Ana Amitrano, embajadora del vino


Fuente: Los Andes | Fernando Gabrielli.
Ana AmitranoTrabaja activamente en la promoción del vino. Ha llegado a dormir más de 200 noches fuera de su casa por viajes relacionados a su trabajo.
La entrevista con Ana Amitrano está planeada para las 10 de la mañana de un día de la semana pasada, pero no llega a concretarse. El motivo es que Ana acaba de ser abuela. Su primera nieta se llama Elena y es hija de su hijo Sebastián. Un par de horas después de este importante suceso concretamos la entrevista con quien es una de las trabajadoras del vino más importantes que tiene nuestro país.
-¿En qué momento de tu vida te vinculaste a la vitivinicultura?

-Fue hace 33 años. A los pocos meses de que naciera Sebastián, que es mi hijo mayor. Me relacioné con la actividad a partir de la familia. Yo estaba casada con José Zuccardi y comencé a trabajar en la bodega.
-¿Cómo era Bodega Familia Zuccardi en esa época?

-En esa época existían los viñedos, pero no existía la bodega y tampoco las marcas.
-¿En qué puesto arrancaste?

-En estos 33 años he pasado por muchas áreas de la empresa. Pero generalmente he estado vinculada a la parte comercial. De todas maneras, al principio hacía de todo. Pero principalmente me dedicaba a comprender el mundo del vino. Mi vinculación con la industria no existía.
-¿Nadie en tu familia estaba dedicado al vino?

-Nadie. Mi padre era médico. Y yo antes de ingresar en la bodega trabajaba como fotógrafa en un estudio. Hacía fotografía de sociales en casamientos y eventos familiares. En ese momento era raro ver a una mujer haciendo fotografías. Luego ingresé en el mundo del vino donde, en esa época, había muy pocas mujeres.
-Un comienzo complicado?

-Sí. En realidad el mundo del vino era bastante machista en esos tiempos. Además, en el sector comercial de la vitivinicultura no había mujeres. Yo era muy joven, pero el aprendizaje fue muy interesante. En los comienzos iba a restaurantes y supermercados, entre otros lugares, a vender vino. Siempre cuento la anécdota de que nunca pude cobrar mi primera venta. Creo que eso me ayudó a comprender, rápidamente, cómo era este negocio.
-¿Tomabas vino antes de entrar a trabajar en la bodega?

-No. Yo empecé a tomar vino cuando arranqué con el trabajo en la bodega. En mi casa, como en todas las familias, nos daban vino con soda. Pero el vino no era una bebida que yo elegía. Además en aquella época tampoco existían mujeres que tomaran tanto vino. No era común ver un grupo de mujeres solas tomando vino en un restaurante. Eso no ocurría.
-¿El paso de los años los hizo ser conscientes de la gran empresa que estaban generado?

-Las cosas fueron pasando. Nosotros teníamos claro que teníamos una oportunidad y que íbamos a aprovecharla. Pero la verdad es que no dimensionábamos adónde podíamos llegar. Fue mucho trabajo hecho a pulmón.
-¿Qué te genera que vuestra marca sea tan reconocida en todo el país?

-Me genera mucha alegría y también mucha responsabilidad. Sobre todo pensando en el futuro y en mantener todo. Pero fundamentalmente, creo que muchas veces no me doy cuenta de lo que se ha construido. Muchas veces los que me lo recuerdan son mis hijos. De todas maneras, me considero una privilegiada. Trabajo en una actividad que me gusta mucho y es muy placentera.
-¿Cómo surgió la idea de hacer la “Degustación Anual”?

-Surgió hace trece años en una degustación en un local de un cliente, en Suiza. Nosotros en ese momento teníamos entre diez y doce vinos y nos dimos cuenta de que podíamos hacer una degustación para muchas personas. En la primera degustación tuvimos unas 200 personas, eso fue en el año 2000. Al año siguiente fueron 500. Y la acción fue creciendo y se fue multiplicando. Hoy vienen, a cada degustación anual, entre 3.000 y 4.000 personas.
-¿Qué opinión tenés del argentino como consumidor de vinos?
-El consumidor ha crecido muchísimo. Entiende de vinos y está muy interesado. De todas maneras, creo que hay que entender al vino como un placer. Yo peleo para que no se lo intelectualice. Lo importante es que el vino le guste a la gente. No es necesario que pueda distinguir o no un aroma. De todas maneras, el argentino es un consumidor culturalmente preparado. Desde chicos hemos tomado vino con soda.
-¿Qué creés que se pueda hacer para que los jóvenes vuelvan a elegir al vino como bebida?

