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En Argentina comemos puré de papa, puré de calabaza y puré mixto. Fin de la historia. Sin embargo, cada vez que voy a comer afuera veo que los chefs eligen purés mucho más sabrosos que nosotros no usamos cotidianamente y que son una pavada de hacer. Algunos de los que yo hago son: de lentejas (lentejas hervidas en caldo, con cebolla y sal de hierbas, coladas y procesadas), de garbanzos y zapallitos redondos (¡Riquísimo, no saben lo bien que queda la combinación!), de coliflor (este está muy de moda, ya sé, también queda buenísimo con unas gotitas de humo líquido) y de arvejas frescas con o sin menta, que queda buenísimo. Otro que me gusta es de zanahorias hervidas con cebollas, jengibre y curry o de batata con miel, aunque es un poco engordante. Otro clásico es papa hervida con dos dientes de ajo y luego ciboulette fresco o de berenjenas asadas (las ponen en el horno, pinchadas y untadas con aceite y luego le sacan la pulpa y la procesan con ajo, sal, pimienta y si quieren, un poquito de humo líquido también).
¿Lo mejor? A diferencia de la papa, los demás ingredientes se pueden procesar. Mucho más fácil y rico.
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