APRENDER ¿Cómo conservar una botella de vino cerrada? ¿Y cuándo ya se abrió la botella?

¿Quién será el heredero de Robert Parker?

En diciembre pasado se anunció la venta de The Wine Advocate, la publicación desde la cual el crítico de vinos Robert Parker construyó su reputación. Entonces una pregunta se hizo evidente: ¿habrá un heredero, o el mundo se queda sin una cabeza visible?
 

Durante 34 años Robert Parker construyó una reputación de crítico implacable. Mes a mes publicó sus famosos rankings de vinos en la revista The Wine Advocate (TWA), donde cualquier etiqueta que superase los 90 puntos tenía el éxito asegurado en Estados Unidos, es decir: miles de cajas vendidas a altos precios en el mercado de vinos más grande del mundo.

Ese poder elevó la figura de Parker por encima de la de todos los críticos de su generación e hizo que TWA alcanzara números impactantes: 50.000 suscriptores que pagaban 100 dólares anuales. Y eso sólo en papel, ya que en www.robertparker.com el número de usuarios es mucho mayor. Esto alcanzó para que el crítico se manejara siempre de manera independiente, sin publicidad.

Así, a mediados de los 90 Parker ya era una figura de peso. Y no tardaron en llegar las críticas. Por un lado, sobre el estilo de vinos que premiaba –concentración y madurez– que a ojos del mundo se convirtió en el dominante. Por otro, acerca de los catadores a los que les asignaba regiones del globo que el propio Parker no podía cubrir: Antonio Galloni para Italia, Borgoña, Champagne y luego California; Jay Miller (luego Neal Martin y ahora Luis Gutiérrez) para Sudamérica.

LA CAÍDA DEL REINADO
Pero a fines de 2012 algo se rompió en la monolítica estructura del mundo Parker, acicateado por la crítica –especialmente dura en el caso de Jay Miller, a quien se acusó de cobrar dinero por probar vinos en España y en la Argentina– y por los juicios –hay uno con Galloni que recién comienza–. En diciembre pasado, The Washington Post publicó la inesperada noticia: el tío Bob había vendido su TWA a un grupo inversor de Singapur llamado Soo Hoo Khoon Peng. Además, el grupo lo había relegado del rol de editor, conservándolo como socio y catador para Burdeos. El trono ahora le pertenecía a la poco conocida Lisa Perroti-Brown, quien fuera colaboradora en segunda línea de Parker.

Pasado el cimbronazo, asomaron las primeras dudas. Algunos columnistas conjeturaron que Parker, de 65 años, finalmente se retiraba. Y argumentaban que primero se había alejado de California (en 2010) y que ahora era solo cuestión de tiempo para que dejara de catar profesionalmente. Otros, menos compasivos, apuntaron que la fama le estaba costando caro y había caído en desgracia. Unos pocos, sagaces y confiados, señalaron que la estrategia de Parker era atacar el mercado asiático en plena ebullición y que para ello precisaba otra estructura: la que aportaría Soo Hoo Khoon Peng, tanto para eventos como para la venta de ejemplares. Y que en todo caso, como apuntó The Wine Cellar Insider, el consumidor norteamericano estaría perdido sin la guía del viejo Bob, pero no solo ellos: también las grandes cadenas de supermercados, que no tardarían en inventar un sucesor.

UNA NUEVA ERA
Lo concreto es que la venta de TWA abre una nueva ventana en el mundo del vino. Que Parker se corra del centro desnuda dos hechos: uno, que su figura hasta ahora fue la única capaz de encarnar en una persona al guía de consumo –hay otras revistas, otros paneles de cata, pero ninguno igual de influyente–; dos, que hasta ahora nadie asoma claramente como un heredero. O casi, porque hay un puñado de nombres que suenan con cierto peso.

Están quienes piensan –como Eric Asimov, columnista del New York Times– que las nuevas tecnologías, y el hecho de que durante 30 años los consumidores que siguieron a Parker se formaron un criterio propio, finalmente eclipsan la figura del crítico en nombre de una mayoría que prueba y vota vía internet. Toda una visión que catadores valientes e ignotos (al comienzo) como el carismático Gary Vaynerchuk, o (en menor medida) Jamie Goode supieron capitalizar desde blogs y programas en YouTube.

Aunque todavía es temprano para arriesgar cuál es el camino que tomará la crítica –si personalizada o democratizada–, habría que prestar atención a algunos medios y personajes que son candidatos a heredar el lugar de Parker.

LOS QUE ASOMAN
A la fecha, TWA ofrece dos catadores estrella que arrancan su camino. El inglés Neal Martin es quien tendría más chances de escalar posiciones. Un tipo que tiene una reputación intachable, con una visión menos laxa que la del propio Parker a la hora de puntuar (bodegueros locales aseguran que no estaría dispuesto a otorgarle 100 puntos a un vino que no sea francés) y es, en la línea sucesoria, el candidato más firme.

