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En lo que va de 2013 se organizaron en la Argentina más de
10 festivales, eventos que ofrecen menús a precios promocionales en los
mejores restaurantes, charlas y degustaciones. Atentos.
Todo comenzó en 1992. En julio de ese año, en la ciudad de Nueva York,
tendría lugar la Convención Demócrata y se esperaba que miles de
periodistas arribaran a cubrirla. Los hoteleros harían negocio seguro.
Pero los restaurantes –que no atravesaban su mejor momento– no tenían
claro cómo jugarían sus cartas. Hasta que los restaurateurs Tim Zagat y
Joe Baum tuvieron una idea: la hoy conocida (y también esperada) New
York Restaurant Week.
El plan era sencillo. Durante los días de la convención un grupo de restaurantes ofrecería un menú fijo de tres pasos a precio módico para que los periodistas pudieran probar la buena cocina de la ciudad. Y si al menos no resultaba ser un negocio desde el punto de vista de las ganancias, debía serlo en publicaciones y relaciones públicas. Para su sorpresa, resultó un éxito en todos los frentes. Zagat y Baum, sin darse cuenta, habían encontrado una llave maestra que, veinte años después, involucra a más de 250 restaurantes y forma parte del calendario de eventos oficiales de la Gran Manzana con dos ediciones al año: una en invierno y otra en verano.
DE NUEVA YORK AL MUNDO
Cualquier idea exitosa y sencilla no tarda en copiarse. Y así el concepto se esparció por las principales ciudades del mundo. Está la semana de Sydney y la de Madrid. París largó la suya este año y Los Angeles, Londres y Sao Paulo ofrecen sus versiones, por citar un puñado de ejemplos. Y la movida ahora llegó a la Argentina.
Solo en lo que va de 2013 hubo semanas gastronómicas y de la restauración en nuestro país, como la Buenos Aires Food Week, La Semana Gourmet de Córdoba, Rosario Gastronómica y Madryn al Plato, por nombrar algunas. A ellas se suman semanas gastronómicas de cocinas de inmigrantes, como la francesa, la española y la italiana.
Este auge podría ser anecdótico sino fuera porque involucra a mucha gente y genera dinero, además repercusión mediática. Un dato que pone blanco sobre negro: solo en la primera edición de Buenos Aires Food Week (abril 2013), según cifras de la organización, se vendieron 12.000 menús especiales en un total de 24 restaurantes y por un valor de 1,75 millones de pesos.
Para el consultor gastronómico Martín Blanco, los motivos de este éxito se resumen sencillamente: “Mientras la inflación erosiona los márgenes de ganancia de los restaurateurs e invertir se vuelve cada vez más incierto, ser creativos a bajo costo es el mejor negocio. Y así, aunando esfuerzo entre varios, se arma una movida de comunicación que llena los restaurantes. Y es positivo para las marcas, además, a diferencia de los clubes de descuentos”, explica.
FESTIVALES EN AUGE
Así como Zagat y Baum se percataron en su momento de que la ecuación funcionaba mejor si se unían los restaurateurs para darle escala y difusión al sector de la mano de un evento, la gastronomía argentina encontró finalmente el producto que le da lustre a sus cubiertos. Porque el punto no es tener sólo buenos cocineros y ricos platos servidos en restaurantes. Para que el negocio funcione hay que conseguir que más gente se acerque y conozca su propuesta. Y eso es, exactamente, lo que generan las semanas gastronómicas.
Por ejemplo en Córdoba. CircuitoGastronómico.net, el site que organiza la movida, lo entendió desde el día cero. Largaron en 2012 con la cocción de una vaca entera acompañada de productos locales como aceites y quesos, cuya imagen llamativa circuló en buena parte de la prensa nacional. Además, la Semana Gourmet generó, según explica Nicolás Marchetti, uno de sus organizadores, “el interés de los cordobeses por la creciente restauración de la ciudad, con eventos públicos y abiertos, como clases de cocinas para niños, encuentros con chefs y charlas a público en general”.
Y esto no se dio sólo a nivel de alta gastronomía: en la edición de este año, por ejemplo, se realizó un almuerzo al aire libre en La Parrilla de Roberto, uno de los restaurantes más tradicionales de la ciudad, donde unas 400 personas dieron cuenta de 30 cabritos alineados con pimienta y sal. Eso, en contraste con los menús de Casa Galán, donde se podía probar trucha cocida a baja temperatura, reducción de acetos y otras delicias. Y mientras que el primer evento fue gratis, el segundo era uno de los tres pasos de un menú en el restaurante más cotizado de la ciudad, al módico precio de 150 pesos.
