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A menos que te vayas tres meses de vacaciones, el verano en Buenos Aires es una realidad ineludible, pero si la vida te da limones, buscate menta y jengibre. Estos meses son una oportunidad para redescubrir el centro, que suele estar un poco más tranquilo: y de paso, descansás del regreso a casa en hora pico, que es medio una tortura. Te tomás algo rico -cada día en un lugar distinto- y volvés a la nochecita con mucho menos tránsito. De paso, aprovechá para reencontrarte con esos amigos que trabajan a unas cuadras que hace meses te dicen que se tienen que juntar. En esta nota te recomendamos algunos lugares con onda para este tipo de plan.
New kid on the block: Shout
Hace meses que se venía hablando del nuevo proyecto de Sebastián Maggi y Santiago Lambardi, la maravillosa dupla responsable del éxito que hoy es Pony Line. Hasta último momento corrieron rumores con distintos nombres, locaciones y conceptos y finalmente, hace cosa de un mes, abrieron sus puertas. El bar funciona en el primer piso de un viejo hotel abandonado con una onda chic, pero súper relajada. Se siente que podés ir vestido como quieras y está todo más que bien. En lugar de renegar de los clichés de Microcentro, Shout se los apropia con una ironía cariñosa: hay una sección de shots en la carta y algunos tragos llevan los nombres de los números de la lotería, por poner algunos ejemplos. Las combinaciones son deliciosas, originales y maridan perfecto con la carta de comidas que pone un acento en carnes y achuras. Los “imperdibles” son muchos, pero si hay que quedarse con un par, no te pierdas las mollejas de corazón, ni las croquetas de cerdo, ni el vacío -para compartir, es realmente enorme-. Si vas a comer con tragos y postre, calculá unos $400-$500 pesos por cabeza; si sólo vas a beber y picar alguna tapa, con $150-$250 te arreglás. Prestá atención a los happy hours y al 2×1 en cervezas.
Conocido, pero diferente: The Sensi Bar
Hace ya un par de años que The Sensi Bar se instaló en ese local enorme que supo albergar al famoso Le Bar. Lucas Aliaga, uno de los dueños y bartenders, suele explicar la onda del lugar usando el concepto “SensiTime”: venir a pasar un rato tranqui, tomando algo rico, ver amigos, escuchar buena música y olvidarse por un rato del trajín de la ciudad. La idea es recibir de forma cálida a gente de cualquier background y edad, y eso se ve ni bien cruzás la puerta. La coctelería del bar es fresca y veraniega, con énfasis en aperitivos y combinaciones frutales inspiradas en tradiciones como la coctelería Tiki. Para comer hay algunas perlitas originales como los Patacones -plátano frito- que salen bien crocantes y con guacamole, en un tamaño ideal para acompañar un Campari o una cerveza helada. Si querés algo más suculento, las hamburguesas son deliciosas: estate atento también a las Sushi Nights que se organizan cada tanto a buenos precios y con un excelente producto. Hay happy hour -“SensiTime” le dicen también- de tragos y cerveza de 17 a 21 horas. Con salir a las 18 o 19 del trabajo llegás perfecto y, si te pudiste escapar temprano, a las 21 ya estás como querés. En términos de precios, comer y beber durante el SensiTime rondará un total de $200, mientras que más tarde estará más cerca de $300.
Clásico imbatible: Gran Bar Danzón
Pasan los veranos, pasan los locales, queda el Gran Bar Danzón. Hace ya 16 años -en “años de bar” son mínimo 60- que el Danzón se sostiene imbatible gracias a la calidad innegable del producto que sirven y el servicio intachable con el que te reciben. La estética es “noventosa modernizada”, bien nocturna y sexy. Los precios son más que justos teniendo en cuenta la coctelería y comida world class que podés disfrutar. En la sección de la carta de coctelería “Clásicos del Gran Bar” podés encontrar las recetas que hicieron famoso al Danzón desde la apertura. El resto son también deliciosas: en general combinaciones sencillas, pero inolvidables, de esas que tienen gusto a clásico en el paladar. Podés picar algo o directamente comer, en ese sentido es tan restaurante como bar. De hecho, podés elegir si sentarte en la zona de la barra o en el sector de mesas, un poquito más formal y cómodo para comer. Suelen servir buen sushi y tiraditos, ideales tanto para una comida como para matar el hambre a la hora del happy hour. Hay buenas promociones de champagne, ideales si sos un fanático de esta bebida o para brindar. Estimá beber y picar por $200 y cenar por $400.
Al estilo italiano: Filo
Si bien no es estrictamente un bar, Filo supo ser en los años de su apertura -hace ya una década- un epicentro de la noche porteña. Aunque hoy por hoy es más tranquilo, todavía es una excelente opción si querés comer una pizza en un entorno un poco más nocturno y canchero. Además de una deliciosa pizza finita -para los que buscan una opción de pizza a la piedra en el centro- y delicias italianas como el Ossobuco, tienen una carta de cócteles muy completa y una buena selección de spirits, especialmente de Grappas; aunque también ofrecen una variedad de whisky digna de un bar de tragos. Bonus track: cierran todos los días a las 3 de la mañana, así que si tu plan terminó en una cena tardía, te van a estar esperando con los brazos abiertos. Por $250 comés con tragos o la espirituosa de tu gusto -con cerveza te arreglás por un poco menos-.
Chapado a la antigua: Plaza Bar
Entre las numerosas barras de hotel de Buenos Aires es probable que la del Plaza sea la que mejor sostiene el espíritu de los años ‘30, la época en que los cantineros de hotel marcaban la línea de la noche porteña. Allí, el “vermouth con ingredientes” no es homenaje ni ironía pintoresca: es sencillamente lo que los clientes -muchos de ellos frecuentan el bar desde hace varias décadas- piden cualquier día de semana. Hay pianista, mozos de oficio y todo eso que nos resulta tan porteño y entrañable. Es una buena salida para organizar con amigos con la sensación de que, ya que estás en Buenos Aires, por lo menos vas a viajar en el tiempo. Los precios, para colmo, son muy buenos y ni hablar en relación con la calidad. Con $150 te arreglás, con $250 te armás una noche para recordar -o más bien, una que no recordarás al día siguiente-.
La terraza del centro: Sky Bar
Hace poco una amiga me pidió una recomendación de un buen lugar para citas en el centro con espacio abierto: tres requisitos que pueden sonar sencillos, pero que combinados son una figurita difícil. Por suerte, se me vino a la cabeza el Sky Bar de la terraza del Pullitzer. Solían tener muchos tipos de Gin con los que servían distintos Gin Tonic. Si bien todo el tema de las importaciones ha mermado esa variedad, la coctelería del bar sigue siendo muy correcta y la terraza es efectivamente preciosa: parece como si la hubieras sacado de la costa y pegado en el Microcentro con un cut & paste. Para picar hay clásicas opciones de bar, tablas de quesos, bruschettas, pizzas y nachos que no descollan, pero no decepcionan y acompañan perfectamente el momento. Los jueves suele haber DJs en vivo, por si buscás algo más de movida -o un buen background para tu cita-. Con unos $250-$300 por cabeza picás y bebés tranquilo.
Tamara Tenenbaum
Filósofa de formación, cronista urbana de profesión. Tres son multitud y el Martini, bien dirty, por favor. Creo que las calorías son un invento de los medios.
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