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Parrillitas salvadoras para comer carne a buen precio


Ni la calidad for export de Puerto Madero, ni la onda de las de Palermo, ni el encanto lumpen de algunos parrillones. Las parrillas familiares a precios coherentes, ¿dónde quedan? Acá te contamos.

Comer asado es el “non plus ultra” de los porteños. Pero muchas veces, o uno va a una parrilla de lujo donde a la hora de la cuenta hay que dejar las córneas en prenda o, por pecar de austero, se corre el riesgo de terminar en un sucucho infecto. Por eso, JOY relevó una serie de parrillas que, sin estar en el “top of the rank”, te ofrecen una óptima relación calidad-precio. Ambiente familiar, servicio eficaz, cuidada higiene, calidad que no falla y precios que, sin ser una ganga, son razonables (entre 75 y 100 pesos por persona). Estas son algunas de las direcciones que siempre conviene tener a mano:

PEÑA

Parrilla machaza si las hay, Peña responde a los conceptos de la vieja guardia: platos abundantes, servicio curtido por el paso de los años y ambiente espartano, sin lujos de ninguna especie. El local cuenta con dos pisos y capacidad para 140 cubiertos. La parrilla está a la vista, sobre la entrada a la izquierda y hace una casi obscena exhibición de los cortes de carne asándose al carbón. Las especialidades son: bife de chorizo, ojo de bife, entraña, colita de cuadril y asado, que se dejan acompañar por ensaladas tamaño familiar, papas fritas y un buen puré casero que hacen todos los días al mediodía y a la noche. La carne es de novillo. También elaboran cintas verdes y agnolottis. El postre no da lugar a la originalidad: flan casero, tiramisú y budín de pan. La fórmula de Peña es exitosa porque público no falta. Y el próximo año cumplirán 30 años de existencia, otra prueba de solidez del negocio. Comer en Peña sale $100 por barba, aproximadamente.
(Rodríguez Peña 682, San Nicolás / T. 4371 5643)

LOS ARRIBEÑOS

En línea con las parrillas dóricas y sencillas. Esta esquina de Arribeños y Ugarte, de techos altos y atención afable, cuenta con una serie de especialidades, entre las que se destaca el chorizo de rueda, uno de los mejores de la ciudad, magro, de puro cerdo y de sabor suave. Otra particularidad de la casa son los platitos tipo tapas que acompañan a las carnes. A veces vienen ajos caramelizados, revuelto de zapallitos, tomates cherry condimentados, berenjenas en escabeche, etc. También preparan las papas fritas de la casa a base de panceta, cebolla y huevo. Yendo al “core” de las brasas, tanto el ojo de bife como el bife de chorizo están muy bien, eso sí, hay que insistir en el punto de cocción que uno quiere, porque como suele pasar en estas tierras, a la carne se la asa por demás. Los postres no deparan sorpresas. ¿Cuánto cuesta la experiencia? Unos $100 por persona.
(Ugarte 1699, Núñez / T. 4788 4789)

SOLOMIA
“Es mía”, dijo uno de los socios refiriéndose a su negocio. “No”, dijo el otro, “es sólo mía”. Y de allí el nombre de esta parrilla de frente naranja subido e interior pintado en un color durazno claro que calma los nervios y abre el apetito. El local ocupa lo que fueron los antiguos dominio de El Pobre Luis, en Quesada y Arribeños. El salón cuenta con capacidad para 60 comensales y la vereda puede recibir a otros 40. Al mediodía suele poblarse de escolares que estudian por la zona, pero a la noche bajan las luces y se encuentran más parejas y grupos de amigos. La parrilla al carbón provee cortes de entraña, vacío fino, pamplonas y bife al estilo uruguayo (bife de chorizo cortado en tres rodajas). Una de las cosas buenas es que no marcan la carne (todo es minuta), por eso a veces hay que saber esperar. Además, han incorporado a la carta el pacú grillado. Las papas tienen su lugar en la carta: sirven una variante llamada “Luchita”, con cebolla y jamón (en honor de Lucha Aymar, cliente habitual), además de papas españolas, bastón y chips caseras. Los postres salen de lo común con una excelente chocotorta y una especie de galleta Oreo gigante y voluptuosa, rellena de helado de crema americana y recubierta de una salsa de dulce de leche. Comer en Solomía cuesta alrededor de $100 por persona.
(Quesada 1699, Núñez / T.  4788 4789)