El cruce entre lo popular y la alta cocina, ahora que la pregunta sobre la gastronomía argentina está en vilo es una ecuación interesante. Sólo así se podrá perfilar en el mediano plazo lo que el periodista gastronómico Pietro Sorba se adelantó en llamar la Nueva Cocina Argentina: que hace foco en los sabores y productos locales, pero con técnicas de cocinas internacionales.
En cuanto a las semanas gastronómicas dedicadas a cocinas puntuales, como la española (en abril) o la italiana (junio), la novedad este año es sumarse al espíritu low cost de las ya mencionadas. En ese sentido, sucedió un desplazamiento interesante, ya que hasta ahora estos eventos dependían de la inversión de sponsors –por ejemplo bodegas como Catena o Rutini- y ahora entran en la lógica de “la unión hace la fuerza”.
Sin ir más lejos, la Semana de la Gastronomía Italiana –la última en llegar al ruedo, de la mano de Sorba – tuvo lugar a fines de junio. Y la modalidad empleada fue la de menús fijos en restaurantes a precio amigables ($69 al mediodía y $149 a la noche), además de oferta de tragos en bares, y una serie de charlas y talleres en diversos puntos de Buenos Aires. Del 8 al 14 de julio, en tanto, tuvo lugar Cusine et Liberté que celebró la gastronomía francesa.
EL PRECIO JUSTO
Una de las principales barreras a la hora de conocer restaurantes es el precio. Guiados por la intuición, cuando vemos abundante decorado, luces especiales y muchos mozos, los consumidores nos apichonamos estimando un gasto elevado. En esa especulación suelen perder las nuevas propuestas o las cartas menos tradicionales. De ahí que los inventores de esta movida entendieron que el asunto principal era ofrecer un menú por pasos y a un precio fijo, para evitar ese momento de incertidumbre.
Esa idea básica no cambió a lo largo de dos décadas. Y así, en las semanas gastronómicas argentinas los precios también fueron puestos con ojo fino.
En Rosario, cuya semana fue la primera del país en 2011 y donde el cubierto promedio es más bajo que en otras ciudades, los precios oscilaron entre 60 y 100 pesos por menú. En la ciudad de Buenos Aires, en cambio, el rango fue más amplio y abarcó desde 99 pesos para un almuerzo a 169 para una cena. En todo caso, los organizadores de este último evento –Fuudis y Restorando.com– lo expresaron desde el vamos en su comunicado de lanzamiento: “La idea es democratizar el acceso a la gastronomía ofreciendo al público general la posibilidad de conocer restaurantes premium y degustar platos únicos a precios atractivos”.
Claro que los precios no dicen mucho sin saber dónde se podía comer. En Buenos Aires, por ejemplo, se destacaron Astrid & Gastón, Casa Cruz, Azema y Bice, es decir, algunos de los más reputados y caros de la ciudad. En Rosario sobresalieron Sunderland, Locanda Valentino y Mercurio. Mientras que en Córdoba los restaurantes Sibaris, Casa Galán y Diran le pusieron el tono.
TE AGRANDAMOS EL COMBO
El combo de bajos precios, diversidad de cocinas y cocineros es uno de los grandes atractivos de las semanas gastronómicas. Pero el formato aún está en plena exploración. Y mientras que en Córdoba la gastronomía regional es primordial –por ejemplo, todos los menús deben incluir productos cordobeses-, en Rosario la cosa pasa por una oferta de charlas y simposios a cargo de figuras locales. Algo similar a la movida de Madryn al Plato, que redobla la apuesta con cocineros reconocidos como Narda Lepes u Osvaldo Gross.
Mientras las semanas gastronómicas se consolidan en nuestro medio como la novedad del momento, una cosa es segura: como afirma Martín Blanco, “resultan una excusa cool para llenar a los lugares de gente. Algo creativo y funcional en un momento difícil”.
EVENTOS POR DOQUIER
Paralelo al boom de las semanas gastronómicas, en la que los restaurantes ofrecen sus menús a precio bajo, en nuestro medio las ferias gastronómicas también vienen en ascenso. El paso lo marca el mercado de productos saludables Buenos Aires Market, que de forma itinerante y una vez al mes, se instala en distintos puntos de la ciudad, convocando entre 20.000 y 30.000 personas por edición.