-Los jóvenes de hoy, a partir de los 25 años, están tomando vino. De todas maneras, creo que se puede acercar más el vino a los jóvenes. Sobre todo utilizando un lenguaje simple y tratando de enseñarles a tomar. En referencia a otras bebidas está claro que el consumo de cerveza ha crecido y seguramente va a seguir creciendo. Eso es indiscutible y creo que ambas bebidas no se pueden comparar. Pero también me parece que el vino es otra cosa. Y que su consumo tiene que ver con la amistad, con la tradición. Además está muy relacionado con la gastronomía, porque no se toma un vino solo.
-¿La cantidad de información que hay actualmente en los medios de comunicación sobre el vino ayuda al consumidor?
-Creo que le sirve. Y también creo que los comunicadores han retomado la senda del lenguaje sencillo. Ya no se habla tanto de aroma a cazis o frutos rojos. Ha habido un “parate” con este hecho de describir el vino con algunas cosas muy difíciles de encontrar.
-¿El crecimiento de la industria vitivinícola en nuestra país tiene techo?

-No, no hay techo. Sobre todo en cuanto a la potencialidad de Argentina como país vitivinícola. Además hay una generación brillante de enólogos e ingenieros agrónomos trabajando, que siguen haciendo que el sector prospere.
-¿Qué hizo que Argentina cambiara de hacer vinos finos de mesa a los excelentes vinos de nuestra provincia que hoy se ofrecen en el mundo?

-Argentina era un país con un alto consumo per cápita. Ese consumo se cayó y tuvimos que salir afuera a vender nuestros vinos. Pero ese vino que nosotros tomábamos no servía para venderse en otros países. Creo que esta salida nos hizo dar cuenta de que lo que estábamos haciendo no estaba tan bien y que teníamos que empezar a elaborar mejores vinos. A partir de eso hubo un gran crecimiento. Además se incorporó tecnología, la cual no estaba en las bodegas.
Los famosos
-¿Has hecho amistad con muchos famosos por estar relacionada al vino?
-Esto es algo que te da este trabajo. Hay muy buenas relaciones de amistad y respeto con muchas personas destacadas. Nuestra empresa es una gran familia y recibimos a nuestros invitados de esa manera. Joan Manuel Serrat, Adriana Varela y Dolly Irigoyen son algunos de ellos.
-¿Quiénes son las personas más importantes que has recibido en la bodega?

-Serrat, Fito Páez, Andrés Calamaro, Chayanne, Gustavo Santaolalla, Olga Román e Ismael Serrano. Son muchísimos y con todos ellos hemos compartido un almuerzo o una cena. Con Ismael (Serrano) puntualmente, recuerdo que llegó a almorzar a las 12 del mediodía y eran las 8 de la noche y seguíamos sentados charlando. Y él tenía que dar un show a las 9. Tenemos muchas anécdotas lindas con personalidades destacadas. Con Adriana Varela, por ejemplo, la primera vez que fue a la bodega nos quedamos hablando hasta las 6 de la mañana. Y hoy por hoy somos grandes amigas.
Con Serrat tenemos otra anécdota divertida: lo habíamos invitado a cenar a la bodega, pero mi hijo Sebastián estaba enfermo, entonces trasladamos la cena a nuestra casa. En medio de eso, llegó el médico a atender a mi hijo y se encontró con Serrat. No lo podía creer. Son relaciones que han trascendido lo profesional y tienen que ver con los afectos.
El trabajo
-¿Te imaginabas que ibas a generar todo lo que has generado?
-No, para nada. Yo sabía que el desafío era importante, pero no soñaba con algo de este tamaño. De todas maneras, sigo levantándome todas las mañanas con mucha energía y ganas de seguir trabajando.
-¿Creés que te hubieras desarrollado tanto profesionalmente si no hubieras trabajando en la industria del vino?

-Tal vez no. Yo me enamoré de esta actividad. Encontré una oportunidad. Además, era muy joven y no me paraba nadie.
-¿Qué es lo que más disfrutás de tu día a día?

-Trabajo muy bien a presión. Los días más tranquilos no son los que más disfruto. Además me gusta mucho trabajar con gente joven. A veces no comparto sus perspectivas, pero aprendo mucho de ellos.
Perfil
Es la gerenta comercial de Familia Zuccardi, empresa que recibe 40.000 visitas al año. Tiene 59 años y tres hijos: Sebastián (32), Julia (30) y Miguel (29). Desde sus comienzos ha hecho grandes aportes a los sectores de Marketing e Innovación de la bodega. Es una de las mujeres más representativas del vino en nuestro país.
Ping Pong
Restaurante: Tomo 1 y Sucre, ambos en Buenos Aires
Un Vino: Emma Zuccardi
Comida: Bife de chorizo
Libro: “El Libertador Cabalga” de Agustín Pérez Pardella
Un músico/a: Joaquín Sabina
Una película: “El Padrino” de Francis Ford Coppola
Deporte: antes tenis, ahora tengo poco tiempo

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