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El servicio de vinos en un restaurante demanda cierto protocolo que debería respetarse más allá de la formalidad que uno u otro pueda tener.
El consumidor elegirá el vino en función de la cantidad de comensales de una mesa. Dos personas pueden ordenar una botella y podría ser suficiente; sin embargo, 4 o 6 que beben vino optarán por repetir la etiqueta o bien por cambiar de vino. También algunos considerarán ordenar un aperitivo, opción que es muy válida mientras se evalúa la carta y se pide la comida.
De esta manera surge la copa de un vino espumante, adoptada internacionalmente, y así comienza un buen servicio de vinos por copa. Sin embargo, aún es limitado en algunos restaurantes de Argentina, a pesar del crecimiento simultáneo de la gastronomía y el sector vitivinícola.
La explicación que algunos nos damos es que el consumidor no ha sido hasta ahora lo suficientemente demandante como para exigir que el servicio sea así de bueno.
La botella de vino debe llegar a la mesa y presentarse ante el comensal nombrando los datos más relevantes de la etiqueta. Es de esperar que la botella se haya abierto con anterioridad, en cualquier caso el sommelier o la persona a cargo de las bebidas podrá confirmar previamente la sanidad del vino. La copa siempre tiene que ser la adecuada y el vino debe llegar con la temperatura ideal de servicio.
La venta de vino por copa es rentable y sólo requiere del personal entrenado para su correcto servicio. De una botella pueden calcularse entre 5 y 6 copas. Además hay máquinas expendedoras diseñadas especialmente para preservar las bondades de los vinos una vez abiertos, o bien, y aún más accesible para todos, es contar con los utensilios que permiten extraer el oxígeno de la botella y preservarlo.
La opción de beber una copa de vino es una excelente oportunidad cuando no es posible ordenar la botella y también cuando nos place cambiar de vino durante la comida para probar diferentes estilos.
Fuente:
http://www.lanacion.com.ar/
El consumidor elegirá el vino en función de la cantidad de comensales de una mesa. Dos personas pueden ordenar una botella y podría ser suficiente; sin embargo, 4 o 6 que beben vino optarán por repetir la etiqueta o bien por cambiar de vino. También algunos considerarán ordenar un aperitivo, opción que es muy válida mientras se evalúa la carta y se pide la comida.
De esta manera surge la copa de un vino espumante, adoptada internacionalmente, y así comienza un buen servicio de vinos por copa. Sin embargo, aún es limitado en algunos restaurantes de Argentina, a pesar del crecimiento simultáneo de la gastronomía y el sector vitivinícola.
La explicación que algunos nos damos es que el consumidor no ha sido hasta ahora lo suficientemente demandante como para exigir que el servicio sea así de bueno.
La botella de vino debe llegar a la mesa y presentarse ante el comensal nombrando los datos más relevantes de la etiqueta. Es de esperar que la botella se haya abierto con anterioridad, en cualquier caso el sommelier o la persona a cargo de las bebidas podrá confirmar previamente la sanidad del vino. La copa siempre tiene que ser la adecuada y el vino debe llegar con la temperatura ideal de servicio.
La venta de vino por copa es rentable y sólo requiere del personal entrenado para su correcto servicio. De una botella pueden calcularse entre 5 y 6 copas. Además hay máquinas expendedoras diseñadas especialmente para preservar las bondades de los vinos una vez abiertos, o bien, y aún más accesible para todos, es contar con los utensilios que permiten extraer el oxígeno de la botella y preservarlo.
La opción de beber una copa de vino es una excelente oportunidad cuando no es posible ordenar la botella y también cuando nos place cambiar de vino durante la comida para probar diferentes estilos.
Fuente:
http://www.lanacion.com.ar/
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