Masticar, la feria de cocineros famosos, a fines de 2012, también tuvo gran impacto a lo largo de sus tres jornadas, en las que se consumieron, por ejemplo, una tonelada de ostras, 90.000 raciones de comida y se bebieron poco más de 100.000 copas de vino. Por su parte, el Día del Gourmet –lanzado por la empresa Gesón el pasado 14 de abril– movió en un solo domingo a unas 600 personas entre charlas y degustaciones. Mientras que Milhojas, el ciclo de libros gourmet y charlas de cocineros que tuvo lugar en la Feria del Libro de este año, convocó a unas mil personas en dos días.
El plan era sencillo. Durante los días de la convención un grupo de restaurantes ofrecería un menú fijo de tres pasos a precio módico para que los periodistas pudieran probar la buena cocina de la ciudad. Y si al menos no resultaba ser un negocio desde el punto de vista de las ganancias, debía serlo en publicaciones y relaciones públicas. Para su sorpresa, resultó un éxito en todos los frentes. Zagat y Baum, sin darse cuenta, habían encontrado una llave maestra que, veinte años después, involucra a más de 250 restaurantes y forma parte del calendario de eventos oficiales de la Gran Manzana con dos ediciones al año: una en invierno y otra en verano.
DE NUEVA YORK AL MUNDO
Cualquier idea exitosa y sencilla no tarda en copiarse. Y así el concepto se esparció por las principales ciudades del mundo. Está la semana de Sydney y la de Madrid. París largó la suya este año y Los Angeles, Londres y Sao Paulo ofrecen sus versiones, por citar un puñado de ejemplos. Y la movida ahora llegó a la Argentina.
Solo en lo que va de 2013 hubo semanas gastronómicas y de la restauración en nuestro país, como la Buenos Aires Food Week, La Semana Gourmet de Córdoba, Rosario Gastronómica y Madryn al Plato, por nombrar algunas. A ellas se suman semanas gastronómicas de cocinas de inmigrantes, como la francesa, la española y la italiana.
Este auge podría ser anecdótico sino fuera porque involucra a mucha gente y genera dinero, además repercusión mediática. Un dato que pone blanco sobre negro: solo en la primera edición de Buenos Aires Food Week (abril 2013), según cifras de la organización, se vendieron 12.000 menús especiales en un total de 24 restaurantes y por un valor de 1,75 millones de pesos.
Para el consultor gastronómico Martín Blanco, los motivos de este éxito se resumen sencillamente: “Mientras la inflación erosiona los márgenes de ganancia de los restaurateurs e invertir se vuelve cada vez más incierto, ser creativos a bajo costo es el mejor negocio. Y así, aunando esfuerzo entre varios, se arma una movida de comunicación que llena los restaurantes. Y es positivo para las marcas, además, a diferencia de los clubes de descuentos”, explica.
FESTIVALES EN AUGE
Así como Zagat y Baum se percataron en su momento de que la ecuación funcionaba mejor si se unían los restaurateurs para darle escala y difusión al sector de la mano de un evento, la gastronomía argentina encontró finalmente el producto que le da lustre a sus cubiertos. Porque el punto no es tener sólo buenos cocineros y ricos platos servidos en restaurantes. Para que el negocio funcione hay que conseguir que más gente se acerque y conozca su propuesta. Y eso es, exactamente, lo que generan las semanas gastronómicas.
Por ejemplo en Córdoba. CircuitoGastronómico.net, el site que organiza la movida, lo entendió desde el día cero. Largaron en 2012 con la cocción de una vaca entera acompañada de productos locales como aceites y quesos, cuya imagen llamativa circuló en buena parte de la prensa nacional. Además, la Semana Gourmet generó, según explica Nicolás Marchetti, uno de sus organizadores, “el interés de los cordobeses por la creciente restauración de la ciudad, con eventos públicos y abiertos, como clases de cocinas para niños, encuentros con chefs y charlas a público en general”.
Y esto no se dio sólo a nivel de alta gastronomía: en la edición de este año, por ejemplo, se realizó un almuerzo al aire libre en La Parrilla de Roberto, uno de los restaurantes más tradicionales de la ciudad, donde unas 400 personas dieron cuenta de 30 cabritos alineados con pimienta y sal. Eso, en contraste con los menús de Casa Galán, donde se podía probar trucha cocida a baja temperatura, reducción de acetos y otras delicias. Y mientras que el primer evento fue gratis, el segundo era uno de los tres pasos de un menú en el restaurante más cotizado de la ciudad, al módico precio de 150 pesos.
El cruce entre lo popular y la alta cocina, ahora que la pregunta sobre la gastronomía argentina está en vilo es una ecuación interesante. Sólo así se podrá perfilar en el mediano plazo lo que el periodista gastronómico Pietro Sorba se adelantó en llamar la Nueva Cocina Argentina: que hace foco en los sabores y productos locales, pero con técnicas de cocinas internacionales.
