Espumantes: una revolución notable del vino argentino

El Informe Trimestral de la División Vinos del Banco Supervielle desarrolla el análisis de la evolución de los vinos espumantes en la última década y realiza un pormenorizado análisis de las transformaciones que tuvo el mercado y cuáles fueron los determinantes de su fenomenal expansión.


El vino espumante ha sido, junto a la expansión de algunos varietales, uno de los fenómenos mundiales de mayor trascendencia en el mercado de vinos y también en el argentino. De la mano de nuevas preferencias de los consumidores, la incorporación de nuevos países al hábito del vino, la presencia destacada de la mujer en el consumo y elección de los vinos y una nueva generación de jóvenes, las bodegas desarrollaron productos más fáciles de beber, frutales y desarrollaron el mercado de la “burbuja”.

Este último espacio fue ocupado por bodegas nuevas y también tradicionales aunque a nivel global el tradicional Champagne francés dejó lugar al Prosecco italiano y los Cavas españoles a los que se sumaron nuevos países productores.

El mercado argentino hace un par de décadas tenía aún un bajo consumo por habitante, muy alejado de los países tradicionales europeos. Sin embargo, las nuevas tendencias que aparecieron en el mundo también desembarcaron en nuestro país y en apenas una década el consumo se duplicó y mostró una tasa de expansión cercana al 10% anual. Comparativamente, se trató de una “revolución” comparable a la expansión del Malbec




En consonancia con esta expansión la inversión también creció. De 61 bodegas que había en 2006 hoy superan las 100 y el número era menor a una decena apenas un cuarto de siglo atrás. No menos importante fue la expansión de viñedos. El Pinot Noir, variedad insignia de los mejores espumantes franceses, pasó de algo más de 230 hectáreas en 1990 a casi 2.000 hectáreas en 2015. Mientras tanto la superficie de Chardonnay cuyo destino principal es el espumante pasó de 900 hectáreas a más de 6.800 en el mismo período. Sólo en el área vitícola se puede estimar que hubo una inversión cercana a los 280 millones de dólares. Variedades como Semillón, Chenin o Pedro Giménez utilizadas en los espumantes de gama media de precios disminuyeron su superficie pero estaban muy extendidas en la elaboración de vinos genéricos blancos y la producción de espumantes detuvo su caída.
En los últimos años el sector incorporó espumantes de menor precio demandados por el público y se ha expandido la cantidad y calidad de productos y como el resto de los vinos ha sufrido la fuerte influencia de variables macroeconómicas adversas como la caída de ingresos en el mercado argentino y el retraso del tipo de cambio para la exportación. Sin dudas, un cambio en el ambiente macroeconómico tendrá impactos de consideración en el mercado de los espumantes argentinos.
Para ver el Informe Completo haga click aquí.
Fuente: Informe Trimestral División Vinos Banco Supervielle





Comentarios