Incertidumbres femeninas: que cosas no comer en la primera cita?

Dicen que las mujeres nos preocupamos mucho por nuestra apariencia, a veces más de lo necesario. Gastamos fortunas en cremas para el cuerpo, la cara, las manos, el codo, el talón y las rodillas; otro tanto para los maquillajes y la ropa, sin contar los zapatos, carteras y accesorios. Es verdad que si vendo todo lo que hay en mi placard, capaz que a alguien le alcanza para comprar su propio departamento. Pero aun así, cada vez que llega el momento de asistir a un evento, prepararnos para una cita o incluso para ir al médico, surge la gran pregunta ¿¡¡QUÉ ME PONGO!!? Y seguido a eso la trágica afirmación: No tengo qué ponerme.

Sí, la vida de las mujeres es complicada, pero como si no fuera poco ahora les voy a agregar otra preocupación, porque siempre se habla de lo que no se debe hacer en una primera cita: No hables de trabajo para no ser aburrida, no te pongas eso que pareces “re- fácil”, y ni se te ocurra hablar de tu ¡¡EX!! Yo me pregunto, ¿a nadie se le ocurrió decir qué es lo que NO tenés que comer en una primera cita? La verdad me hubiera ayudado mucho, ya que ahora les voy a contar lo que me pasó en un par de oportunidades. 

Cita 1. Adrián: Era una noche de verano divina. Resulta que fuimos a cenar a un restaurante mexicano. Pedimos una fajitas riquísimas y una cerveza. ¡Ay mamá, cuando empezamos a comer! El picante que tenía la comida me deshidrató. Empecé a transpirar como condenada en pleno interrogatorio, mi cara era similar a la del culo de un mandril. Dios, no hay antitranspirante que aguante así. Y para terminar, cuando me levanté tenía la remera mojada en la parte de la panza y debajo del busto. ¡¡IMPRESENTABLE!!
Cita 2. Nico: Nada mejor que combinar la pasión y la comida. Así era Nico, un chef de primera y un dulce total. Una noche me invitó a comer a la casa y preparó unos canelones caseros. Ahora bien, yo tuve algunos inconvenientes. Por mojar el “pancito” en la salsa me salpiqué el pantalón blanco. Por querer hacerme la light, le dije que me sirviera los canelones de verdura y estuve toda la noche tratando de sacarme la espinaca de los dientes. ¡¡THE HORROR!!

Cita 3. Roberto: Con él fuimos a comer una picada. Quesos, salames, buñuelitos de coliflor, tortilla de papas a la española, y lo que definitivamente no tendría que haber probado: porotos al escabeche. Al principio todo bien, hasta que me invitó a la casa a tomar un café. No creo que sea necesario explicar lo que pasó…. Porotos, salame, ¡café! Qué combinación… ruidos de intestinos… la cosa se puso hot, y yo, evitando posiciones sugestivas y con ganas de ir al baño. En fin… ¡CHAU ROBERTITO!
Cita 4. Seba: Se los resumo. Cita en una parrilla de paso porque al señor no le gusta colaborar con las grandes corporaciones y cadenas de restaurantes. Dejando de lado todo análisis bromatológico, me comí un clásico “choripan”.

Durante el resto de la noche no pude decir tres palabras seguidas que sentía cómo se asomaba el maldito “provechito”, que como toda mujer delicada reprimí. ¡¡AYUDAAAA!!
En fin, sólo a mí me pueden pasar este tipo de situaciones. Si alguna vez hubiera leído algún artículo en “La Biblia” (mi revista de mujeres preferida) acerca de qué es lo que no se debe comer en una primera cita, me habría ayudado bastante. Como no hay mucho escrito sobre esas cuestiones, les dejo como testamento mis experiencias para que saquen sus propias conclusiones. Al fin y al cabo, ¡alguien lo tenía que hacer!
  Por Aye Casares y Brenda Gratas.

Comentarios