APRENDER ¿Cómo conservar una botella de vino cerrada? ¿Y cuándo ya se abrió la botella?

Parrillas de Buenos Aires: las favoritas por Ceci de Palermo


 

DON JULIO

Encantadora parrilla familiar donde comí muy pero muy bien: mientras esperaba, pan calentito con manteca; de entrada unas mollejitas y después una entraña jugosa que estaba tierna y riquísima; para acompañar, las infaltables papas fritas (esta vez españolas), pero también probé una de sus originales ensaladas, en este caso una de rúcula, tomate cherry y queso con kiwi como componente sorpresa, que le iba muy bien.

El servicio fue excelente, ya que Edgardo, el mozo de mi mesa, me atendió con simpatía, hizo las recomendaciones justas (por ejemplo, un Malbec de Ángeles 2009, perfecto para maridar con los platos elegidos) y estuvo siempre atento a que todo saliera a mi gusto (como los puntos de cocción).

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Evidentemente, Pablo, el dueño y sommelier, se preocupa por la calidad de los productos que sirve porque sabe que es parte fundamental de la ecuación pero también sabe que hay un intangible que hace al alma de un restaurante y por eso no se dedica simplemente a vender buena comida sino a crear las condiciones propicias para que pases un momento único. Le pone pasión a lo que ofrece y hasta creó su propio “museo de momentos”: si pedís una botella de buen vino para una velada especial te dan un marcador para que plasmes tu vivencia en la etiqueta y dejes la botella vacía como souvenir, adornando algunas de las repisas del salón; como yo, que colecciono los corchos de los vinos que tomo.




CABAÑA VILLEGAS

El restaurante funciona en un local bien amplio y cómodo; la atención es excelente y empieza de la mano de Héctor, el encargado del lugar, que te acomoda en una de las mesas, también amplias y cómodas, te explica las opciones del menú (hay dos, muy convenientes y en dos escalones de precio de acuerdo al vino) y de la carta, y te hace la sugerencia justa.

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Empecé la cena con una empanada riquísima de carne cortada a cuchillo, seguí con unas mollejitas (fileteadas finas para que salgan más crocantes), con una original ensalada de rúcula y albahaca (el complemento ideal para cortar la grasitud de las mollejas), y después llegó el plato fuerte: un ojo de bife.

Sin dudas, la calidad de la carne es el punto donde Cabaña Villegas se luce con un maravilloso ojo de bife, mi corte preferido, excelente exponente de la famosa carne argentina.

Curiosamente en la carta también figura la picanha (la cabeza del cuadril que es el corte típico que encontramos en las parrillas de Brasil), en principio destinada al público brasileño pero resulta que los visitantes del vecino país se dejan tentar más por nuestro bife de chorizo.

Si te queda lugar para el postre, la estrella de la carta dulce es la lágrima de chocolate con mousse de dulce de leche, para completar un combo argentino de primer nivel, regado por un Nicasia (90% Malbec de 2010 de bodega Catena Zapata).




FERVOR

Se nota que se trata de un gran restó desde la puerta, la barra y la decoración en la que predomina la madera con su toque de sobria elegancia y calidez a la vez.

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Willy, el encargado, te recibe con una copa de champán mientras admirás el buen gusto del mobiliario y la lámpara central, adornada con cubiertos, y vas estudiando la carta que te da la bienvenida con una cita de Borges que inspiró el nombre del lugar.

Cuando pensé en este restó para la terna de parrillas recomendadas quise aportar un poco de equilibrio porque no sólo de carne vive el hombre (y la mujer) gourmet, y no pude haber elegido mejor. Uno de los platos insignia de Fervor es la parrillada de mar, una delicia tan abundante y bien servida que con media porción comen dos, y ¡qué bien comen!

El exquisito surtido incluye chipirones, vieiras, langostinos, salmón, lenguado y la estrella: un suculento y generoso trozo de pulpo. El festín se completa con salsa tártara, salsa golf, mayonesa con palta más unos vegetales grillados o los riquísimos buñuelos de acelga con salsa blanca o una ensalada de verdes y endivias.

Para acompañar, elegí dejar de lado el Malbec por un rosado que maridara armoniosamente con los frutos de mar: el impecable Críos Rosé de Malbec (¿se nota que soy fan?) de Susana Balbo.

El cierre, si te queda lugar: un postre vigilante (queso y dulce) para coronar una experiencia gastronómica bien argentina y de primera.

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