Hace apenas dos años las sidras del mercado eran entre
malas y peores. Hoy nuevos productos llegan a la góndola y el salto en
la calidad se hace notar en las copas. Pasen y beban.
La sidra vive un revival en el mundo. Desde el Reino
Unido, donde compite con fuerza contra cervezas y bebidas soft, a
Sudáfrica y Canadá, el fermento de manzanas viene en franco ascenso
después de algunas décadas de olvido. Y la Argentina no es la excepción.
De ser un país fuerte en la materia, el nuestro quedó relegado por
los desmanejos propios de una industria que no dio en el clavo. Desde la
década de 1980 a la de 2010, las sidras perdieron terreno y calidad.
Pero ahora la cosa comienza a cambiar. De la mano de grandes inversores,
como la chilena CCU que compró Saenz Briones el año pasado, la
categoría comienza a prometer un nuevo e interesante twist. Con
productos más sofisticados, por primera vez en décadas la sidra tiene un
nuevo abanico de sabores. Y vuelve, ya no sólo como una bebida para el
brindis de fin de año, sino con ganas de quedarse toda la temporada.
Con este panorama en la cabeza, fui, probé y recomiendo las que
siguen. Y aclaro, antes de que lluevan los reclamos de siempre: las que
faltan, no las conseguí en la república independiente de Villa Ortúzar.
Me duele que falte Tunuyán -suele ser un noble producto- pero sino, esta
nota la tienen para después de las fiestas.
Saenz Briones 1888: la sidra tope de gama de la
empresa propone una ecuación gustativa rara y virtuosa. Por un lado,
abunda en gas, con una fina burbuja que forma una rica mousse en el
paladar, por lo que extiende el sabor a cada rincón de la boca; por
otro, un largo after taste en el que a las notas de manzana se le suman
algunas de evolución, que recuerdan además a pan y pasto. Sabrosa, el
dato a tener en cuenta es que cuesta 34 pesos, siendo una de las más
caras y completas del mercado. Nostálgicos del buen sabor, apuntarse con
una.
Los Amaya: la sidra premium elaborada en Mendoza
consolida su posición como una productora de burbujas boutique. Echando
mano de manzanas mendocinas y sanjuaninas, Los Amaya ha ido cambiando su
perfil sensorial lentamente, desde la sidra dulce que supo ser, a una
en la que la acidez y la frescura que conlleva comienza a jugar un papel
clave para hacerla más chispeante. Con todo, lo mejor es el perfume
frutal y su largo after taste. A unos 35 pesos la botella, es ideal para
un brindis de pocos.
Real etiqueta blanca: encargada de reinventar la
categoría sidras, la marca cambió el foco del negocio, pasando de ser
una bebida de cañitas voladoras a una que se bebe con hielo en cualquier
momento del año. Para eso, lanzaron un pack de 330ml en julio de este
año en el que destacan a la manzana como ingrediente. De un
característico dulzor y una rica reminiscencia frutada, Real volvió para
reencantar a los consumidores al proponer beberla con hielo. La botella
de 720ml cuesta 11 pesos.
Apple Storm: flamante, el nuevo lanzamiento de CCU
promete un sismo grado 8 en la escala Richter en materia de sidras. Es
la primera vez en el mercado argentino contemporáneo que alguien se
anima a hacer una sidra ácida, con paladar casi seco y de color ámbar,
más cercana a las que se consumen en Irlanda e Inglaterra que a las
locales. Con una graduación apenas mayor al resto (5%) es una bebida
refrescante que funcionará bien como un sustituto a la cerveza entre los
jóvenes. También como un aperitivo o un refresco de tarde. Viene en
330ml y litro. La botella individual cuesta 8 pesos.
Victoria etiqueta blanca: los amantes de las
emociones fuertes no encontrarán en Victoria precisamente a su mejor
opción. Se trata de una sidra levemente aromática, con buen recuerdo de
manzanas, pero sobre todo un paladar moderado, con buena burbuja. Todo
en ella es dominio de la modosidad, por lo que es una buena opción para
todo tipo de paladar: ni amores ni odios, cumplir es la consigna. A 11
pesos los 720ml es una opción más.
Del Valle: hacía rato que no la probaba, básicamente
porque no siempre resulta fácil conseguirla. Es un producto curioso,
con un marcado aroma a compota de manzanas como nota dominante y una
burbuja firme y abundante. De baja frescura, es un ejemplar dulce que le
gustará a los paladares golosos a la hora del brindis. Mejor beberla
bien fría. Como dato, viene con bozal de alambre en vez de tapón de
plástico precintado, por lo que resulta fácil de destapar. La botella de
910ml cuesta 12 pesos.
Gran Sidra Farruca: ¿viste los tapones que llueven
en la publicidad en la tele? Olvidate de que lluevan en tu casa. Porque
abrir una Farruca demanda pericia y, de seguro, el uso de un cuchillo
tanto para cortar el precinto como para hacerle palanca al corcho. Eso
al menos me pasó a mi. Es que a esta sidra le sobra buen sabor a
manzanas –realmente destacable respecto a otros años- pero le falta un
poco de gas. Ojo, habrá paladares a los que les resulte una virtud. Más
allá del trabajo que demanda abrirla, es una excelente opción a bajo
precio: 8 pesos los 710ml en los chinos del barrio. Me quedé con ganas
de probar la Cosecha Privada de Farruca, que no conseguí para esta nota.
Oro Dulce: esta marca nunca la había probado y, para
mi sorpresa, no está tan mal. Eso sí: tenés que tener muchas ganas de
beber una sidra dulce bien dulce y sin muchos más atributos. Levemente
aromática -con reminiscencias de manzana, por suerte- y con una burbuja
sosa, el truco está claramente en el precio. La compré a 6,5 pesos en el
súper chino y, si estás corto de plata, puede ser una opción sensata.
La que no conviene comprar
Para no pifiarla con la sidra es clave comprar botellas nuevas. Es
decir, que no tengan etiquetas oxidadas por el sol y tal, porque si algo
hace que la sidra sea rica y aromática es precisamente su juventud. No
llevan cosecha, pero indican fecha de vencimiento. Cuanto más lejos,
mejor. En todo caso, de las 9 sidras que probé, la única no recomendable
fue:
Reino de Alcántara: esta sidra atrasa una década con
su aroma medicinal y perfil gustativo sucio, que recuerda al trapo
mojado. Mejor es olvidarse de esta compra, aunque la botella resulte
tentadora en alguna oferta de fin de año: 9 pesos la botella de 720ml.
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