La Puerta del Vino



Fuente: Diario Río Negro | Nicolás Visnevetsky.
la puerta del vino.jpgNos incorporamos a la historia del vino en el mismo momento que decidimos dejar de ser simples bebedores pasivos, gente que no lee ninguna etiqueta, ni olfatea un corcho, ni diferencia un Malbec de un Chardonnay.

La historia del vino es la historia de nacer, crecer y morir. Los dioses lo han amado y odiado, como los alcohólicos lo han deseado y acusado de la desdicha de apoderarse de sus almas en pena, como si el azar, el destino o las cosas acaso, no nos den una señal de que van a suceder.
El vino es un concepto que atraviesa todas las capas del tiempo. La globalización potencio universalmente lo mejor y lo peor de todo. Un racimo nace en Mendoza, y luego forma parte del caldo que estarán bebiendo en alguna próxima primavera japonesa, un grupo de amigos mientras comen sushi con Chemical Brothers, o juegan a la Play peleándose para ver quién se queda con el barsa.

Para beberlo hay que buscarlo y conseguirlo. El vino es un punto de unión de varias cosas, desde hace años y todos los días festejamos su existencia. Nuestros abuelos fueron bebedores de mesa, crecimos viendo damajuanas y manteles llenos de harina, nos introdujeron el tetra mientras nos cambiaban el cassette por el cd y comenzaron a desaparecer ciertos Bonardas que poblaban la tabla de cuatro patas donde luego toda la familia como termitas devoraban la pasta del domingo.

Culturalmente hubo todo un sacudón de uvas y vinos que mutaron muchas veces condicionados por un mercado que comenzaba a pegar los primeros saltos del consumo capitalista en pleno apogeo. Los vinos frutados, espesos, y con mucha carga de taninos fueron acomodándose, extirpados de su esencia a otro tipo de consumidor. Muchos se achataron, otros desaparecieron y los cortes de las uvas de los vinos de mesa fueron abroquelándose en un segmento de calidades sospechosas.

El tiempo acomodó todo y hoy hay excelentes vinos de mesa, en tetra, en botella o damajuana competidores valientes frente a cualquier vino de alta gama. De todas maneras, también los hay insecticidas y suicidas.
La plantita, el sol, la noche, el agua, la brisa, el agrónomo, las levaduras, el frio, la tierra, el enólogo, la gerente de marketing, los cielos, las lluvias, los mercados, la temperatura, los hongos, la botella, el corcho y los infatigables medios de comunicación hacen en mayor o menor medida que el vino tenga su razón de ser.
Hoy podemos encontrar en el vino una puerta para conocer historias. Mujeres y hombres que de alguna u otra manera están tocados por esta infusión que desvela el sueño de las cosas simples, artesanos de una tarea jodida y apasionante. “Cuando comenzas de cero, sin ayuda de ningún tipo, contra todos los pronósticos a seguir invirtiendo en la vida del vino en la tierra, el futuro se hace más apasionante” dicen algunos quijotes del vino que riegan sus viñedos en territorios donde nadie pensó que se podían cosechar uvas..

Relatos, anécdotas de un mundo vino, en el que se cuelan por las rendijas de los años, momentos profundos que merecen ser escritos.
Busquemos el vino.
Nicolás Visnevetsky

Comentarios