo grado.

Calor. La insolación y la temperatura ambiente son vitales para la maduración de los frutos. Pero como sucede con todas las necesidades de la vid, deben darse dentro de determinados rangos. Por ejemplo, un año caluroso puede favorecer a los viñedos de una región fría pero condenar a los de una zona cálida. Si bien en los años cálidos, secos y con buena cantidad de horas de sol suele ser sencillo lograr la maduración de los frutos también puede disparar la concentración de ciertos componentes o retrasar y poner en riego otros. En las cosechas con estas características se logra grado alcohólico más elevado y niveles más bajos de acidez. En las zonas cálidas los vinos resultarán vinos muy intensos, con carácter y poco frescura mientras que en la áreas más frías se notará mayor concentración y volumen de boca además de tintos más tánicos. El momento de cosecha será determinante para el equilibrio.

Frío. En las regiones cálidas los años frescos se celebran pero en las zonas frías se padecen. Básicamente por que el frío retarda la maduración. Entonces, en una zona calurosa, un año frío permite que el ciclo de la vid se extienda y que los vinos del año sean frescos, vivaces y más sutiles que de costumbre. En una zona fría esto puede poner en riesgo la cosecha y desencadenar una pérdida de uva por falta de maduración.

Heladas. Con este nombre se conoce al fenómeno climático que acontece cuando las temperatura ambiente desciende en un momento determinado por debajo de la media común hasta el punto de congelamiento del agua. Para la vitivinicultura es un enemigo muy importante ya que exige a la las vides y pone en riesgo sus partes verdes. Si se producen en invierno pueden desajustar el ritmo biológico de la planta y que ésta retrase el comienzo de su actividad en primavera. Si se dan en primavera pueden poner en riesgo los brotes y la floración al punto de atentar contra el desarrollo de los racimos y frutos. Ante esto los viñedos cuentan con diferentes sistemas de protección pero según los daños ocasionados por las heladas además de merma puede afectarse la calidad de los vinos del año y también la performance de las vides en la siguiente vendimia.
Granizo. Las tormentas granizeras son la peor pesadilla del mundo del vino. Estos trozos de hielo que se producen en las nubes y luego precipitan por su propio peso azotan a muchas regiones vitícolas. Si bien el granizo puede tener diferente porte y no siempre ser letal para la plantas, los daños que infringen obligan a las bodegas a proteger sus plantas con telas anti-granizo. Una caída de granizo puede darse en cualquier momento del año siendo muy peligrosas en época de brotación y floración ya que afectan la producción de uva y la vitalidad de las plantas. En los años castigados por granizo en muchas regiones del mundo los vinos no alcanzan gran calidad.
De cepas y añadas. Cada variedad responde de modo diferente ante los factores meteorológicos. Por ejemplo, las de ciclo corto, como la mayoría de las blancas y Pinot Noir, en los años cálidos se aseguran un maduración plena mientras que las de ciclo largo, Cabernet, Malbec o Merlot, corren el riesgo de sobremaduración. Pero si fuera un año muy frío las de ciclo corto pueden no lograr el grado de cosecha mientras que las de ciclo largo se benefician con una madurez lenta y equilibrada que puede asegurar grandes vinos. Pero el calor siempre es necesario en la última etapa de maduración para el desarrollo fenólico y de color.
Buenas y malas. La industria del vino siempre lleva registro de las características de cada vendimia. De este modo es fácil conocer el potencial de los vinos según la añada. A la hora de pensar en vinos de guarda es importante buscar aquellos elaborados en años equilibrados pero con buena concentración. De todos modos esto no implica buscar vinos sobremaduros sino aquellos con buena estructura tánica. En este sentido, en la principales regiones vitivinícolas del planeta los vinos de una buena añada siempre superan en precio a los de una mala. Incluso, muchos productores prefieren no elaborar sus grandes vinos o íconos si el año no les asegura la calidad que pretenden. Una muestra de lo importante que es el análisis global de la calidad de la vendimia.

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