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Fuente: Inversor Global | Marcos S. Dolce.
La producción artesanal de vinos ofrece una alternativa intensiva y con gran valor agregado. Acá, todo lo que debe saber a la hora de invertir en este tradicional producto.
Al igual que la cerveza, el vino es una bebida cuya historia es tan larga como la de la Humanidad. El cultivo de la vid tuvo sus inicios a partir de vides silvestres del Asia Occidental, al noroeste de lo que hoy es la India y sus tierras limítrofes y son varios los escritos los que hacen referencia esta práctica y a la elaboración de vino por parte de los egipcios ya en el 3.000 a.C. En la tradición judeocristiana es también de larga data, haciéndose mención a la vitivinicultura incluso en el el libro del génesis, en el Antiguo Testamento. Expandido hacia la parte norte del Mediterráneo, se transformó en una bebida clave en la dieta de lo que hoy es Francia, Italia y España, quienes fueron quienes trajeron la vid a América en el proceso de la conquista durante el siglo XVI.
En este sentido, la historia de la vitivinicultura Argentina se remonta a la época de la colonización, ya que el cultivo de la vid y la posterior producción vinera estaban estrechamente relacionados con las prácticas agrícolas de los conquistadores y colonos españoles. Su cultivo se vio fomentado por el consumo de vino y pasas por parte de los soldados, y también porque los sacerdotes católicos misioneros implantaron viñedos con el fin de contar con el vino, indispensable para celebrar la liturgia católica.
Siglos después, tres el proceso de independencia y ya instalada la República Argentina, fue la ley nacional 12.137 de 1934 de fomento de la actividad en Cuyo, en las provincias de Mendoza y San Juan se implantaron viñedos dieron lugar, con el transcurso del tiempo, al desarrollo de una gran industria que transformó al vino nacional, dándole un nombre y reputación en el resto del mundo.
La actividad
El proceso comienza con la viticultura, es decir, la producción de uva. Si bien los valles de Mendoza han ganado reputación nacional e internacional, esto no ha impedido que otras regiones sean productivas y hayan ganado protagonismo. Tal es el caso de los viñedos pampeanos, cordobeses, entrerrianos o salteños. El hecho es que cada región agroclimática presenta características específicas que permitirán que algunas variedades posean mejor comportamiento que otras. Este será el primer aspecto que condicionará el cultivo de vid y el tipo de vino a producir. Por lo general la vid para vinificación, la vitis vinifera, es un cultivo que se adapta a climas templado, templado cálido y templado frio. Requiere veranos largos y secos y, aunque tolera bajas temperaturas en invierno, fríos excesivos menores a los -18°C son letales para la especie. Finalmente, no se adapta a climas húmedos, debido a su alta susceptibilidad a enfermedades fúngicas.
En el caso de la producción de vid, las principales inversiones corresponden, además de la tierra, al costo financiero de los gastos de mantenimiento, de al menos 4 a 6 años sin producción comercial, mientras que el costo de las plantas es relativamente bajo ya que actualmente se encuentra entre AR$ 0,40 a AR$ 1,50 por unidad, en función de la variedad y la calidad de la planta. De todos modos, una vez iniciado el proceso productivo se puede especular con rentabilidades anuales de alrededor del 20%.
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