CAFES EMBLEMATICOS DE LA LITERATURA EN BAIRES por Esteban Lleonart

Desde aquellos que han sido sede de reunión de famosos clubes literarios a los que fueron frecuentados una y otra vez por algunas de las máximas plumas locales, muchos cafés han sido testigos e incluso protagonistas de la literatura porteña. Un breve repaso por algunos de los lugares más icónicos de esta relación entre los libros y la gastronomía.


La relación de Buenos Aires con la literatura es uno sus grandes distintivos. Según datos del último censo, de 2010, es la ciudad con mayor cantidad de librerías por habitante, con un promedio de 25 por cada 100 mil personas. Con una importantísima Feria del Libro que es un éxito año a año, con el honor de haber sido distinguida Capital Mundial del Libro por la UNESCO en 2011, y con una enorme tradición literaria que ha producido algunos de los mayores exponentes de Latinoamérica, es inevitable que las huellas de tantos escritores se encuentren por todos lados. Esto es especialmente así en el caso de los bares, cafés y restaurantes que eran los lugares de encuentro para compartir novedades y visiones literarias cuando aún no había internet para cumplir esa función.

Si bien varios de los lugares icónicos de la literatura porteña han desaparecido, todavía quedan en pie varios testigos del romance de Buenos Aires con sus libros y escritores, suficientes para más de una nota. Aquí, algunos de los más ilustres.

Café Margot - Av. Boedo 857 

En los años ’20, las vanguardias literarias europeas impactaron a los escritores de Buenos Aires, y se fueron formando dos grupos, nombrados por sus lugares de reunión y separados no tanto por su afinidad literaria sino más bien por su postura social. Uno fue el Grupo de Florida, asociado más   a las clases altas, que se reunía en la recientemente desaparecida Confitería Richmond, al que pertenecían Jorge Luis Borges (que será figura frecuente de este listado), Leopoldo Marechal y Oliverio Girondo, entre otros. El otro fue el Grupo de Boedo, de inclinación más de izquierda y con un énfasis en las temáticas sociales, con representantes como Elías CastelnuovoRoberto Arlt o Leónidas Barletta. Estos se reunían en la Editorial Claridad, que se encontraba en la Avenida Boedo 837, y concurrían a tomar su café y continuar sus largas charlas en el Café Margot, que en ese entonces se llamaba Bombonería de Roses y que fue durante muchos años la confitería Trianón. En la actualidad es conocido por sus exquisitos sándwiches de pavita, y sigue relacionado al arte y la literatura: en el piso superior se encuentran el Espacio teatral Boedo XXI y la Biblioteca Lubrano Zas, de la Junta de Estudios Históricos del Barrio de Boedo . 

La Perla del Once - Av. Jujuy 36

Comúnmente se lo tiene como uno de los templos primigenios del rock nacional por ser donde Tanguito y Lito Nebbia escribieron “La Balsa”, pero mucho antes que eso Macedonio Fernández recibía allí a varios jóvenes artistas como (de nuevo) BorgesXul Solar o Leopoldo Marechal para discurrir sobre filosofía. Un tiempo después, cuando salía de la Escuela Normal Mariano Acosta, iba hacia este mítico café un adolescente Julio Cortázar, a leer y garabatear sus primeros cuentos.  Actualmente el bar trabaja su imagen de lugar iniciático del rock nacional, con shows en vivo de  viejas glorias de la escena local y bandas tributo.

Bar Británico  - Av. Brasil 399

Estuvo muy cerca de perderse para siempre, ya que en 2006 debió cerrar sus puertas, pero por suerte un año después reabrió este clásico de San Telmo, gran reducto bohemio de la ciudad. Se dice que en una de sus mesas Ernesto Sábato escribió las primeras páginas de su libro “Sobre héroes y tumbas”, y fue frecuentado por Enrique Symns, antiguo compañero de ruta de la banda Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, fundador de la revista de culto Cerdos & Peces y figura provocadora por excelencia de la escena literaria y periodística vernácula. Su ambiente se mantiene igual a pesar del paso del tiempo, y ha resistido todo aggiornamiento, por lo que aún invita a charlas contraculturales acompañadas de cerveza fría y maní. Además, fue escena de películas como “Diarios de Motocicleta”, de Walter Salles, y “Tetro”, de Francis Ford Coppola.

London City - Av. de Mayo 599

“La marquesa salió a las cinco”, pensó Carlos López. “¿Dónde diablos he leído eso?”. Era en el London de Perú y Avenida; eran las cinco y diez. ¿La marquesa salió a las cinco? López movió la cabeza para desechar el recuerdo incompleto, y probó su Quilmes Cristal. No estaba bastante fría. Así comienza el libro “Los Premios”, de Julio Cortázar. Se refiere a la confitería London City, donde se inicia la novela y que el escritor solía frecuentar. Es otro de los lugares icónicos que casi se pierden; cerró en 2013, pero al año reabrió, y sigue ofreciendo sus comidas abundantes y, esperemos, la cerveza lo suficientemente fría. Conserva una mesa con cenicero en homenaje a Cortázar, para imaginarlo fumando un cigarrillo mientras crea alguna de las obras cumbres de la literatura argentina.

Café Tortoni  - Av. de Mayo 825

Quizás uno de los establecimientos más míticos de Buenos Aires, el Café Tortoni fue fundado en 1858 y en sus más de 150 años de historia todo tipo de visitantes ilustres pasaron por sus mesas y lo hicieron lugar de reunión. Es un ícono tanto para el tango como para la literatura, y dentro hay una mesa con las figuras deCarlos GardelAlfonsina Storni y Jorge Luis Borges que da testimonio de ello. En los años ’20 se fundó allí laPeña del Tortoni, un grupo comandado por el pintor Benito Quinquela Martin que existía para promocionar el arte y la cultura, con asistentes como Borges y Storni, además de escritores como Roberto Arlt y Baldomero Fernández Moreno, por solo citar a algunos. En los ’60 fue sede de otro grupo literario, reunido en torno aAbelardo Castillo y Humberto Constantini, con representantes como Ricardo Piglia o Isidoro Blastein, y de esas reuniones salieron tres publicaciones emblemáticas: El grillo de papelEl escarabajo de oro y El ornitorrinco. Por si fuera poco, es uno de los cafés más bellos de la ciudad, y con una historia tan rica que, aunque sea un clásico, puede seguir redescubriéndose una y otra vez.

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