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Lago Puelo y El Bolsón: sabores y paisajes de la Comarca Andina

Con una industria turística en crecimiento, se multiplican las opciones para recorrer la región y conocer sus platos típicos, que van mucho más allá de la mermelada de frambuesa.

Lejos quedaron los años ochenta, cuando esto era una colonia de hippies que venía a alejarse de las ciudades. Hoy El Bolsón es un punto turístico vital de la Patagonia argentina, con varias atracciones que combinan patrimonio histórico, belleza natural y sabores autóctonos.

A dos horas de auto desde Bariloche, este pueblo es el epicentro de la llamada Comarca Andina del Paralelo 42°, una zona que también abarca dos Parques Nacionales (Los Alerces y Lago Puelo) y cinco pueblos: Lago Puelo, El Hoyo, Epuyén, El Maitén y Cholila. Allí, con el cerro Pichiquitrón como centinela, los caminos se pierden entre laderas arboladas.

EL BOLSÓN Y DESPUÉS
Con el calmo boulevard San Martín como arteria principal, El Bolsón concentra unos pocos comercios y las agencias turísticas que organizan paseos y visitas a sus alrededores, como Grado 42, una de las más completas. Mientras algunas excursiones son exclusivas de la temporada estival (rafting, parapente y buceo, por ejemplo), la mayoría se puede llevar a cabo a lo largo de todo el año, inclusive en invierno, cuando la temperatura acaricia los cero grados. Entre varias opciones de trekking y cabalgatas, un paseo tradicional es el Bosque Tallado, curioso proyecto del artista Marcelo López, que reunió a escultores de la zona para tallar 40 troncos de lengas caídas en el cerro Pichiquitrón. Tampoco se puede dejar de visitar las orillas del lago Puelo, con su preciosa vista del cerro Tres Picos.

Otro clásico es La Trochita, un tren a vapor que funcionó entre 1945 y 1994 con el sueño de unir la Patagonia y que hoy es una atracción turística. Muy bien mantenido, este “viejo expreso patagónico” realiza un trayecto de una hora, ida y vuelta, partiendo desde El Maitén. Pero el viaje, en realidad, es un viaje en el tiempo, ya que los vagones conservan la estética de los años veinte, la locomotora echa humo por la chimenea, y hasta pasa un guardia de saco gris para picar los boletos. Un museo móvil y viviente.



FRAMBUESAS Y HELADOS
La gastronomía no es un tema menor en La Comarca. Conocida como la capital de la fruta fina, en temporada sus bosques están repletos de frambuesas, murras (similares a las moras) y rosa mosqueta. Y si bien las frutas en conserva y las mermeladas son un distintivo de la región (algunas fábricas artesanales se pueden visitar, como la de Patagonia Berries), la oferta no se queda en eso.

Ante todo, hablar de El Bolsón es hablar de Jauja que, más que una heladería, es una institución y un motivo de orgullo para los lugareños. Cuando, en 1982, Frigor dejó de abastecer al pueblo de sus productos debido al mal estado de los accesos en aquella época, la familia Mazzini decidió empezar a hacer sus propios helados artesanales para el restaurante que habían abierto pocos meses antes. Y les salió bien: sus helados ganaron fama nacional, llegaron a Bariloche, a Buenos Aires, hay una sucursal en Melbourne (sí: en Australia) y tienen planes de expansión, mientras los Mazzini construyen una fábrica con mayor capacidad en El Hoyo. En temporada alta, la heladería es un meeting point donde la gente se reúne a probar sabores que van desde sabores clásicos (impecable el sambayón) hasta los de sello propio como el Limongibre, Sauco, Boysenberry o el contundente Chocolate Profundo.



COCINEROS EN ALZA
En marzo pasado se llevó a cabo en La Comarca la primera edición del festival Cocina de los Lagos, que contó con la participación de chefs de todo el país, incluidos Martín Molteni y Pedro Lambertini (entre los mediáticos), en el que hubo almuerzos, clases magistrales y una feria de productores, entre otras actividades.
La realización de este evento, sumado a la creación del grupo Chúcaro (Chubut Cocina Argentina de Orígen), deja en claro que la intención es posicionar a la zona como polo gastronómico y que se dieron los primeros pasos. Los productos naturales están: hay recolectores de morillas en los bosques, criadores de corderos, agricultores orgánicos por todas partes y proyectos como Ciesa, una huerta orgánica biointensiva que cultiva rarezas como el colinabo, el mizuno y la acelga tricolor.

Así, los restaurantes de la zona cuentan con materia prima de calidad a mano. En Luz de Luna, por ejemplo, el chef Iván Montero (ex Caffé Armani y La Colección) prepara una gran paleta de cordero entera al horno en cocción lenta, frente a la cual uno se siente una especie de Obelix. Otro restaurante destacado es Mavyska, de la cocinera Mavy Jaichenco, que prepara con sapiencia lo típico de la zona, como el cordero con papas al horno, o trucha con vegetales al wok. Para beber: cerveza tirada de La Araucana, una de las tantas buenas cervecerías artesanales de la región.



EL PRIMER SINGLE MALT ARGENTINO
Se llama La Alazana, se elabora en una chacra en el valle Las Golondrinas y obtuvo la primera licencia del país para destilar whisky de malta. Este es el proyecto llevado a cabo por Nestor Serenelli, oriundo de Bariloche, que en 2014 lanzó su primera partida de whiskies. Aún a un precio de $1040 la botella (es decir, lo mismo que cualquier single malt escocés), se agotó en pocos meses. El whisky se destila a partir de malta seleccionada de la provincia de Buenos Aires, tiene una doble destilación en tanques diseñados por él mismo y se añeja durante tres años en barricas de madera (80% usadas para bourbon y 20% usadas para jerez). Mientras esperan la segunda partida para noviembre, aguardan también la evolución de nuevos productos, elaborados a partir de una mala ahumada traída de Bélgica. Situada a unos 30 minutos de El Bolsón, la destilería se puede visitar y, claro, incluye una degustación whiskera.

Por Claudio Weissfeld

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