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Fuente: Rumbovino Blog.
Este post comencé a escribirlo en diciembre del año pasado. Luego de terminar la idea principal decidí dejarla reposar un tiempo porque no quería equivocarme en el enfoque que debían tener estas líneas. Pasaron un par de meses, y aún así, la idea sigue sin cerrarme del todo, pero aún a riesgo de no ser certero, me gustaría discutir con los lectores este asunto…
La idea me invadió cuando leí una de las tantas listas que andaban
dando vuelta, impresas en papeles de revistas o volando en las pantallas
de las páginas o blogs de vinos a través del ciberespacio, enumerando
los mejores vinos de Argentina del 2012. Lo cierto es que ese listado –
el de aquel momento– que integraba el top nacional me disparó un par de
preguntas-reflexiones, que no son de ahora sino que vienen desde hace
bastante tiempo. ¿No se está yendo un poco la mano con los precios de
los vinos? ¿Debemos estar orgullosos de que nuestros mejores vinos estén
casi todos por arriba de los $100? Lo cierto es que no estoy tan seguro
de ambas cosas.
No quiero cuestionar esos vinos ni ese podio. No he probado casi
ninguno por la sencilla razón que no los puedo pagar. Lo que cuestiono
en realidad es que cada día nos cueste más hacer vinos a mejores
precios. Al menos eso es lo que parece desprenderse de esas listas. No
deberíamos prestar atención a eso, sobre todo cuando estamos perdiendo
competitividad en el mundo justamente por ese motivo. Realmente es
necesario que los vinos cuesten ese dinero. Como imagen hacia afuera
creo que esto no es del todo bueno.
Si bien se que no tiene nada que ver, cualquier persona que no sabe
mucho de estos menesteres electivos, tranquilamente podría llegar a
pensar que no se puede beber ningún vino de buena calidad por debajo de
los $100 (poco más de 20 USD oficiales). Un precio que está muy alejado
de las posibilidades económicas de la mayor parte de los bebedores de
vinos de Argentina… Y eso que el vino está declarado como la bebida
nacional! Y lo que es peor, nos quejamos de que cada vez se bebe menos.
Es que así no hay forma de revertir la tendencia.
Deberíamos comenzar a tratar de que estos listados los integren
vinos más cercanos a la realidad de los consumidores y dejar de hacer
tantos productos exclusivos y para pocos. Eso, creo yo, no tiene nada
que ver con la inflación del país… tiene que ver con decisiones de
empresa. Para mí, este es el desafío que debe perseguir la
vitivinicultura argenta…
¿Seremos capaces de hacer vinos más económicos? ¿Seremos capaces,
cada uno desde donde le toca, los comunicadores, profesionales y
aficionados, de modificar esta tendencia y dar una vuelta de timón para
que el vino nacional además de ganar premios gane consumidores?
Gracias por leernos,
Rumbovino.
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