BARBACOA
El Pasaje Bollini bien podría ser una callejuela madrileña de esas que aún conservan el empedrado. Pero no, se encuentra en Buenos Aires y entre los boliches que alberga está Barbacoa, una parrilla que ya tiene 20 años en el barrio. ¿Qué tiene de particular este negocio? Además de la deliciosa ubicación, este reducto familiar cuenta con un salón con una distribución muy particular, buen servicio y una parrilla al carbón más que razonable. El parrillero estuvo durante 15 años hasta que falleció y hoy los fuegos los maneja su hijo. Otra característica de la casa es que acostumbran a comer allí muchas familias y grupos de amigos, en detrimento de las parejas, que si bien van, son minoría. En Barbacoa se destacan la entraña, la tira de asado y las crepitantes y olorosas parrilladas que traen a la mesa, ya sea grandes o para dos personas. Pero lo que más demanda tiene son las tablitas, tanto de asado, vacío y pollo, como de chorizo, entraña y cerdo. Un dato no menor es que hace 20 años que tienen a los mismos proveedores, lo que les brinda una calidad homogénea. La variedad de ensaladas es otra marca registrada, así como los postres, todos caseros, cuyos principales exponentes son el pastel de manzana o el tiramisú hecho con buen queso mascarpone. Costo promedio: $100.
(Pasaje Bollini 2133, Barrio Norte / T. 4805 8230)

SAN CAYETANO
Es el paradigma de la parrilla ascética pero impecable: buenos productos a un precio justo. Tiene capacidad para 70 cubiertos; las mesas están cubiertas con dignos manteles de cuerina, sobre los que se encuentran servilleteros. Los fuegos están separados del salón, dividido en dos secciones y un primer piso. Las especialidades son la entraña, asado de tira, bondiola y bife de chorizo y lomo. Marcan algunos cortes, que no es lo ideal, pero aún así no altera en demasía el resultado. También sacan algunos platos de cocina; como guarniciones, sirven unas ortodoxas papas fritas, ensaladas, puré de papas, tortilla y revuelto Gramajo. ¿El must de los postres? El panqueque con dulce de leche, que vale la pena probar. En la carta reinan los vinos de bodegas López, bien sûr. ¿Cuánto cuesta sentarse en San Cayetano? Unos $90-$100 por cabeza.
(Arenales 3100, Barrio Norte / T. 4821 0820)

LA CHOZA
Casi no quedan de esas viejas casas de Palermo, tan festejadas por Borges. Sin embargo, La Choza, que no es tal, despierta la nostalgia del viejo barrio que supo ser. El edificio en esquina tiene techos altos con tirantes, cielorraso tapizado en ladrillos y un ambiente más bien telúrico con grabados de Molina Campos. Estas son las cartas de presentación del local. Tiene parrilla al carbón y capacidad para 80 cubiertos. Hace más de tres décadas que preparan colita de cuadril, asado de tira, matambrito de cerdo, bondiola y pollo asado, entre otras opciones recomendables, como los chinchulines y las mollejas (finitas y crocantes), mercadería comprada a un proveedor perenne. Como curiosidad, ofrecen una milanesa grillada a la parrilla cubierta de queso tipo parmesano, tomate, mozzarella, rúcula y jamón. Entre las guarniciones se encuentran batatas fritas, espinacas a la crema y ensaladas varias. El favorito de la gente a la hora de los postres es la tarta tibia de manzana con helado de canela. Cuesta unos $120 por comensal.
(Gascón 1701, Palermo / T. 4833 3334)

RAVELLO
“Palermo para los palermitanos”, podría ser la divisa de Ravello, un restaurante-parrilla donde se respira el bouquet inconfundible propio de la versión contemporánea de ese barrio. Es una esquina “muy mona”, pintada de naranja, con un patio cerrado por un toldo, muchas plantas y mesas de fórmica. Lo que más demandan es el bife de chorizo, el pollo grillado y unas reverendas brochettes. Cosa curiosa en Buenos Aires: los parrilleros (son dos) respetan los puntos de la carne. Los cortes vacunos son exclusivamente de ternera. El vino de la casa, en consonancia con los tiempos políticos actuales, lo sirven en unos simpáticos pingüinos. Para los que no quieran comer carnes, pueden optar por ravioles caseros de verdura y ñoquis también fatto in casa. La carta de postres no sale de los carriles convencionales: crumble de manzana, ensalada de frutas, helado y flan. El costo aproximado por persona es de $100.
(Honduras 5906, Palermo / T. 4770-9400)

UNA OPCION PARA EL CONURBANO NORTE
Con 17 años cumplidos, La Porteña queda en San Isidro y tiene también una sucursal en Pilar. Su decoración responde a un estilo rústico, campestre, y tiene capacidad para la friolera suma de 200 cubiertos. No es exactamente un petit bistró. La parrilla la alimentan con carbón. No hay secretos en cuanto a la preferencia del público, sanisidrense per se: bife de chorizo y lomo, provoletas y pamplonas. Trabajan cortes de ternera y novillo, que regularmente compran a proveedores históricos. Además hacen pastas caseras y algunos pescados. Cuenta con un salad bar y un rincón de esparcimiento para los más chicos. Aquí los postres tampoco escapan de lo usual, aunque se destacan el volcán de chocolate, el brownie con helado y el lemon cheese. Una visita a La Porteña ronda los $120 cada uno.
(Fondo de la Legua 280, San Isidro / T. 4766-8535)


Por Luis Lahitte

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