Jardines y mesa itálica

El aristocrático edificio del Circolo Massimo abre las puertas de su coqueto jardín con estatuas y fuentes, florecido por el calor porteño, para refrescarse después de una comida ligera en su petit restaurante.
La mansión, proyectada por el arquitecto noruego Alejandro Christophersen en 1903, era la casa familiar de los Leloir. En un ambiente discreto, elegante y modernizado, hay música italiana y camareros veloces. En manos del chef David Giunti la carta propone delicias itálicas: Gambas al vino blanco sobre Risotto gratinado, caponata siciliana y pequeños verdes; Capelletti de cerdo inbrodo con huevopoche y queso de cabra; Trillas al pomodoro, olivas, alcaparras, almejas y mejillones; Conejo al vino tinto sobre polenta cremosa y portobellos caramelizados.
El Circolo ofrece también tres salones diferentes para realizar eventos y un catering exquisito que refleja las costumbres italianas de todas las regiones.