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Los secretos mejor guardados de los restaurantes chinos


Pidiendo empanaditas, chau fan y chop suey, dejamos de lado platos originales y deliciosos, con sabores exóticos para los argentinos. A no tener miedo: estos son algunos de los que hay que probar.

Experimentar la gastronomía de un país requiere de curiosidad, tiempo y un poco de valentía. Cada cultura tiene sus costumbres y, a ojos de un extranjero, pueden llegar a parecer extrañas y hasta desagradables. No sería inusual que un inglés sienta repudio al saber que en la Argentina se comen las entrañas de la vaca. Un boliviano puede rechazar una porción de caracoles franceses y un italiano se horrorizaría ante un plato de algas en un restaurante japonés. Pero con un poco de determinación y una mente bien abierta, podemos llegar a descubrir alimentos y platos exquisitos propios de las cocinas de lugares lejanos y no tan lejanos. 

ELLOS COMEN GUSANOS ROSTIZADOS…
La china es una cocina muy diversa y rica debido a la antigua tradición culinaria. Un famoso dicho cantonés dice: “Cualquier cosa que nade, camine, se arrastre o vuele con su espalda hacia el cielo, es comestible”. Se rige por la búsqueda de equilibrio entre los cinco sabores básicos: dulce, salado, ácido, amargo y picante. Además, los frecuentes períodos de hambruna que azotaron al país en distintos momentos hicieron frecuente la consumición de  una gran variedad de animales inusuales y de todas sus partes; incluyendo tripas, cartílagos y garras.

En las calles de Beijing se consigue sopa de sesos de perro, brochetas de pulmones de cabra, escorpiones negros y gusanos de seda rostizados, caballitos de mar y la última tendencia: carne de burro. La lista es interminable y se va poniendo cada vez más extraña. Lógicamente, a los chinos también les parecen raras algunas costumbres culinarias occidentales, como comer carne de vaca a la parrilla (la encuentran desabrida y muy simple).

… Y NOSOTROS PEDIMOS EMPANADITAS
Hacer un pedido de comida china que complazca los paladares de un grupo de argentinos no es una tarea difícil. Una ración de arrolladitos primavera, una de arroz chaufán y un pollo agridulce son opciones seguras y casi infalibles. De hecho, en la mayoría de los restaurantes chinos afirman que es común que los comensales argentinos pidan siempre los mismos platos y que hay algunos que no han sido pedidos sino por chinos. Por eso ya ni los ofrecen.

Para apreciar esta cocina a pleno hay que quitarse el miedo, desempolvar el menú (que muchas veces ni abrimos) y releer la gran variedad de platos que suelen ofrecer los restaurantes. Con seguridad van a llevarse sorpresas sumamente agradables sin necesidad de elegir opciones tan extremas. Por esa razón hicimos un compendio de platos disponibles en distintos restaurantes de Buenos Aires, especiales para aquellos deseosos de aventuras culinarias. No teman, hay opciones para distintos grados de experimentación.

Mero frito en salsa agridulce, en ROYAL CHINA
Aunque no suene muy exótico, es un plato poco conocido por los que no frecuentan este lujoso restaurante de Puerto Madero. Los habitués saben que se trata de una especialidad de la casa tradicional de la región de Cantón y lo piden con frecuencia. Se trata de un mero apanado y bañado en salsa agridulce con verduras, acompañado de arroz blanco. Está casi asegurado que el que lo pide, repite. De entrada, prueben la fritura de berenjena o tofu con ajo. No se arrepentirán. Otras opciones para arriesgarse: sopa de calabaza y cangrejo, ensalada de pepino y medusa, sopa de rábano y carne.
(Alicia M. de Justo 1880, Puerto Madero / T. 4313-8121)

Xiaolongbao, en ORIGINAL
Bordeando Parque Centenario, en una calle silenciosa y poco transitada, se encuentra este modesto lugar muy frecuentado por la comunidad. El plato, proveniente del este de China, consta de una especie de arrolladitos redondos hechos de una masa semi-transparente cocinados al vapor. Están rellenos de cerdo, jengibre y caldo y llegan a la mesa humeando dentro de una cesta de bambú. El reto consiste en aprender a comerlos sin hacer un desastre con el caldo. Aquí también pueden probar cangrejo con cebolla y jengibre y hojas con tallos vacíos salteados.
(Bravard 1170, Parque Centenario)

