INTERNACIONAL Científicos chilenos logran producir vinos con bajo alcohol sin sacrificar la calidad

Un tema caliente


No te pierdas esta interesantísima nota de Mariano Braga relacionada al calentamiento global y sus efectos en la vitivinicultura.



El color rojo rabioso del Malbec argentino podría estar al borde de la extinción. Sí, no es que quiera alarmarlos, mis amigos, pero el cambio climático nos está jugando una mala pasada… incluso en materia de vinos. Nuevas zonas productoras que años atrás eran inimaginables, variaciones sustanciales en el sabor y el color de las uvas, transformaciones en la fenología del racimo, caídas de la productividad, plagas y fronteras que se quiebran a medida que las temperaturas escalan alto.

Durante un reciente seminario llevado adelante por la Universidad Nacional de Cuyo (UNCuyo) en Mendoza, los resultados desplegados fueron contundentes. “Estimamos que la calidad de las uvas va a decaer como consecuencia del cambio climático, cuestión que ya hemos visto con las cosechas cada vez más calurosas de los últimos años. Observamos, de hecho, una evidente disminución de la intensidad del color”, aseguró frente a un estupefacto panel Emiliano Malovini, uno de los investigadores a cargo de la presentación.
De esto escuchaste las mil versiones, pero ¿sabías que el calentamiento global está cambiando drásticamente la industria del vino mundial? Un Malbec de color Pinot Noir, uvas de horrorosa calidad y regiones impensadas ahora produciendo… el panorama está que hierve.

Claro que la amenaza no está solo puesta en Sudamérica. El calentamiento global ha venido transformando las reglas de juego en todo el mundo, corriendo la producción hacia latitudes más altas, principalmente en el Hemisferio Norte. ¿Quién hubiese pensado décadas atrás la existencia de viñedos promisorios en el sur de Inglaterra? ¿Y la inserción ya masiva de zonas de Japón, China o India en el mercado mundial del vino? Muchos de estos casos llegaron de la mano de años más propicios para el cultivo de la vid, temperaturas benévolas y lluvias antes no registradas.

Es que, dentro de un grosero panorama productivo, pocos otros sectores se ven tan afectados por el clima como el vitivinícola: la viña es por demás perceptiva ante modificaciones significativas de temperaturas, lluvias y amplitud térmica. La vid, al tener una vida productiva de más de 100 años, mide su producción en periodos largos de tiempo. Si en 40 cosechas, por ejemplo, la meteorología de una región fluctúa significativamente, podría llevar a una reducción escandalosa de la calidad y la cantidad de vino producido. ¿Cuánto? Algunos estudios llegaron a sugerir para el 2050 una pérdida de más del 80% de la superficie vinícola de California. Algo para pensar y repensar.



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