Le sigue el venezolano Antonio Galloni, en quien Parker se apoyó para cubrir grandes regiones como California o Borgoña y que, según declaró, cubría un tercio de las notas de cata de TWA. El idilio terminó a comienzos de este año, cuando Parker inició acciones legales contra él (ver recuadro).

Desde Estados Unidos, solitario pero ganando terreno, el neoyorquino Stephen Tanzer tiene credenciales suficientes para vestirse de candidato. Otorga puntajes desde 1985 y su newsletter tiene una edición paralela en japonés. En palabras de quienes colaboraron con él en diversas catas, es un paladar refinado que elige lo que le gusta. Publica sus catas en International Wine Cellar, cuya suscripción anual cuesta 95 dólares.

En la misma línea, James Suckling, ex editor de Wine Spectator, lanzó su propia web con rankings de vinos y cigarros. Su modelo de negocios es parecido al de Parker, con una suscripción anual de 150 dólares para acceder a sus notas y reviews. Como Tanzer, es un profesional que lleva tiempo en este asunto, algo que le juega a favor y en contra a la hora de construir una carrera con proyección.

En la vieja guardia y del otro lado del Atlántico, pareciera que a la inglesa Jancis Robinson se le pasó el cuarto de hora. Sin embargo, la dama del vino sigue en plena producción. Y si bien no llegará a “vender” tantas botellas como Parker, su rol es clave en la formación de opiniones en el público británico y en la industria a nivel mundial. De hecho, su nuevo libro (Grape’s Book), compila la historia genética de las variedades y se ha convertido en una herramienta clave de divulgación científica leída en la industria del vino.

También en Europa, el francés Michel Bettane es de los pocos que lograron proyección global como críticos de vinos, especialmente en Inglaterra, como catador experto en asuntos de ese continente. Este hecho, al igual que la ascendente carrera de Luis Gutiérrez (TWA), podría sugerir un interesante giro del periodismo internacional hacia catadores con pies locales en lugar de los “flying wine tasters”. Con un puñado de libros en su haber y escribiendo para Decanter y Gambero Rosso entre otros, Bettane ha denunciado el negociado de los puntajes en varias ocasiones, asegurando que algunos productores pagarían por ellos hasta 2000 euros.

Es curioso cómo la corrupción se ha transformado en los últimos años en el talón de Aquiles del sistema de puntajes y también del propio TWA. Denunciada por los medios tradicionales y los catadores más reputados, fueron estas sospechas las que terminaron abriendo la puerta a una nueva camada de críticos 2.0. Sin ir más lejos, el escándalo de Jay Miller fue dado a conocer e impulsado por numerosos blogueros españoles a raíz de unos mails filtrados en la web.

LA CAMADA 2.0
Esta nueva camada está en la vereda de enfrente de la crítica especializada y surgió en la década pasada a la sombra de la posición hegemónica de Parker. En la visión de Eric Asimov, en su columna de The New York Times a propósito de la venta de TWA, el fenómeno es natural en un mercado en el que los consumidores maduraron bebiendo de la mano de críticos influyentes y ahora toman su relevo siguiendo gustos propios. En ese sentido, sitios como 1WineDude, Wine Anorak, Terroirist, Vinography y Benito’s Wine Reviews ganaron visibilidad y lectores.

Si hasta hoy vivíamos en una era en la que Robert Parker reinó como el gran crítico, ahora podría inaugurarse una nueva página, en la que ninguna persona física o jurídica –como Wine Spectator o Wine Enthusiast– lograrían captar una atención tan grande. Una buena oportunidad para otros estilos de catadores y de vinos. ¿Será así? El tiempo dirá.

THE GALLONI AFFAIR
¿Cuánto gana un catador de The Wine Advocate?, te preguntarás. Antonio Galloni, al momento de su ruptura con la publicación, en febrero de este año, cobraba por sus reportes 300.000 dólares anuales más gastos. Una cifra interesante como para crecer a la sombra de Robert Parker. ¿Pero hasta cuándo? Con la venta de TWA, el venezolano renunció a su trabajo y se quedó con el material que tenía comprometido con Parker: un reporte sobre los vinos de Sonoma. Al mismo tiempo, lanzó su sitio web (www.antoniogalloni.com) donde rankea vinos y anunció que publicaría el informe de Sonoma como propio. Fue entonces cuando Parker lo demandó por incumplimiento de contrato. La cuestión ahora está en manos de la Justicia Federal Norteamericana. En todo caso, una cosa parece segura: la ruptura de Galloni, además de posicionarlo como un heredero fuerte, lo pone como el miembro de la familia dispuesto a acabar con el padre fundador. Otra señal, se podría decir, de la pérdida de influencia del propio Parker.

Por Joaquín Hidalgo

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