En cuanto a las semanas gastronómicas dedicadas a cocinas puntuales, como la española (en abril) o la italiana (junio), la novedad este año es sumarse al espíritu low cost de las ya mencionadas. En ese sentido, sucedió un desplazamiento interesante, ya que hasta ahora estos eventos dependían de la inversión de sponsors –por ejemplo bodegas como Catena o Rutini- y ahora entran en la lógica de “la unión hace la fuerza”.
Sin ir más lejos, la Semana de la Gastronomía Italiana –la última en llegar al ruedo, de la mano de Sorba – tuvo lugar a fines de junio. Y la modalidad empleada fue la de menús fijos en restaurantes a precio amigables ($69 al mediodía y $149 a la noche), además de oferta de tragos en bares, y una serie de charlas y talleres en diversos puntos de Buenos Aires. Del 8 al 14 de julio, en tanto, tuvo lugar Cusine et Liberté que celebró la gastronomía francesa.
EL PRECIO JUSTO
Una de las principales barreras a la hora de conocer restaurantes es el precio. Guiados por la intuición, cuando vemos abundante decorado, luces especiales y muchos mozos, los consumidores nos apichonamos estimando un gasto elevado. En esa especulación suelen perder las nuevas propuestas o las cartas menos tradicionales. De ahí que los inventores de esta movida entendieron que el asunto principal era ofrecer un menú por pasos y a un precio fijo, para evitar ese momento de incertidumbre.
Esa idea básica no cambió a lo largo de dos décadas. Y así, en las semanas gastronómicas argentinas los precios también fueron puestos con ojo fino.
En Rosario, cuya semana fue la primera del país en 2011 y donde el cubierto promedio es más bajo que en otras ciudades, los precios oscilaron entre 60 y 100 pesos por menú. En la ciudad de Buenos Aires, en cambio, el rango fue más amplio y abarcó desde 99 pesos para un almuerzo a 169 para una cena. En todo caso, los organizadores de este último evento –Fuudis y Restorando.com– lo expresaron desde el vamos en su comunicado de lanzamiento: “La idea es democratizar el acceso a la gastronomía ofreciendo al público general la posibilidad de conocer restaurantes premium y degustar platos únicos a precios atractivos”.
Claro que los precios no dicen mucho sin saber dónde se podía comer. En Buenos Aires, por ejemplo, se destacaron Astrid & Gastón, Casa Cruz, Azema y Bice, es decir, algunos de los más reputados y caros de la ciudad. En Rosario sobresalieron Sunderland, Locanda Valentino y Mercurio. Mientras que en Córdoba los restaurantes Sibaris, Casa Galán y Diran le pusieron el tono.
TE AGRANDAMOS EL COMBO
El combo de bajos precios, diversidad de cocinas y cocineros es uno de los grandes atractivos de las semanas gastronómicas. Pero el formato aún está en plena exploración. Y mientras que en Córdoba la gastronomía regional es primordial –por ejemplo, todos los menús deben incluir productos cordobeses-, en Rosario la cosa pasa por una oferta de charlas y simposios a cargo de figuras locales. Algo similar a la movida de Madryn al Plato, que redobla la apuesta con cocineros reconocidos como Narda Lepes u Osvaldo Gross.
Mientras las semanas gastronómicas se consolidan en nuestro medio como la novedad del momento, una cosa es segura: como afirma Martín Blanco, “resultan una excusa cool para llenar a los lugares de gente. Algo creativo y funcional en un momento difícil”.
EVENTOS POR DOQUIER
Paralelo al boom de las semanas gastronómicas, en la que los restaurantes ofrecen sus menús a precio bajo, en nuestro medio las ferias gastronómicas también vienen en ascenso. El paso lo marca el mercado de productos saludables Buenos Aires Market, que de forma itinerante y una vez al mes, se instala en distintos puntos de la ciudad, convocando entre 20.000 y 30.000 personas por edición.
Masticar, la feria de cocineros famosos, a fines de 2012, también tuvo gran impacto a lo largo de sus tres jornadas, en las que se consumieron, por ejemplo, una tonelada de ostras, 90.000 raciones de comida y se bebieron poco más de 100.000 copas de vino. Por su parte, el Día del Gourmet –lanzado por la empresa Gesón el pasado 14 de abril– movió en un solo domingo a unas 600 personas entre charlas y degustaciones. Mientras que Milhojas, el ciclo de libros gourmet y charlas de cocineros que tuvo lugar en la Feria del Libro de este año, convocó a unas mil personas en dos días.
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