Pato laqueado, en SHI YUAN
Este lugar tiene un estilo muy particular y bien oriental. Curiosamente, hay mucha gente que no ha probado este popular plato originario de Beijing. Se rumorea que este es el mejor lugar para comerlo, pero hay que pedirlo con un día de anticipación. Lo traen a la mesa entero y lo van fileteando. La piel es crocante, la carne jugosa y se come con panqueques, verduras y salsa de ciruela. No olviden pedir la carta con fotos para tener una experiencia aún más similar a los verdaderos restaurantes tradicionales chinos. Si lo visitan, vale animarse a la fondue china y a los chinchulines fritos rellenos de verdeo.
(Tagle 2531, Barrio Norte / T. 4804-0607)

Cerdo ahumado en salsa Tau-sí, en CHINO CENTRAL
El local de San Isidro (hay otro en Microcentro) es un restaurante bonito y bien ambientado que invita a experimentar con sabores desconocidos. Este plato preparado al wok va acompañado con vegetales salteados. La salsa Tau-Sí esta hecha a base de porotos negros fermentados y, aunque podríamos hacerla en casa, no es muy popular en nuestro país. Es un plato sólo conocido por los visitantes frecuentes y oriundos del Oriente.
(Blanco Encalada 2096, San Isidro / T. 4737-0327)

Ciervo en salsa Sha-tie, en PALITOS
Uno de esos lugares del Barrio Chino en los que solemos pedir siempre lo mismo sin pensarlo dos veces; lo cual es triste, porque nos hemos perdido de esta delicia. La carne de ciervo es un poco viscosa pero de gusto exquisito. Viene bañada en una salsa densa y un poco picante que es importada de China y viene acompañada de verdeo chino. Otras opciones para iniciarse en territorios desconocidos y sabrosos:  pulpitos fritos, algas salteadas con jengibre y mondongo de cerdo.
(Arribeños 2245, Belgrano / T. 4786-8566)

Ensalada de tofu con verdura en conserva y huevo de los 1000 años, en CHINATOWN
Este restaurante de fachada rosa queda en el corazón del Barrio Chino y está constantemente lleno de gente. A pesar de no ofrecer platos muy extraños, tienen esta joya que no está en el menú, pero que puede ser solicitada. Es un plato originario de Cantón digno de paladares tolerantes. Es un poco difícil de comer al principio; pero una vez degustado varias veces, comienza a ser agradable. El tofu es más cremoso que el que se consigue en el súper y viene aderezado con vegetales en conserva y cilantro. El huevo de los 1000 años es quizás el verdadero reto. Es un huevo de pato que tiene un complicado proceso de preparación que implica una envoltura de barro, aserrín, arroz y té. El resultado es un huevo gris con yema verde y gelatinosa con sabor intenso y salado. Un plato sólo para verdaderos aventureros culinarios. Otras opciones para arriesgarse: acelga china salteada con ajo ó tofu frito con brotes de bambú.
(Mendoza 1700, Belgrano / T. 4783-4173)

Menudencias de cerdo y pollo, en RESTAURANTE SIN NOMBRE
Este lugar, cuyo nombre está escrito en caracteres chinos sin traducción, queda cerca del arco de entrada al Barrio Chino. Muchos lo conocen por su vidriera; en la cual exhiben garras y patas. Para un día en que se armen de valor (y no quieran gastar mucho dinero en experimentos), esta es la opción indicada. Hay que ir con la idea de que todo sabe mejor de lo que se ve. La oreja de cerdo tiene una textura complicada de digerir y poco gusto, la panza de pollo tiene un sabor parecido al hígado y está bien en pocas cantidades, la garra de pollo tiene buen sabor y muy poca carne (hay que tener cuidado con las uñas afiladas) y la lengua de cerdo es altamente recomendada. Hagan el experimento de hacerle un sándwich de lengua a alguien sin decirle lo que es y verán como se lo come con gusto. 
(Arribeños 2122, Belgrano)

ESCONDIDOS EN TODOS LOS MENUS
Hay algunos items que se pueden conseguir en casi cualquier restaurante chino y que, una vez descubiertos, suelen volverse parte de las costumbres de los comensales más asiduos. Aquí un listado de ellos:

Té de zapallo: una bebida fría de color ámbar que usualmente se pide para acompañar las comidas. Tiene un sabor muy dulce debido a que está hecha con trozos de calabaza recubiertos de azúcar.

Té rojo frío: es refrescante y bastante dulce. Suele consumirse con la comida. Usualmente lleva un poco de café que le da un gusto muy particular. Una variante de esta bebida es la que sirven con leche y perlas de gelatina con sabor a té. Esta se toma como postre y se encuentra en locales al paso del Barrio Chino.

Lychee: una fruta originaria del sur de China y el sudeste asiático en general. Es inusual encontrarla al natural, usualmente se compra la versión enlatada que ya viene pelada y en conserva. Por dentro es blanca y de textura viscosa y tiene un sabor agridulce. Suele ser consumida como postre en la mayoría de los restaurantes chinos.

Por Daniela Maestres

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