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Fuente: Facebook de la EAV. | Ing. Agr. Adrian Vilaplana.
La sidra es la bebida obtenida a partir de la fermentación del zumo de las manzanas. Si bien en el mundo existen diferentes estilos, en Argentina el consumo se orienta hacia la variedad gasificada, con alto contenido de azúcar. Su consumo es hasta ahora estacional, casi puntualmente en ocasiones de las fiestas de fin de año. Una forma de incrementar el consumo de esta refrescante bebida es incentivar el consumo en diferentes ocasiones tal cual se ha logrado con los vinos espumosos.
A fines de los años 80 y principios de los 90, la industria vitivinícola inició un camino, que aun continúa transitando, y que llevó diferenciar por calidad sus productos, alejándose cada vez más de la imagen del vino común.
Esto se logró con la ayuda de la publicidad, la educación al consumidor y la asistencia de algunas figuras formadoras de opinión, para direccionar el consumo hacia los vinos de más alto nivel de calidad. Esta nueva forma de entender el negocio, demandó un cambio en el pensamiento de los productores pero también grandes inversiones y reconversión industrial, ya que hubo que pasar de la producción en gigantescas bodegas elaboradoras de vino masivo a las más pequeñas y selectas bodegas productoras de vinos de gama alta. En el camino, quedaron muchos productores que no se reconvirtieron, viñedos de variedades comunes y muchos litros de vino menos ya que de los casi 90 litros per cápita que se consumían a mediados de los 70, se pasó a un consumo actual que ronda los 27 litros. Nadie duda en afirmar que hoy el vino es diferente, tanto en calidad como en hábito y ocasión de consumo, y si bien la cifra fría indica un descenso importante de litros consumidos, el consumo de vinos de calidad se potenció y casi toda la caída fue debida al vino común.
Durante la década del 2000 pudimos observar el inicio de un fenómeno similar que está ocurriendo con el aceite de oliva y la cerveza. Es interesante ver como actualmente el consumidor informado puede hablar de varietales de aceite y sus características, indicando marcas y variedades de olivo preferidas sobre otras por las características organolépticas de los aceites que originan. Del mismo modo se puede apreciar en los supermercados la importancia que van tomando los pequeños elaboradores de cerveza que hoy distribuyen sus cervezas especiales, artesanales y premium, abriendo el abanico de marcas y estilos más allá de las pocas existentes hace unos años.
Hoy se puede entrever que parece comenzar el proceso de diferenciación por calidad también en las sidras. Si bien son pocas las sidreras que producen en el país y salvo alguno que otro intento aislado, hasta ahora los productos son bastante parejos, sin diferenciarse mayormente por estilos y calidad. En otras latitudes, la sidra es una bebida apreciada, que se consume de diversas formas y estilos a lo largo de todo el año.
El camino comenzó a ser transitado por las sidreras líderes, que están encarando publicidades tendientes a desestacionalizar el consumo fuera de las fiestas de fin de año y sus publicidades se orientan hacia un consumo más frecuente, no solo en ocasiones festivas, en vasos grandes, con hielo, como una bebida refrescante y no sólo en el momento del brindis navideño.
Algunas industrias de menor dimensión han comprendido y valorado transitar por el camino de la calidad y están elaborando productos diferenciales.
Todo indica que el futuro de la industria de la sidra pasa también por la diferenciación por calidad y estilo, de la misma manera que ya lo han hecho otros productos. Las dificultades no son pocas, hay que fomentar el consumo distribuido a través de todo el año y jerarquizar el producto. Esto puede lograrse a través de la información adecuada al consumidor y atender y entender sus preferencias y gustos.
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